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Authors: Lena Valenti

Tags: #prose_contemporary

Amos y Mazmorras II (7 page)

 

Cleo y Nick se levantaron como balas.
El torneo empezaba inmediatamente.
A trompicones, e intentando obtener la mejor imagen de ellos mismos, se asearon y se vistieron con su atrezzo. La gente de las islas iba a alucinar cuando los vieran a todos desfilar y moverse por sus tierras con esas pintas. Nick se puso el collar de sumiso y la ropa oscura. Una camiseta negra con tirantes y un pantalón negro no muy grueso, con las botas de tela negra y altas. Con su pelo rubio y despeinado y los ojos pintados con kohl, parecía un cantante derockgótico.
A trompicones, e intentando obtener la mejor imagen de ellos mismos, se asearon y se vistieron con su atrezzo. La gente de las islas iba a alucinar cuando los vieran a todos desfilar y moverse por sus tierras con esas pintas. Nick se puso el collar de sumiso y la ropa oscura. Una camiseta negra con tirantes y un pantalón negro no muy grueso, con las botas de tela negra y altas. Con su pelo rubio y despeinado y los ojos pintados con kohl, parecía un cantante derockgótico.
Cleo se vistió con un
short
negro muy estrecho y una camiseta de tirantes negra de rejilla. Debajo de la camiseta llevaba un sostén de látex negro. En los pies calzaba unas botas de verano con bastante tacón grueso recubiertas de cuero negro, descubiertas en los dedos y los talones.
Se dejó el pelo rojo suelto y se maquilló para ocultar la llorera de la noche anterior.
No iba a nominar a Lion al premio «Queridísimo 2012». De eso estaba segura.
—¿Preparada? —preguntó Nick mientras le daba su látigo.
Cleo se lo colocó alrededor de la cintura como si fuera un cinturón. Asintió y tomó la correa del cuello de Nick.
—Nací preparada. —Y tiró de él en plan dramático.
Ya había quedado de manifiesto otras veces que no había nacido preparada para muchas cosas; pero Cleo era como un camaleón.
Se adaptaría.
Camuflaría sus emociones.

 

 

 

Se encontraban todos en el salón del hotel.
Habían acabado de desayunar; y una increíble pantalla tipo cine se iba a convertir en el presentador de la jornada de ese día. Así iba a ser durante todo el torneo.
A la hora del desayuno, los concursantes escucharían lo que tuviera que decir la pantalla e, inmediatamente, cuando esta diera la orden, saldrían disparados a encontrar sus objetivos.
Claudia se apoyaba en el hombro de Lion mientras clavaba sus ojos oscuros en el monitor.
Cleo tuvo ganas de alargar la lengua, como su camaleón y succionar su cabeza. Pero no haría eso. Nick y ella se concentrarían en las pruebas y en obedecer a su agente al cargo.
Lion, por su parte, sintió que alguien lo observaba y miró a Cleo por encima del hombro.
Cleo se centró en la pantalla mientras apoyaba el peso de su cuerpo en el torso de Nick, que la tomó por los hombros y la arrulló, tomándose unas libertades que un esclavo no debería.
La pantalla se iluminó y empezó a sonar la épica música de Audiomachine:
Redemption
. Emitían imágenes de las Islas Vírgenes al amanecer y al anochecer. Después, del interior del agua salían las letras
Dragones y Mazmorras DS
. Apareció un hombre caracterizado como el Amo del Calabozo de la serie de dibujos original, pero con ropas de cuero. Era un enano de ojos claros, pelo blanco largo y calva en el cráneo.
La gente aplaudió y lo vitoreó entre risas y chistes, y se dispusieron a escuchar lo que el amo decía.

 

«Bienvenidos bárbaro, arquero, acróbata, mago, bruja y caballero. Bienvenidos a la dimensión paralela de los dragones y las mazmorras, mi mundo y el vuestro durante estos cuatro días. Estáis en Töril,
La cuna de la vida
. Como sabéis, todas las criaturas han nacido en estas tierras. Está compuesto por tres partes de agua y varios continentes e islas».

 

En la pantalla salió un mapa de las Islas Vírgenes de Estados Unidos vistas desde un satélite y, sobre ellas, la palabra Faerûn, uno de los continentes de Töril. Y a cada isla se le adjudicaban los nombres propios de las Islas Moonshae, un territorio especial de Faerûn. El océano atlántico se convirtió en el Mar de las espadas. Las islas de Saint Thomas, St John y St. Croix se convirtieron en Norland, Gwynneth y Alaron. Y las islas colindantes como Capella Islands, Lavango Cay, Savana Island, Water Island, etc..., adoptaron los nombres de Mintarn, Snowdown, Moray, Oman, Korinn Isles, Whalebones, Ruathym... Se le encontraba símil a todo.
Los agentes infiltrados miraban anonadados la capacidad de inteligencia del friquismo. Realmente, habían conseguido casi superponer un mapa con el otro y encontrarle todas las similitudes.

 

«Cada pareja participante dispone de una moto acuática y un quad MGM para desplazarse por todas las islas a vuestro antojo e ir en busca de los objetivos diarios. Cuando acabe la jornada hoy, deberéis regresar a este mismo castillo, en la isla de Alaron».

 

—Así que Saint Thomas es Alaron... —susurró Cleo—. Oye, Tigretón, ¿sabes superponer mapas? —Al no recibir respuesta, Cleo lo miró por encima del hombro.
Nick tenía la mirada ambarina fija en la mujer con una máscara de cuero completa que cubría toda su cabeza y solo dejaba libres la boca, mediante una cremallera, y los ojos. Thelma, el ama rubia lo miraba por encima del hombro, sonriéndole con descaro.
—Eh, Tigretón...
Nick dejó de prestar atención a la
dómina
y a la esclava, y se centró en Cleo.
—Sé superponer mapas, ama.
—Bien —contestó Cleo más tranquila.

 

«En lo que dure el torneo y, en los escenarios, os estarán observando los villanos. Hay micros y cámaras en casi todos los emplazamientos. Incluso en los quads y las motos. La clave para encontrar el cofre de hoy la tiene el señor Johann Bassin. Mucha suerte a todos los participantes. Y recordad: «Cuando las mazmorras se abren, los dragones salen de caza».

 

La pantalla se apagó de repente. Todos los participantes la siguieron mirando en silencio, como si esperaran algo más.
Un ángel cruzó la sala.
Cleo observó a Lion. Lion la miró a ella.
Nick miró a su superior. Lion asintió con la cabeza.
Claudia seguía con la vista fija en la pantalla, en estado de encefalograma plano.
—¿Y quién coño es ese Johan? —preguntó Brutus en voz alta.
Cleo y Nick se miraron el uno al otro, sonrieron y corrieron disimuladamente hacia la recepción del hotel.
Lion tiró de Claudia y los siguió.
Necesitaban una guía telefónica.

 

 

 

Los quad MGM negros que conducían por la carretera de Saint Thomas tenían el volante a la derecha. Las Islas Vírgenes de Estados Unidos eran el único territorio norteamericano donde se conducía por ese lado.
Cleo agradecía que el viento la azotara de ese modo, porque el calor y la humedad eran insoportables. Hacía un sol de mil demonios. Menos mal que se había puesto protección.
Nick corría como un loco; iba a la cabeza, seguido de Lion, que sonreía como un truhán y le daba al claxón de su quad biplaza.
Ambas parejas se habían llevado las dos únicas guías de la recepción y habían dejado tirados al resto de participantes.
Habían salido del
resort
de Charlotte Amalie hacía diez minutos y ahora corrían por Frenchman Bay Road.
El señor Johann Bassin vivía en una de las calles perpendiculares que desembocaba en la carretera. En el número treinta y uno.
Nick aparcó el quad derrapando delante de la casa.
Cleo y Nick saltaron del coche y llamaron a la puerta de aquel dúplex blanco. En el porche, había un loro enorme rojo y azul, con el pico amarillo, que los miraba y se hurgaba las plumas de las alas, alternando entre controlar a los visitantes y comerse los piojos.
Abrió la puerta un hombre muy moreno, con barba blanca y pelo canoso y largo. Fumaba una pipa.
Los miró de arriba abajo.
—¡¡¡Qué¡¡¡—les gritó.
Cleo se apartó y frunció el ceño.
—¿Johann Bassin?
—¡¿Qué?! —gritó todavía más, acercando el oído a los labios de la joven.
—¿Señor Bassin? —Se apartó para que la pipa no le diera en la cara.
El hombre, sin sacarse la cachimba de la boca, se introdujo el meñique en el oído para destaponarlo.
—¡Sordo! ¡Sordo como una tapia! —gritó el loro.
Lion llegó al porche, con Claudia cogida de la mano.
—¡Somos del juego de rol! —Cleo levantó la voz—.¡
Dragones y Mazmorras DS
!
—¡¿Qué?! —Johann puso cara de estupefacción—. ¡¿Mamones y más zorras?!
Cleo abrió los ojos como platos y echó el cuello hacia atrás. Pediría ayuda al señor.
—¿Está sordo? —observó Claudia.
Cleo la miró de soslayo. Qué lista era.
—¡¿Gordo?! —El señor Bassin salió al porche cojeante, ayudado de su bastón, hasta llegar a su loro—. ¡Yo no estoy gordo! —le gritó a Claudia—. ¡El loro! ¡El loro sabe! ¡Yo estoy sordo!
Los cuatro estudiaron al loro como si tuviera cinco cabezas. ¿Sería que el loro tendría la respuesta?
Se acercaron sigilosamente y Lion lo piropeó para entrar con buen pie.
—Lorito... lorito guapo...
—¡Zorra! —le gritó el loro coloreado. Hurgó de nuevo entre sus plumas.
Cleo y Nick ahogaron una carcajada.
—Puto loro... —gruñó Lion—. Cofre. Co-fre —deletreó moviendo las manos y haciendo la forma de una caja.
—¡¿Gofre?! —exclamó el viejo Johann Bassin—. ¡Me gustan los gofres!
Claudia lo miró de arriba abajo, como si fuera un deshecho.
—Co-fre —repitió Lion.
El loro abrió las alas y las removió como si en cualquier momento pudiera arrancar a volar.
—¡Great St.James! ¡Bandera roja Great St.James! ¡Sant James! ¡Great Sant James! ¡Grande!
—¡Tigretón, corre! —Cleo tiró de Nick con la correa y pasó al lado de Lion—. ¡Aparta, Simba!
Los cuatro se dieron prisa por salir del porche y montar de nuevo en los quads.
El cofre estaba en la pequeña isla de Great St. James, que en el mundo de Faerûn no era otra que Oman.
Por la carretera se encontraron con varias parejas que los ponían verdes a su paso.
—¡Os habéis llevado las guías, cabrones!
—¡Cómo te pille en la mazmorra, Lady Nala, te vas a enterar!
—¡León, te arrancaré los pelos de los huevos! —gritó Brutus al pasar por su lado.
Cleo y Nick, en sus papeles, mostraron el dedo corazón a todos, mientras corrían en dirección contraria.
—¡Somos mejores, perros! —gritaba Claudia eufórica.
Cleo la observaba pegarse al musculoso brazo de Lion y besarle en la mejilla. ¡Besarle!
«Es tu superior. Tu jefe. No hay nada entre vosotros», se recordó fijando la vista al frente.
Al llegar de nuevo a Charlotte Amalie, dejaron los quads aparcados en el
resort
. Después se dirigieron al puerto donde tenían atracadas las motos acuáticas.
Eran todas negras y estaban personalizadas con los nombres de los amos.
La de Cleo y Nick se llamaba Lady Nala.
La de Lion y Claudia, King Lion.
Las motos eran modelos Sea-Doo GTX. Increíblemente grandes, súper equipadas, veloces y confortables.
—¡Ah, no! —Exclamó Cleo ordenando a Nick que se colocara detrás—. Esta la conduzco yo. Somos mujeres las dos —sonrió y le dio al gas—. ¡Wow! —gritó encabezando la carrera, muy seguida de cerca por Lion.
Su rival en el torneo.
Su antagonista.
Su superior.
El hombre que, sin hacerle daño físicamente, la había lastimado más que un latigazo mal dado.
 
Capítulo 4

 

 

«Llegamos a un mundo fantástico lleno de seres extraños. Y el Amo del Calabozo nos dio poderes a todos».

 

Oman-Great Saint James
Territorio de los Monos voladores
Día 1

 

La
isla Great Saint James era virgen por completo. De espesa vegetación verde, playas de arena blanca y mares completamente transparentes.
Habían bordeado el islote con las motos hasta vislumbrar la bandera roja de la que hablaba el loro de Johann.
Un voluntario del torneo custodiaba la insignia roja con las letras D&M selladas en dorado. Se encargaba de felicitar a todos los que iban llegando y obtenían el cofre. A los pies del voluntario, vestido solo con un bañador negro, se hallaba una caja del mismo color con cadenas de plata. Y una llave.
Lion le exigió la llave y él se la dio.
Abrió el cofre. En su interior reposaban cinco cajas pequeñas.
—Escoged solo una —ordenó el chico con
piercings
en la cara—. Cuando hayáis revisado lo que hay contiene, seguid este camino que os conduce al bosque —señaló las antorchas que formaban una guía hasta que desaparecían entre los árboles y la vegetación—. Os llevará a la mazmorra de Oman. Allí os esperan el Oráculo, el Amo del Calabozo y las Criaturas. Suerte.
Cleo estaba nerviosa y rezaba por conseguir la combinación que deseaba. De eso dependía el éxito de su plan.
Abrió la caja y encontró una carta que valía por una llave que la liberaba del calabozo. La debía canjear con el Amo del Calabozo. Y también cuatro cartas más y un objeto.

 

Objeto: Figura protagonista. El Mago.
Cartas Cantidad: +50
Carta eliminación.
Carta Uni.

 

Eran muy buenos naipes. Había salido la principal, la que necesitaba para iniciar su jugada, pero le hacía falta una más. Solo una y podría devolvérsela a Lion doblada.
—Son buenas, lady Nala. Pero te falta la carta Switch.—Nick se pasaba las cartas entre las manos.
—Sí, ayúdame a intercambiarla.
—¿Por cuál?
Estudió las cartas y objetos que poseían. Solo podía desprenderse de una y eligió la carta Uni. La que invocaba al Amo Uni y los libraba de las Criaturas.

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