Border of a Dream: Selected Poems of Antonio Machado (Spanish Edition) (14 page)

“The poorhouse”

The poorhouse, the old provincial poorhouse,

the great tumbledown home of blackened tiles,

where in the summer martins make their nest

and crows are cawing through the winter nights.

Its gable facing north, the old fortress falls

between two turrets, the sordid building groans

with crackled rooms and grimy outer walls,

a corner of eternal shade. Old poorhouse!

While January sun sends out its feeble rays,

a sad cloudy light over wasted fields,

as day evaporates, some pallid faces

gape from a tiny window, dazed and sick,

to contemplate the blue hills of the range

or the white snow dropping on the cold soil

from the white heavens as onto a grave,

upon the frozen earth the silent snow!

“Eres tú, Guadarrama, viejo amigo”

¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,

la sierra gris y blanca,

la sierra de mis tardes madrileñas

que yo veía en el azul pintada?

Por tus barrancos hondos

y por tus cumbres agrias,

mil Guadarramas y mil soles vienen,

cabalgando conmigo, a tus entrañas.

Camino de Balsaín, 1911

“Guadarrama, is it you, old friend?”

Guadarrama, is it you, old friend,

the sierra gray and white,

the mountains of my Madrid afternoons

when I saw you painted against the blue.

Up through your deep ravines

and through your bitter peaks,

a thousand Guadarramas and a thousand suns

canter with me into your body.

Balsain Road, 1911

En abril, las aguas mil

Son de abril las aguas mil.

Sopla el viento achubascado,

y entre nublado y nublado

hay trozos de cielo añil.

Agua y sol. El iris brilla.

En una nube lejana,

zigzaguea

una centella amarilla.

La lluvia da en la ventana

y el cristal repiquetea.

A través de la neblina

que forma la lluvia fina,

se divisa un prado verde,

y un encinar se esfumina,

y una sierra gris se pierde.

Los hilos del aguacero

sesgan las nacientes frondas,

y agitan las turbias ondas

en el remanso del Duero.

Lloviendo está en los habares

y en las pardas sementeras;

hay sol en los encinares,

charcos por las carreteras.

Lluvia y sol. Ya se oscurece

el campo, ya se ilumina;

allí un cerro desparece,

allá surge una colina.

Ya son claros, ya sombríos

los dispersos caseríos,

los lejanos torreones.

Hacia la sierra plomiza

van rodando en pelotones

nubes de guata y ceniza.

“The thousand waters of April”

The thousand waters of April.

The wind blows in squalls,

and between clouds and clouds

are patches of indigo sky.

Water and sun. The rainbow gleams.

In a remote cloud

zigzags

a thread of yellow lightning.

The rain batters the window

and the panes chime.

In the midst of the haze

shaped by the fine drizzle,

a green meadow emerges

and an oak forest blurs

and a mountain ridge is lost.

The threads of a downpour

slant into newborn fronds

and stir up muddy waves

in the backwater of the Duero.

It is raining on the bean fields

and on the brown seeded lands.

There is sun on the oak groves,

puddles along the roadways.

Rain and sun. A darkening

of fields, now they brighten.

Here a slope disappears,

there a hill breaks into light.

Now shining, now somber

the scattered hamlets,

the far castle towers.

Over the leaden earth,

rolling as huge globes,

go clouds of cotton and ash.

Un loco

Es una tarde mustia y desabrida

de un otoño sin frutos, en la tierra

estéril y raída

donde la sombra de un centauro yerra.

Por un camino en la árida llanura,

entre álamos marchitos,

a solas con su sombra y su locura

va el loco, hablando a gritos.

Lejos se ven sombríos estepares,

colinas con malezas y cambrones,

y ruinas de viejos encinares,

coronando los agrios serrijones.

El loco vocifera

a solas con su sombra y su quimera.

Es horrible y grotesta su figura;

flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,

ojos de calentura

iluminan su rostro demacrado.

Huye de la ciudad... Pobres maldades,

misérrimas virtudes y quehaceres

de chubs aburridos, y ruindades

de ociosos mercaderes.

Por los campos de Dios el loco avanza.

Tras la tierra esquelética y sequiza

—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—

hay un sueño de lirio en lontananza.

Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!

—¡carne triste y espíritu villano!—.

No fue por una trágica amargura

esta alma errante desgajada y rota;

purga un pecado ajeno: la cordura,

la terrible cordura del idiota.

A Madman

It is a murky and disturbing afternoon

of a fruitless autumn on the sterile

and worn-out land

where the shadow of a centaur wanders.

Along the road of the arid plain,

amid shrunken poplars,

alone with his madness and shadows

goes the madman, talking in shouts.

Far off the darkening steppes appear,

hills of underbrush and bramble,

and ruins of the old oaks

that crown the raw sierra summits.

The madman screams his head off,

alone with his shadow and his monsters.

His face is horrible and grotesque,

skinny, filthy, battered and unshaven;

boiling eyes

fire his wasted face.

He flees the city and its wretched evils

and awful virtues, the jobs

of bored pimps and the stinginess

of lazy merchants.

Through the fields of God the madman walks.

Across the dry skeleton of earth

—red with iron rust and brown with ash—

a dream of lily in the far horizon.

He flees the city. The urban tedium

of sad flesh and coarse spirit!

This roaming soul is torn and broken,

but not because of a bitter tragedy,

and purged of alien sin, he has the wisdom,

the terrible wisdom, of the idiot.

Amanecer de otono

A Julio Roniero de Torres.

Una larga carretera

entre grises peñascales,

y alguna humilde pradera

donde pacen negros toros. Zarzas, malezas, jarales.

Está la tierra mojada

por las gotas del rocío,

y la alameda dorada,

hacia la curva del río.

Tras los montes de violeta

quebrado el primer albor:

a la espalda la escopeta,

entre sus galgos agudos, caminando un cazador.

Autumn Dawning

to Julio Romero de Torres

A long roadway

between gray cliff sides,

and a lowly meadow

where black bulls graze. Blackberries, thickets, rockroses.

The earth is soaked

with drops of dew,

and rows of gold poplars

along the river curve.

Behind the violet forests

first dawn is breaking.

On his shoulder a shotgun,

between his nimble hounds, a hunter is walking.

El tren

Yo, para todo viaje

—siempre sobre la madera

de mi vagón de tercera—,

voy ligero de equipaje.

Si es de noche, porque no

acostumbro a dormir yo,

y de día, por mirar

los arbolitos pasar,

yo nunca duermo en el tren,

y, sin embargo, voy bien.

¡Este placer de alejarse!

Londres, Madrid, Ponferrada,

tan lindos... para marcharse.

Lo molesto es la llegada.

Luego, el tren, al caminar,

siempre nos hace soñar;

y casi, casi olvidamos

el jamelgo que montamos.

¡Oh, el pollino

que sabe bien el camino!

¿Dónde estámos?

¿Dónde todos nos bajamos?

¡Frente a mí va una monjita

tan bonita!

Tiene esa expresión serena

que a la pena

da una esperanza infinita.

Y yo pienso: Tú eres buena;

porque diste tus amores

a Jesús; porque no quieres

ser madre de pecadores.

Mas tú eres

maternal,

bendita entre las mujeres,

madrecita virginal.

Algo en tu rostro es divino

bajo tus cofias de lino.

Tus mejillas

—esas rosas amarillas—

fueron rosadas, y, luego,

ardió en tus entrañas fuego;

y hoy, esposa de la Cruz,

ya eres luz, y sólo luz...

¡Todas las mujeres bellas

fueran, como tú, doncellas

en un convento a encerrarse!...

¡Y la niña que yo quiero,

ay, preferirá casarse

con un mocito barbero!

El tren camina y camina,

y la máquina resuella,

y tose con tos ferina.

¡Vamos en una centella!

The Train

On any trip I take

—always on a wooden seat

in a third-class train—

I like to travel light.

On night rides, I don’t keep

my evenings for sleep,

and during the day I like

to see small trees rush by,

so I never sleep on the train

yet I am perfectly fine.

This happiness of breaking away!

London, Ponferrada, Madrid,

so lovely to get rid

of home. Arrival is my dismay.

The train and walking roads

always help me dream

and almost let me forget

the mess we’re climbing through.

Rooster, do you know the way?

Where are we anyway?

Where everyone gets off.

In front of me a young nun.

She is beautiful, her hair in a bun,

her expression is serene.

For one who cannot cope,

her serene gaze

offers infinity of hope.

And I think: You are good,

you gave your loves

over to Jesus, since you don’t care

to be the mother of sinners,

and yet you are

maternal,

blessed among women,

virginal

mother. Something in your face

is holy under the linen veil.

Your cheeks

(those yellow roses)

once were pink, and then

fire burned in your belly;

today you are the cross’s wife.

Now you are light and only light.

All beautiful women were

virgins like you, formed to be

locked up in a nunnery!

And the girl I love,

oh, she’d rather marry

a young bearded guy!

The train bangs on, limping by

as the cars and engine jolt

and cough an iron cough.

We streak in a lightning bolt!

Noche de verano

Es una hermosa noche de verano.

Tienen las altas casas

abiertos los balcones

del viejo pueblo a la anchurosa plaza.

En el amplio rectángulo desierto,

bancos de piedra, evónimos y acacias

simétricos dibujan

sus negras sombras en la arena blanca.

En el cenit, la luna, y en la torre,

la esfera del reloj iluminada.

Yo en este viejo pueblo paseando

solo, como un fantasma.

Summer Night

It is a beautiful summer night.

The tall houses leave

their balcony shutters open

to the wide plaza of the old village.

In the large deserted square,

stone benches, burning bush and acacias

trace their black shadows

symmetrically on the white sand.

In its zenith, the moon, and on the tower

the clock’s illuminated globe.

I stroll through this ancient village,

alone like a ghost.

Campos de Soria

1

Es la tierra de Soria árida y fría.

Por las colinas y las sierras calvas,

verdes pradillos, cerros cenicientos,

la primavera pasa

dejando entre las hierbas olorosas

sus diminutas margaritas blancas.

La tierra no revive, el campo sueña.

Al empezar abril está nevada

la espalda del Moncayo;

el caminante lleva en su bufanda

envueltos cuello y boca, y los pastores

pasan cubiertos con sus luengas capas.

2

Las tierras labrantías,

como retazos de estameñas pardas,

el huertecillo, el abejar, los trozos

de verde obscuro en que el merino pasta,

entre plomizos peñascales, siembran

el sueño alegre de infantil Arcadia.

En los chopos lejanos del camino,

parecen humear las yertas ramas

como un glauco vapor—las nuevas hojas—

y en las quiebras de valles y barrancas

blanquean los zarzales florecidos,

y brotan las violetas perfumadas.

3

Es el campo undulado, y los caminos

ya ocultan los viajeros que cabalgan

en pardos borriquillos,

ya al fondo de la tarde arrebolada

elevan las plebeyas figurillas,

que el lienzo de oro del ocaso manchan.

Mas si trepáis a un cerro y veis el campo

desde los picos donde habita el águila,

son tornasoles de carmín y acero,

llanos plomizos, lomas plateadas,

circuidos por montes de violeta,

con las cumbres de nieve sonrosada.

4

¡Las figuras del campo sobre el cielo!

Dos lentos bueyes aran

en un alcor, cuando el otoño empieza,

y entre las negras testas doblegadas

bajo el pesado yugo,

pende un cesto de juncos y retama,

que es la cuna de un niño;

y tras la yunta marcha

un hombre que se inclina hacia la tierra,

y una mujer que en las abiertas zanjas

arroja la semilla.

Bajo una nube de carmín y llama,

en el oro fluido y verdinoso

del poniente, las sombras se agigantan.

5

La nieve. En el mesón al campo abierto

se ve el hogar donde la leña humea

y la olla al hervir borbollonea.

El cierzo corre por el campo yerto,

alborotando en blancos torbellinos

la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos,

cayendo está como sobre una fosa.

Un viejo acurrucado tiembla y tose

cerca del fuego; su mechón de lana

la vieja hila, y una niña cose

verde ribete a su estameña grana.

Padres los viejos son de un arriero

que caminó sobre la blanca tierra,

y una noche perdió ruta y sendero,

y se enterró en las nieves de la sierra.

En torno al fuego hay un lugar vacío

y en la frente del viejo, de hosco ceño,

como un tachón sombrío

—tal el golpe de un hacha sobre un leño—.

La vieja mira al campo, cual si oyera

pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

Desierta la vecina carretera,

desierto el campo en torno de la casa.

La niña piensa que en los verdes prados

ha de correr con otras doncellitas

en los días azules y dorados,

cuando crecen las blancas margaritas.

6

¡Soria frío,
Soria pura,

cabeza de Extremadura,

con su castillo guerrero

arruinado, sobre el Duero;

con sus murallas roídas

y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores

soldados o cazadores;

de portales con escudos

de cien linajes hidalgos,

y de famélicos galgos,

de galgos flacos y agudos,

que pululan

por las sórdidas callejas,

y a la medianoche alulan,

cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría! La campana

de la Audiencia da la una.

Soria, ciudad castellana

tan bella! bajo la luna.

7

¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, obscuros encinares,

ariscos pedregales, calvas sierras,

caminos blancos y álamos del río,

tardes de Soria, mística y guerrera,

hoy siento por vosotros, en el fondo

del corazón, tristeza,

tristeza que es amor! ¡Campos de Soria

donde parece que las rocas sueñan,

conmigo vais! ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas!...

8

He vuelto a ver los álamos dorados,

álamos del camino en la ribera

del Duero, entre San Polo y San Saturio,

tras las murallas viejas

de Soria—barbacana

hacia Aragón, en castellana tierra—.

Estos chopos del río, que acompañan

con el sonido de sus hojas secas

el son del agua, cuando el viento sopla,

tienen en sus cortezas

grabadas iniciales que son nombres

de enamorados, cifras que son fechas.

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis

de ruiseñores vuestras ramas llenas;

álamos que seréis mañana liras

del viento perfumado en primavera;

álamos del amor cerca del agua

que corre y pasa y sueña,

álamos de las márgenes del Duero,

conmigo vais, mi corazón os lleva!

9

¡Oh, si! Conmigo vais, campos de Soria,

tardes tranquilas, montes de violeta,

alamedas del río, verde sueño

del suelo gris y de la parda tierra,

agria melancolía

de la ciudad decrépita.

Me habéis llegado al alma,

¿o acaso estabais en el fondo de ella?

¡Gentes del alto llano numantino

que a Dios guardáis como cristianas viejas,

que el sol de España os llene

de alegría, de luz y de riqueza!

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