El año que trafiqué con mujeres (3 page)

A mi conocimiento habían llegado casi media docena de supuestos verdaderos nombres de Antonio Salas; entre otros, el de un médico gaditano, un ufólogo gallego, un escritor madrileño y hasta un barcelonés judío (?). Unos decían que en realidad se trataba de un espía del Mossad; otros, que era un gay resentido con los nazis e incluso algún «lince» llegó a publicar que yo trabajaba para la Policía en una campaña orquestada contra el movimiento neonazi por el Ministerio del Interior... Evidentemente algunos nazis creían tenerme identificado, pero me consta que otros oportunistas simplemente querían utilizar el odio de los skins contra Tiger88 para perjudicar a algún enemigo personal, asegurando que tal o cual persona era el verdadero Antonio Salas.

Algunas de estas hipótesis, incluso, se acompañaban de fotos, páginas web y otras supuestas pruebas sobre mis verdaderas identidades, en algunos casos verdaderamente imaginativas. Mi apartado de correos y mi buzón electrónico rebosaban amenazas de muerte, e incluso hubo algún cretino que telefoneó a mi editorial para proferir insultos y amenazas contra mis editores. Evidentemente, se localizó el teléfono desde el que hizo su llamada: el domicilio familiar. Las bravatas del joven neonazi se zanjaron con una amonestación verbal.

Lo triste es que hasta hubo un puñado de periodistas que se aliaron con los nazis —suponiendo que no lo estuviesen anteriormente—, para intentar dar caza a Tiger88. Uno de ellos, Luís Alfonso Gámez, que sorprendentemente trabaja en El Correo Español, diario decano del grupo en cuyo suplemento se había publicado el día anterior mi entrevista, se había empeñado en identificarme con algún enemigo personal suyo, a quien deseaba que los skinheads eliminasen. De nuevo los cabezas rapadas estaban destinados a hacer el trabajo sucio que los «serios» y «éticos» no se atreven a hacer por sí mismos. Es triste que uno de ellos fuese un compañero de profesión. Afortunadamente, y por lo que he podido saber hasta hoy, ninguno de los supuestos Antonios Salas ha sufrido ningún percance por mi causa. Supongo que, a pesar de las bravatas e insultos de los skins más violentos y de las amenazas anónimas, en el fondo no tienen ninguna certeza sobre la verdadera identidad de Tiger88.

La verdad es que todos esos rumores absurdos me beneficiaban, ya que mientras los neonazis y sus colaboradores creyesen haber identificado a Antonio Salas, yo tenía libre el camino de mi investigación sin levantar sospechas. Esta es la razón por la que he tenido que mantener en secreto mi identidad, hasta soportar en silencio las conjeturas más absurdas y ridículas, y por lo que en ningún momento he podido disfrutar del éxito editorial de mi libro.

Reconozco que me habría encantado salir a la luz pública mostrando mi verdadera identidad. Sin duda mi ego me lo habría agradecido, pero de haberlo hecho, no tendría ninguna posibilidad de salir indemne del local en el que me encontraba en aquellos momentos y me habría cerrado todas las puertas para otra posible investigación. No obstante había resistido la tentación de la vanidad, y mi verdadera identidad no se había hecho pública. Así que, racionalmente, era imposible que los skinheads valencianos, que tan sólo conocerían los supuestos «verdaderos Antonios Salas» que aparecían en los foros nazis de Internet, pudiesen reconocerme. Sin saberlo, su odio los convertía una vez más en marionetas manipulables en mi beneficio. Por eso tenía que conseguir calmarme.

Mi problema no era que me reconociesen los ultras, sino que mi propio pánico me delatase. Finalmente decidí desatender la advertencia de Ángela, y tentar mi suerte una vez más. Aspiré profundamente, apreté los puños y seguí a los dos tipos de Levantina de Seguridad hasta el despacho de José Luís Roberto, en la planta superior de la academia, rogando que mi ángel de la guarda estuviese bien atento a mis pasos.

Subimos las escaleras y recorrimos el pasillo, dejando a mi derecha varias aulas y despachos, mientras yo me concentraba en normalizar mi respiración. Tenía que conseguir parecer tranquilo o todo se iría al traste. Respiraba e inspiraba profundamente, suplicando a los dioses paganos que mi piel no traspirase excesivamente. De pronto sentí unas ganas enormes de orinar, lo que trajo el recuerdo de mi primer viaje a Alcalá de Henares, para visitar La Bodega. Y no me ayudaba pensar en cómo reaccionarían los ultraderechistas y skinheads que estudian y/o enseñan tiro, artes marciales, etc., en aquella academia de seguridad, si supiesen que el autor del Diario de un skin estaba en esos momentos en su propio local... y con una cámara oculta.

Lo que yo ignoraba totalmente —de saberlo quizá, no habría seguido adelante— es que entre los hombres de confianza de Roberto vinculados a España2000 y Levantina de Seguridad, se encuentran algunos de los personajes más relevantes en la reciente historia skinhead y ultra, como Moisés, uno de los supuestos implicados en el asesinato de Zabaleta y, según me revelaron fuentes del Grupo de Violencia en el Deporte del Cuerpo Nacional de Policía de Madrid, guardia de seguridad e hincha ultra de la peña valenciana del Atlético de Madrid. Moisés habría dado cualquier cosa por saber que jamás había tenido a Tiger88 tan cerca. Al igual que un instructor de kárate de la Levantina, el célebre coronel Sanchís, un antiguo monitor de artes marciales de la siniestra Brigada-26 de la Policía valenciana, que a finales de los setenta pasó al servicio de orden de Fuerza Nueva, de la mano de un supernumerario del Opus De¡ y mano derecha de Blas Piñar. El coronel, que cumplió condena en Francia, y que tras una permanencia en EE. UU. volvió a Valencia, es uno de los hombres de confianza de Roberto. Por no hablar de docenas de cabezas rapadas, porteros y vigilantes de los burdeles de ANELA, pertenecientes a la Levantina y a SERVIPROT. Con alguno de ellos, responsable de la seguridad en prostíbulos tan importantes como el He1p o El Cisne, terminaría estableciendo una buena amistad meses después, al frecuentar esos lupanares, por lo que fui recopilando jugosísimas informaciones sobre España2000 y el movimiento ultra valenciano.

Regresando a la boca del lobo

Cuando entré en el despacho de José Luís Roberto se diluyeron todas las dudas que aún pudiese albergar sobre la relación entre Levantina de Seguridad y la ideología ultraderechista de España2000: una enorme bandera preconstitucional y un retrato de Primo de Rivera, entre otros elocuentes símbolos fascistas, presidían la oficina del fundador de ANELA.

Sobre su mesa encontré varios folletos y papeletas que ilustraban su candidatura a la alcaldía del pueblo de Paterna, por el partido España2000. Su lema electoral: «Las soluciones de hoy con los valores de siempre... POR SEGURIDAD», hacía clara alusión a la empresa en la que me encontraba. Para acabar de «tranquilizarme», pude ver de reojo, sobre la estantería, un revólver y varias balas... En ese momento ignoraba que a lo largo de esta investigación llegaría a tratar con excesiva frecuencia con tipos armados.

—Buenas tardes. ¿Eres José Luís?

—le tuteé intencionadamente con la esperanza de romper su desconfianza lo antes posible, para parecer un camarada y no un infiltrado.

—Sí, soy yo. Siéntate, siéntate...

José Luís Roberto Navarro es un hombre aparentemente afable y cordial. Aprieta al estrechar la mano y mira a los ojos. Me recordó a algunos de mis ex camaradas skinheads, que son abogados como él. Aparenta unos cincuenta años, y todos sus gestos rezuman un aire marcial que queda frustrado por un defecto físico notable: sufre una cojera a causa de tener una pierna notablemente más larga que la otra, lo que intenta disimular utilizando un calzado especial —uno de sus zapatos tiene un alza de unos 15 0 20 centímetros. Sin duda esta circunstancia lo ha imposibilitado para la carrera militar que, probablemente, le gustaría haber vivido. No puedo evitar especular, por lo que imagino que ha compensado sus aspiraciones castrenses con los cachorros neofascistas que, obviamente, engrosan las filas de los «seguratas» de su empresa y de su partido político.

—¿En qué te puedo ayudar? —me pregunta amablemente.

Siento que estoy nervioso, inseguro de mi papel, y a la vez no dejo de vigilar la puerta del despacho, esperando que, en cualquier momento, entre una docena de cabezas rapadas gritando: «¡Este tío es Antonio Salas y te está grabando con una cámara oculta!». No hablo con convicción al explicarle a Roberto por qué estoy allí. Vuelvo a pensar que debería haber hecho caso a Ángela, y haberme largado mientras aún estaba a tiempo. Sin embargo, parece que mi intención de entrevistarlo por su relación con ANELA para realizar un estudio sobre la prostitución en España le convence. El presidente de España2cicio empieza a hablar por los codos. Un servidor se limita a transcribir la conversación.

—¿Qué significa ANELA?

—Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne.

—¿Y cómo se te ocurrió crear esta asociación?

—Esto empezó hace tres años, por una experiencia que yo tuve en un local de alterne... Me llaman a una redada y veo cómo la Policía entra allí como si fueran Torrente. Es decir, actúan encendiendo las luces, apoltronando a las mujeres sentadas en el suelo como si fuesen ganado, tirando a los clientes a la calle... y todo se hace por un control rutinario, de acuerdo a la antigua Ley de Extranjería. O sea, por una infracción administrativa de la caducidad del visado de pasaporte. Pero claro, es un establecimiento comercial, con sus licencias como hotel y como bar. Y si yo me voy al hotel Astoria, aquí en Valencia, pues también me encontraré extranjeros que están hospedados, que les ha caducado el visado de extranjería. Pero los modos con que se actúa no es cerrando el bar del Astoria, el comedor del Astoria, poniendo a todos los extranjeros sentados en el suelo, eh, y tratándolos como si fuesen ganado... Tienen que tener los mismos derechos, esta gente, que cualquier otro ciudadano. Me refiero a los propietarios de los locales. Pero es que luego veo cómo entran por la fuerza en las habitaciones. Y cuando llego a decirle a la Policía que está interviniendo una habitación en un hotel legal, que tiene un derecho de domicilio, y que entrar en una habitación sin una orden judicial de registro es una violación de domicilio y es un delito grave en el Código Penal, pues acabo a punto de ser esposado y de detenerme.

—¿Y qué ocurrió?

—Pues que llega alguien que manda la unidad, que es más inteligente. Viendo que yo, pues aceptaba perfectamente que me esposaran y que me detuvieran, porque quería ver hasta dónde llegaba el circo y cómo explicaban este circo. Porque ya lo último que faltaba es que me llevaran a mí detenido, por desacato o por algo, cuando lo que estoy diciendo es que se cumpla la ley. Pues entonces alguien que mandaba las fuerzas, que era medianamente más inteligente, pues toda la historia se calmó. Entonces yo me di cuenta de que la única forma que tenía esta gente para salir de ese annario de oscuridad que se pone el club, que estaban como delincuentes, es reivindicar sus derechos y hacer que se cumpla la ley. Entonces convocamos una reunión de propietarios de locales, en Madrid, en el hotel Cuzco, a finales del año 2001. Se reunieron varios propietarios de clubes, y de ahí salió la idea de crear una asociación llamada ANELA. Se registró esa asociación, no hubo ningún problema, porque una cosa es que no esté regulado y otra cosa es que esto sea ¡legal.

—Es decir, tener un club y la prostitución tampoco es ¡legal, el proxenetismo sí. Que una gente realice actos sexuales bajo precio para quedárselo un tercero, por coacciones, sí que es ¡legal, pero sin coacciones, no... Y entonces, pues bueno, empezamos a mover el tema en los medios, a dejar que la prensa entrara y vieran los clubes, y aunque habrá de todo, que vean que los clubes no son necesariamente sitios donde se explota a las mujeres. Porque hay negocios que mueven mucho dinero, con muchos empleados, que se ejerce el sexo entre adultos, previo pago, pero se ejerce con libertad.

—¿Voluntariamente?

—No van obligadas. Piden plaza y, por acoplarse a la ley, lo que han hecho es funcionar como hoteles. Y lo que hacen los empresarios es alquilar instalaciones. Es decir, alquilar la habitación con pensión completa. La señorita te paga... Luego cobras la entrada al cliente del club porque hay un espectáculo. Y cobras las copas al precio que se cobran en cualquier discoteca...

José Luís Roberto intentaba transmitirme una imagen del mundo de la prostitución totalmente limpia, legal y aséptica. Como si las mujeres que ejercen este oficio fuesen ciudadanas libres y adultas, que voluntariamente y sin ninguna coacción decidiesen vender su cuerpo y su dignidad, para ejercer una profesión tan honrada como cualquier otra. Al fin y al cabo, según este criterio, tener que chupar el pene, que te rompan el ano, o aguantar en la cara los resoplidos de un tipo sudoroso y baboso mientras te penetra, es un empleo tan normal como el de una maestra, azafata, abogada o cocinera.

Yo no puedo evitar que toda esa palabrería me parezca una justificación absurda. La argumentación de un putero que intenta dignificar el mundo en el que se desenvuelve. Pero en ese momento no estaba en disposición de discutir con Roberto, y bajo ningún concepto quería correr más riesgos que los que ya había asumido al entrar en el despacho del presidente de España2000. Así que opté por continuar la entrevista sin mostrar ninguna opinión.

—¿Cuántos clubes están asociados a ANELA?

—En este momento hay unos 80 clubes de pleno derecho, y unos 120 que están esperando que los servicios de la asociación vayan a pasar las inspecciones para darles la placa de calidad ANELA.

—¿Cuáles son los requisitos para recibir esa garantía de calidad?

—Primero que eres empresario, si no, no puedes pertenecer a una asociación empresarial; que no hay mujeres obligadas, que no hay drogas y que no hay menores. Si cumples esos tres requisitos: que no hay mujeres obligadas, drogas ni menores, puedes recibir la placa de ANELA.

Realmente, según este punto de vista, los propietarios de los lupanares resultan honrados empresarios que velan por el bienestar de sus rameras, como una especie de altruistas caballeros andantes. Sin embargo, aun en ese momento tan temprano de la investigación no pude evitar sentir un profundo escepticismo. Detrás de aquellas argumentaciones se podía intuir que la inmensa mayoría de ellos lo único que pretenden es conseguir beneficiarse de las prostitutas de cualquier manera, ya sea sin pagar sus honorarios, o a costa de la empresa. En este sentido, una frase de Roberto que transcribo directamente de la grabación parecía darle la razón:

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