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Authors: María Isabel Molina

El señor del Cero (12 page)

—Gracias, padre abad —recordó algo y siguió—; os dejaré una carta para mi padre, para que conozca lo que me ha ocurrido y cuál es mi destino.

—Bien, yo la remitiré. No podemos decir nada a Adelaida; no podría consentir la fuga de una novicia a la que tiene que tener retirada, pero sé que tampoco la impedirá.

—¿Y vos, padre abad? ¿No os traerá problemas el ayudarnos? De una boda os tenéis que enterar.

—Será una boda muy discreta, José, sin vestidos de fiesta y sin adornos en el altar. Os esperaré en la ermita de Sant Pere, en el claro. Los testigos serán Gerbert y Ferrán —sonrió—. No le diremos nada al hermano Hugo ni a los demás monjes, pero será una boda perfectamente válida y yo firmaré los documentos precisos. Y si nadie me pregunta, nadie sabrá nada.

Gerbert le abrazó con grandes palmadas en la espalda.

—Mándame una esfera armilar desde Leyre, por favor —suplicó—, y también la historia del abad Virila.

* * *

José dejó las mulas escondidas en un grupo de árboles ya a la vista del monasterio de Sant Joan. Tenía un nudo en el estómago e iba tan preocupado por no perderse, que el camino se le hizo corto esta vez. Escaló el muro de la huerta y se deslizó en el claustro a esperar a que saliesen las monjas que cantaban los salmos en el coro. Hacía frío, pero José no sabía si tiritaba por el tiempo o por el miedo. Cuando se abrió la puerta y las monjas, en parejas, salieron al claustro para dirigirse a sus celdas, José aguardó, escondido, con el corazón golpeándole el pecho, a que llegasen las novicias, que iban las últimas. Cuando Emma y su compañera, que eran las últimas de la fila de las jóvenes, doblaron la esquina, en silencio, ante los ojos asombrados de la otra novicia, la cogió del brazo y la sacó de la fila.

Las otras monjas que iban delante no se dieron cuenta de nada. Emma ahogó un grito de susto y una expresión de alegría apareció en sus ojos. La procesión la cerraban la abadesa y la maestra de novicias, que se detuvieron mirándolos. Junto al muro y cogidos de la mano, José y Emma las vieron llegar y detenerse delante de ellos.

Se inclinaron ante la abadesa en una respetuosa reverencia sin decir nada; todo era demasiado evidente; y también sin hablar, sin un gesto de extrañeza, la abadesa adivinó lo que estaba ocurriendo y trazó en el aire una bendición antes de imponer silencio con un gesto a la maestra de novicias y mandar a la otra novicia que continuase su camino.

José y Émma salieron corriendo del claustro perseguidos por la sorprendida mirada de la maestra de novicias, que seguía en el claustro cuando Erama se volvió para subir a su celda y recoger su manto, sus calzas de lana y sus pocas cosas.

Sólo se besaron después de saltar el muro, con el monasterio a la espalda y las mulas a la vista.

Las preguntas, las explicaciones y los planes vendrían más tarde.

* * *

De José Ben Alvar a Alvaro Ben Samuel, su padre, en Córdoba.

Muy querido padre:

Te escribo esta carta en la ermita de Sant Pere, mientras el Abad Arnulf prepara un mapa que nos indique un buen camino para nuestro viaje al monasterio de Leyre, ya que no sabe si nos conviene tomar el camino que nos llevará por tierras de los gobernadores de Lérida y Zaragoza, o evitar los dominios del Califa y seguir por el Norte, a pesar de la nieve que señorea las montañas.

El abad acaba de celebrar mi boda con Emma, la hija del conde de Tolosa; ha sido una boda apresurada debido a las circunstancias, las mismas que nos obligan a marcharnos de Ripoll. No va a ser un viaje fácil para nosotros, pero te anticipo, padre, que ni Emma ni yo tenemos miedo.

Me gustaría que mi madre conociese a Emma. Iba a quererla en seguida, como si fuese una hija más. Es muy joven y tiene el pelo rojizo y los ojos verdes como las gentes de aquí. La conocí en el monasterio de Sant Joan y es muy bella y muy buena. ¡La quiero tanto, padre!

El abad Arnulf me ha devuelto las cartas de presentación del obispo Rezmundo y ha añadido recomendaciones propias para los abades de los monasterios y los señores de los castillos. Tengo todo el dinero que me diste, porque no ha queriro aceptar nada por el tiempo que he pasado en el monasterio. Ha sido para mí como un segundo padre y no debemos tener dificultades para llegar a Leyre. Me han dicho que es un gran monasterio que quiere formar una buena biblioteca. Tendré trabajo de traducción de mis libros árabes. Y no está bajo el dominio del rey Lotario.

Ya te explicaré en otra carta lo que nos ha ocurrido. Tu hijo no deja de encontrarse con problemas que no busca.

Me gustaría, más adelante, poder establecernos en Toledo, donde el ambiente y la cultura son las de nuestra querida Córdoba, que tanto añoro. Allí podríamos formar nuestro hogar y ver crecer a nuestros hijos y nos encontrariamos más cerca de vosotros. Padre, alguno de tus nietos puede tener el pelo del color del cobre. Debo terminar; el abad Arnulfo se acerca con su mapa. Le acompañan nuestros amigos. A ellos dejo esta carta. Abraza a mi madre y a mis hermanos. Te abraza y pide tu bendición

JOSÉ

P.D. Mi amor y mi respeto para todos vosotros.

EMMA

Epílogo

En el año 971, Arnulfo, abad de Santa María de Ripoll y obispo de Girona; Ató, obispo de Vic; Gerbert d'Aurillac y el conde Borrell viajaron a Roma para solicitar del Papa la reposición en Vic del antiguo arzobispado de Tarragona. Gerbert no regresó; se quedó en Roma como secretario del Papa. Más tarde fue abad del monasterio de Bobbio, arzobispo de Reims, arzobispo de Rávena y Papa con el nombre de Silvestre II. Modificó el ábaco latino, sustituyendo las piedrecillas por fichas de hueso con el número árabe que correspondía e intentó inútilmente introducir el cálculo con los números árabes; siempre se mantuvo en contacto con sus antiguos amigos catalanes, a los que pedía copias de libros, sobre todo de aritmética. Siendo Papa proclamó una bula declarando la conveniencia del uso de los números arábigos, los que usamos ahora.

Pero hasta 1202 en que Fibonacci —un matemático italiano que había vivido en el África musulmana— publicó un tratado sobre las reglas del cálculo con cifras árabes, al que dio el nombre de
Tratado del Ábaco
, sin duda para evitar las iras de los partidarios de los números romanos, no se logró dar a conocer de una forma general los números árabes.

El Papa Juan XIII accedió a la petición de los obispos y el conde y concedió la autonomía del arzobispado de Vic, pero cuando regresaban a Cataluña, Ató y Arnulfo murieron en extrañas circunstancias y la autonomía de los monasterios catalanes tuvo que esperar.

Pero ésas son otras historias.

Notas
  • Ábaco de arena o de polvo
    : El recipiente plano lleno de arena que empleaban los contables árabes para hacer las operaciones matemáticas.
  • Ábaco latino
    : Cuadro de madera con cuerdas y bolas en los extremos que sirven para contar. El ábaco romano o latino, en lugar de bolas, llevaba unas piedrecitas llamadas «cálculos». Gerbert d'Aurillac sustituyó los guijarros por una ficha de hueso con el número árabe grabado que sustituía el número de guijarros necesario en cada cuerda.
  • Adviento
    : Tiempo litúrgico que comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.
  • AlKowarizmi
    : (780–850) Sabio matemático, bibliotecario en la corte del califa Al–Mamún. Es conocido sobre todo por sus obras, que contribuyeron ampliamente a la divulgación de los métodos de cálculo de origen hindú. La primera de esas obras trataba de la aritmética; la segunda, del álgebra. Su nombre latinizado se transformó en «Algorismus» y dio nombre a los algoritmos.
  • Alger
    : Palabra árabe del título del segundo libro de AlKorawizmi. Designaba la operación de hacer pasar los términos de un miembro a otro de una igualdad de forma que sólo haya términos positivos a ambos lados. De esta palabra traducida al latín surgió luego «álgebra».
  • Alvaro y Eulogio
    : Mozárabes cordobeses y amigos desde la infancia; literatos y poetas ambos, Eulogio fue elegido arzobispo de Toledo, pero no pudo tomar posesión por la prohibición de Abderramán II; acusado de haber bautizado a Leocricia, hija de padres musulmanes, fue martirizado el 11 de marzo de 859. Alvaro, su gran amigo, dejó el relato de su martirio y de sus días en la cárcel.
  • Arnulf
    : Abad del monasterio de Santa María del Ripoll y obispo de Girona (938–970). Emprendió la obra de un nuevo albergue, edificó el claustro, construyó un molino para el uso del monasterio y para conducir el agua a los huertos interiores y comenzó las obras de una nueva basílica. Dio un gran impulso al «scriptorium» y a la biblioteca, que en su tiempo llegó a contar con más de sesenta libros, gran cifra para la época.
  • Arzobispo de Narbona
    : Ante el dominio árabe de Tarragona, capital religiosa de Cataluña, los obispos catalanes pasaron a depender del Arzobispo de Narbona, en el Sur de Francia. Durante largos años, trataron de conseguir del Papa la creación del Arzobispado de Vic que les permitiría no depender de Narbona.
  • Ató
    : Obispo de Vic y de Osona. Hombre de gran cultura, promovió la creación de nuevas parroquias y monasterios y se preocupó de sus bibliotecas. En la Navidad del año 970, acompañado del abad Arnulf, del monje Gerbert d'Aurillac y del conde Borrell, viajó a Roma para solicitar del Papa el traslado a la Iglesia de Vic del antiguo Arzobispado de Tarragona, ya que la ciudad de Tarragona no se podría recuperar de los árabes, y así quedar separados de la iglesia franca. Al regreso a Cataluña fue muerto violentamente.
  • Ben
    : Partícula en la formación de los apellidos árabes; significa «hijo de».
  • Cadí
    : Nombre que daban los árabes a los jueces.
  • Califa Al–Hakam
    : Hijo de Abderramán III. Cuando subió al trono a la muerte de su padre, era ya un hombre de más de cuarenta años. Gran erudito y preocupado por la ciencia, procuró gobernar su imperio en paz, aunque tuvo que guerrear contra los catalanes y los castellanos y navarros en los primeros años de su reinado.
  • Condados francos o catalanes de la frontera
    : Para proteger su frontera del Sur, los reyes francos establecieron en Cataluña, en las distintas comarcas, una barrera de castillos gobernados por condes que formaron la Marca Hispánica.
  • Conde Borrell y conde Miró, señores de Osona, Girona, Urgell y Barcelona
    : Hermanos y nietos del conde Guifré el Pilos. A la muerte de Miró, Borrell fue el conde único de todos los territorios de la familia.
  • Cuadro árabe o cuadrícula
    : Sistema de multiplicación descubierto por los hindúes y adoptado por los árabes. Se trata de un rectángulo en el que se dibujan tantas casillas verticales como cifras del multiplicando y tantas casillas horizontales como cifras del multiplicador. Luego se divide cada casilla del cuadro en dos mitades por una diagonal, para anotar los resultados parciales de la multiplicación. Resultó un gran avance en el sistema de cálculo de su época.
  • Diácono
    : Ministro del altar de segundo grado después del sacerdote.
  • Esclavina
    : Vestidura de lana, de cuero o paño que se pone sobre los hombros.
  • Eunucos
    : Esclavos castrados; trabajaban principalmente en los harenes y en algunos casos fueron los funcionarios de la corte.
  • Fiesta de la Candelaria o de las candelas
    ;: Fiesta de la Purificación de Nuestra Señora; se celebra el día 2 de febrero.
  • Guifré el Pilos (Wifredo el Velloso)
    : Conde de de Barcelona que gobernó del 873 al 898. Conde de Urgell, heredó el condado de Cerdaña de su hermano y fue también conde de Girona. Luchó contra los musulmanes y se apoderó de Montserrat. Repobló el país y fundó los monasterios de Sant Joan (875) y Santa María de Ripoll (888). Consiguió que sus hijos y sucesores heredasen los condados en lugar de depender de los nombramientos reales. La leyenda le hace creador del estandarte catalán de las cuatro barras.
  • Hégira
    : Principio del calendario de los musulmanes que se cuenta a partir del 15 de julio del año 622 en que Mahoma marchó de La Meca a Medina. Como el año musulmán es un poco más corto que el cristiano, la diferencia se acorta paulatinamente.
  • Hermano celador
    : El que cuidaba del buen comportamiento de los monjes durante las oraciones.
  • Ismaelitas
    : Secta musulmana; los cristianos, en sentido despectivo, llamaban en ocasiones a todos los árabes «ismaelitas» como descendientes de Ismael, hijo de Abraham.
  • Las cuatro ciencias
    : La enseñanza en la Edad Media se dividía en el «trivium», es decir, las tres ciencias literarias —gramática, filosofía y retórica— y el «quadrivium», las cuatro ciencias de la enseñanza científica —la aritmética, la música, la geometría y la astronomía.
  • Lengua de los francos
    : Aunque el latín sigue siendo la lengua común de la Europa cristiana, la que se habla en los monasterios y la que se utiliza en la cultura, comienzan a diferenciarse en la lengua vulgar del pueblo los que serán distintos idiomas latinos.
  • Letras carolingias
    : El tipo de escritura utilizado por los copistas de Carlomagno y cuyo uso se prolongó a lo largo de la Edad Media.
  • Monasterio de San Geraud d'Aurillac
    : Monasterio en la región francesa de Aquitania.
  • Monasterio de Sant Joan, de Ripoll o de las Abadesas
    : Monasterio femenino fundado por el conde Guifré el Pilos para su hija Emma.
  • Pueblos del Libro
    : Los árabes consideraban a judíos y cristianos como «pueblos del Libro», que habían recibido una revelación del Dios único y no eran idólatras, ya que ambos leían la Biblia. Por consiguiente, se les permitía la práctica libre de su religión y de sus leyes y mantener sus propios jueces, sacerdotes y templos. No podían hacer conversos entre los musulmanes ni injuriar la religión del Islam. Debían pagar unos tributos de los que los musulmanes estaban exentos. La realidad era menos tolerante; en muchos casos estuvieron sometidos a tributos abusivos y a la arbitrariedad de jueces y gobernadores fanáticos.
  • Quintal
    : Medida de peso equivalente a cien libras o a 46 Kg.
  • Refectorio
    : Comedor de los monjes.
  • Sala capitular
    : Sala de los monasterios en la que los monjes se reunían para leer un capítulo de la regla, tratar los asuntos del monasterio, votar la elección de los distintos cargos y también rezar.
  • San Benito, Monje italiano, nacido en Nursia (450–543)
    : Fundó un monasterio en Monte Casino y dictó una regla para el gobierno y el progreso espiritual de los monjes. A esa regla se atuvieron los monjes de la mayor parte de los monasterios durante la Edad Media.
  • San Isidoro, Obispo de Sevilla (570–636)
    : Fue uno de los escritores más eminentes de su tiempo y un eficaz compilador de la antigua cultura en sus Etimologías, una enciclopedia del saber de su época. Entre otras muchas obras también escribió una regla de vida para los monjes.
  • Santa María de Ripoll
    : Monasterio masculino fundado por el conde Grifré en el año 873 y donde fue enterrado a su muerte en el año 897. Fue el más célebre monasterio de la época, con una biblioteca que llegó a poseer en tiempos del abad Oliba 246 volúmenes. Su influencia en la cultura de la época y en la transmisión del saber es incalculable.
  • Sidi Sifr (señor del cero)
    : Apodo que le daban a José sus compañeros por su facilidad para el cálculo.
  • Témporas
    : Semana de oración y ayuno al comienzo de cada una de las estaciones del año.
  • «Un collar se rompió...»
    : Problema de aritmética hindú, redactado en forma de poema. Los hindúes amaban la poesía. Las tablas numéricas, los tratados astronómicos o matemáticos, así como las obras teológicas o literarias nos han llegado en verso en su mayor parte.
  • Vísperas, maitines, laudes, tercia
    : Las horas señaladas para el rezo de los monjes. En total son: maitines, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.
  • Viven de la gracia y benignidad el califa
    : El califa, autoridad suprema religiosa y política, era el que dictaba las leyes de tolerancia religiosa.

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