Read Menos que cero Online

Authors: Bret Easton Ellis

Tags: #Relato

Menos que cero (11 page)

—Clay, ya sabes que tú y yo hemos hablado bastante de que deberías ser más activo y no tan pasivo, y creo que sería una buena idea que me ayudaras a escribirlo. Por lo menos, el borrador.

Murmuro algo, le echo el humo del pitillo y miro por la ventana.

Aparco el coche delante del nuevo apartamento de Trent, a unas cuantas manzanas de la U.C.L.A., en Westwood, el apartamento en el que vive durante el curso. Rip abre la puerta, pues ahora es el díler de Trent, dado que éste no ha conseguido dar con Julian.

—Adivina quién está —dice Rip.

—¿Quién?

—Adivínalo.

—¿Quién?

—Adivínalo.

—¿De quién se trata, Rip?

—Es joven, es rico, es iraní. —Rip me empuja al cuarto de estar—. Se trata de Atiff.

Atiff, a quien no he visto desde que nos graduamos, está sentado en el sofá. Lleva mocasines Gucci y un traje italiano muy caro. Estudia primero en la U.S.C. y tiene un 380 SL negro.

—Clay, ¿cómo estás, amigo? —Atiff se levanta del sofá y me estrecha la mano.

—Muy bien. ¿Y tú?

—Muy bien, muy bien. Acabo de llegar de Roma.

Rip sale de la habitación y entra en el cuarto de Trent y pone el canal de los vídeos musicales y sube el volumen.

—¿Dónde está Trent? —pregunto.

—Duchándose —dice Atiff—. Tienes buen aspecto. ¿Qué tal por New Hampshire?

—Bien —digo, y sonrío al que comparte la casa con Trent, Chris, que está sentado en la mesa de la cocina, hablando por teléfono. Me devuelve la sonrisa y se levanta y se pone a pasear muy nervioso por la cocina. Atiff habla de los clubs de Venecia y de que ha perdido una maleta de Louis Vuitton en Florencia. Enciende un pitillo italiano muy fino.

—He vuelto hace un par de noches porque me dijeron que las clases iban a empezar en seguida. Pero no estoy seguro de cuándo van a empezar. —Hace una pausa—. ¿Estuviste en la fiesta de Sandra, en Spago, ayer por la noche? ¿No? No estuvo muy bien.

Asiento y miro a Chris, que cuelga el teléfono y grita:

—¡Mierda!

—¿Qué pasa? —pregunta Atiff.

—Me han robado la guitarra y tenía escondidas dentro unas anfetas que le debía pasar a alguien.

—¿Qué es de tu vida? —le pregunto a Chris.

—Voy a la U.C.L.A.

—¿Te has matriculado?

—Más o menos.

—También compone música —dice Trent, que aparece en la puerta. Sólo lleva unos vaqueros y tiene el pelo mojado y se lo seca con una toalla—. Ponnos algo tuyo, Chris.

—Claro —dice Chris encogiéndose de hombros.

Chris va al estéreo y pone una cinta. Desde donde estoy puedo ver el jacuzzi, humeante, azul, con la luz encendida, y más allá un equipo de pesas y dos bicicletas. Me siento en el sofá y hojeo unas revistas que hay dispersas por la mesa. Un par de
GQ
, unos cuantos
Rolling Stone
, un número de
Playboy
y el número de
People
con la foto de Blair y su padre, y un ejemplar de
Stereo Review
y otro de
Surfer
. Cojo el
Playboy
y luego miro el póster enmarcado del álbum «Hotel California», colgado en la pared, y luego la sombra de las palmeras y las letras azules.

Trent dice que un tal Larry no va al instituto de cine. La música sale por los altavoces y trato de oírla, pero Trent sigue hablando de Larry y Rip hace ruidos histéricos en el cuarto de Trent.

—Su padre hizo una jodida serie que está entre las diez de más audiencia. Larry tiene su propia cámara y en la U.S.C. no le admiten. Tiene la cosa jodida.

—No le admiten porque es adicto a la heroína —grita Rip.

—Eso es una idiotez —dice Trent.

—¿A que no lo sabías? —dice Rip riendo.

—¿De qué demonios estás hablando?

—Pues era un tipo normal —dice Rip, bajando el volumen de la televisión.

—Mierda, Rip —grito yo—. ¿Y qué entiendes tú por normal?

—Pues normal, ¿qué va a ser?

—Mierda, nunca supuse eso de Larry —dice Atiff.

—Eres un mierda —grita Trent en dirección al dormitorio.

—Mira, Trent, me tocas los cojones —grita Rip.

—Vete a tomar por el culo —chilla Trent. Luego se ríe y vuelve al dormitorio—. ¿Ha hecho alguien las reservas en Monton’s?

Tengo la sensación de un déjà vu repetido y al abrir un
GQ
recuerdo las paredes de la habitación de mis hermanas. La música está muy alta y la canción parece interpretada por una niña y la caja de ritmos se oye demasiado. La voz de la niña canta:
«No sé dónde ir / No sé qué hacer / No sé dónde ir / No sé qué hacer / Dímelo tú / Dímelo tú…»

—¿Habéis hecho las reservas? —vuelve a gritar Trent.

—¿Tienes anfetas? —le pregunta Chris a Trent.

—No —responde Trent—. ¿Ha hecho alguien las reservas?

—¿Anfetas? —pregunta Atiff.

—Oye, no tenemos anfetas —le digo.

La música se acaba.

—Tenéis que oír otra canción —dice Trent, poniéndose una camisa.

Chris no le hace caso y coge el teléfono de la cocina. Marca y pregunta a alguien que está al otro lado de la línea si tiene anfetas. Chris hace una pausa y cuelga. Parece abatido.

—Hoy me ha hecho proposiciones un tipo —dice Rip entrando en el cuarto de estar—. Me abordó en Flip y me ofreció seiscientos dólares si iba a Laguna con él a pasar el fin de semana.

—Estoy seguro de que no fuiste el único al que le hizo proposiciones —dice Trent, saliendo del cuarto de estar y abriendo la puerta que da al jacuzzi. Se agacha y prueba el agua—. ¿Chris, tienes pitillos?

—Sí, en mi habitación, en la mesilla —dice Chris marcando otro número.

Vuelvo a mirar el póster y me pregunto si debería esnifar la coca que tengo en el bolsillo ahora, antes de ir a Morton’s, o cuando lleguemos allí. Trent sale de la habitación de Chris y quiere saber quién es el que está dormido en el suelo de la habitación de Chris.

—Es Alan, me parece. Lleva así como un par de días.

—Estupendo —dice Trent—. Estupendo de verdad.

—Déjale en paz, está con el mono o algo así.

—Vámonos —dice Trent.

Rip va al cuarto de baño y Atiff y yo nos ponemos de pie.

Chris cuelga el teléfono.

—¿Vas a estar aquí cuando vuelva? —le pregunta Trent.

—No, voy a ir a Colony por unas anfetas.

Mis sueños empiezan tranquilamente. Soy más joven y vuelvo a casa del colegio y el día está nublado, hay nubes grises y blancas y algunas color púrpura. Entonces se pone a llover y echo a correr. Después de correr por entre el agua que cae durante lo que parece mucho tiempo, de repente resbalo en el barro y caigo de bruces en el suelo porque la tierra está muy mojada. Empiezo a hundirme y se me llena la boca de barro y empiezo a tragarlo y el barro me sube hasta la boca y por fin me llega a los ojos y no me despierto hasta que estoy completamente hundido en él.

Empieza a llover en Los Angeles. Leo que hay casas que se hunden, que se deslizan colina abajo en medio de la noche, y me paso la noche entera despierto, habitualmente esnifando coca, hasta que al amanecer estoy seguro de que a nuestra casa no le ha pasado nada. Luego salgo a la humedad de la mañana y cojo el periódico, leo las críticas de cine y trato de ignorar la lluvia.

Los días que llueve no pasan muchas cosas. Una de mis hermanas compra un pez y lo mete en el jacuzzi y el calor y el cloro lo matan. Recibe unas llamadas telefónicas muy raras. Alguien llama, normalmente a altas horas de la noche, y cuando descuelgo la persona que ha llamado no dice nada durante tres minutos. Los cuento. Luego oigo un suspiro y cuelgan. Los semáforos de Sunset están estropeados. La luz amarilla se enciende en un cruce y luego la verde durante un par de segundos, seguida de la amarilla, y luego la roja y la verde se encienden al mismo tiempo.

Trent ha venido a verme. Llevaba un traje caro de verdad, dijeron mis hermanas, y conducía un Mercedes que no era suyo.

—Es de un amigo mío —les dijo Trent.

También les dijo que me dijeran que Scott ha tenido una sobredosis. No sé quién es ese Scott. Sigue lloviendo.

Y esa noche, después de tres de esas extrañas llamadas, estrello un vaso contra la pared. No viene nadie a ver qué ha pasado. Luego me tumbo en la cama, despierto, tomo veinte miligramos de Valium para contrarrestar la coca, pero no consigo dormir. Pongo el canal de los vídeos musicales y contemplo el Valle por la ventana y miro las luces de neón bajo el cielo púrpura de la noche y miro pasar las nubes y luego me tumbo en la cama y trato de recordar cuántos días llevo en casa y luego me levanto y paseo por la habitación y enciendo otro pitillo y luego suena el teléfono. Así son las noches cuando llueve.

Estoy sentado en Spago con Trent y Blair, y Trent dice que está seguro de que en la barra esnifan cocaína y yo le digo que por qué no se une a ellos y me dice que me calle. Como esnifamos medio gramo antes de salir de casa de Trent no tenemos hambre y sólo pedimos unos aperitivos y una pizza y seguimos bebiendo mosto y vodka. Blair sigue oliéndose la muñeca y canturrea mientras el single nuevo de Human League suena en el sistema estéreo.

Blair le pregunta al camarero, después de que nos sirva la cuarta ronda de cócteles, si estaba en el Edge la otra noche. El camarero sonríe y niega con la cabeza.

—Oye, ¿Walker es alcohólico de verdad? —pregunta Blair a Trent.

—Sí, es alcohólico —contesta Trent.

—Ya lo sabía. Pero, con todo, Walker es estupendo. Es muy agradable.

Trent ríe y se muestra de acuerdo, luego me mira.

Durante un momento me sobresalto y los miro a los dos y digo:

—Walker es muy agradable. —Aunque no sé quién es Walker.

—Sí, Walker me cae muy bien —dice Trent.

—Sí, Walker es una persona muy agradable —añade Blair.

—Creo que no os lo había dicho —empieza Trent—. Mañana voy a Springs a ver unos cactus mejicanos. Es de lo más típico que se puede ver por aquí. Mi madre me lo propuso y yo dije: «De ninguna manera», y ella dijo: «Nunca haces nada por mí», y me di cuenta de que era verdad, así que dije: «Muy bien, iremos», porque me dio pena, ya sabéis. Además, me han dicho que Sandy tiene una coca estupenda y también irá.

—Eres un chico muy agradable —dice Blair sonriendo.

Casi son las doce de la noche y alguien paga la cuenta y le digo a Trent, después de que Blair fuera al servicio, que no tengo ni idea de quién es Walker. Trent me mira y dice:

—Estás chiflado, ¿lo sabías?

—No estoy chiflado.

—Sí, tío, eres absurdo.

—¿Y por qué estoy chiflado?

—Porque lo estás.

—Eso es absurdo.

—A lo mejor no lo es.

—Pues vaya.

—Tú estás loco, Clay —se ríe Trent.

—No, no lo estoy —le digo, riéndome también.

—Sí, creo que lo estás. En realidad, estoy completamente seguro de ello —dice.

—¿Estás seguro?

Trent termina su copa, chupa un cubito de hielo y pregunta:

—¿Con quién follas ahora?

—Con nadie. Además, eso no es asunto tuyo ni de Blair, ¿entendido?

—Entendido —dice Trent.

— ¿Y tú con quién follas? —le pregunto.

No dice nada.

—Dime con quién follas —vuelvo a preguntarle.

—Por favor, Clay.

—Anda, dime con quién follas —repito una vez más.

—No lo entenderías.

—¿No entendería qué? ¿Qué es lo que no entendería? —le pregunto—. Si tiene algo que ver con Blair, te equivocas. Ella lo debería saber. ¿Todavía cree que andamos ligados? ¿Te dijo eso? Bien, pues no. ¿Entendido?

Se me están pasando los efectos de la coca y estoy a punto de levantarme para ir al servicio.

—¿Se lo has dicho? —pregunta por fin Trent.

—No —digo, mirándole.

—So zorro —dice muy despacio.

—¿Quién es el zorro? —pregunta Blair, sentándose.

—Roberto —dice Trent, apartando la vista.

No quiero dejar solos a Trent y Blair, conque me quedo allí sentado muy quieto.

—Bueno, a mí no me lo parece.

—Es que no lo es.

—Sólo es distinto —dice Blair.

—¿Por qué te gusta? —pregunta Trent, chupando otro cubito de hielo y mirándome.

—Porque… —dice Blair, poniéndose de pie.

—Porque no has estado muchas veces con él —dice Trent, que también se levanta, y Blair se ríe y a su vez añade:

—Puede ser. —Y está de mejor humor y me pregunto si habrá esnifado coca en el servicio. Probablemente. Luego me pregunto si eso importa.

Mientras esperamos a que traigan el coche, Blair y Trent se ríen de un modo que me irrita y luego ella mira al cielo, que está lleno de nubes, y se pone a llover. Entramos en el coche de Trent y ella pone una cinta y empieza a cantar Bananarama y Trent le pregunta dónde está la cinta de Beach-Mix y Blair le dice que está cansada de ella porque la ha oído demasiadas veces. Por algún motivo la creo y bajo el cristal de la ventanilla y nos dirigimos a After Hours.

La chica junto a la que estoy sentado en After Hours tiene dieciséis años y está muy morena y me dice que es trágico que en la KROQ tengan lista de éxitos. Blair está sentada frente a mí y junto a Trent, que está haciendo su imitación de Richard Blade para dos chicas rubias. Se acerca Rip, después de hablar con la estrella del pomo gay que está sentado en la barra con su novia, y susurra algo al oído de Blair y los dos se levantan y se van. La chica que está sentada junto a mí está borracha y tiene la mano en mi muslo y ahora pregunta si se ha incendiado The Whiskey y le digo que sí, claro, y Blair y Rip vuelven y se sientan y los dos parecen sobreexcitados; Blair mueve la cabeza adelante y atrás mientras mira a los que bailan; y Rip mira a todas partes buscando a la chica con la que vino. Blair saca un lápiz y se pone a escribir algo en la mesa. Rip localiza a la chica. Un chico alto y rubio se acerca a nuestra mesa y una de las chicas que está sentada junto a Trent se levanta de un salto y dice:

—¡Teddy! Creía que estabas en coma.

Teddy explica que no lo está, pero que le han quitado el permiso de conducir por circular borracho por la Pacific Coast Highway, y Blair sigue escribiendo en la mesa y Teddy se sienta. Me parece distinguir a Julian que se va, y dejo la mesa y voy a la barra y luego salgo y llueve mucho y oigo a Duran Duran sonando dentro y una chica a la que no conozco pasa a mi lado y me dice hola y yo le contesto y voy al servicio y cierro la puerta y me miro en el espejo. Llama gente a la puerta y me apoyo en ella, no puedo esnifar la coca y lloro durante unos cinco minutos y luego salgo y vuelvo al club, que está a oscuras y abarrotado, y nadie puede ver que tengo la cara hinchada y los ojos rojos y me siento junto a la chica rubia borracha y ella y Blair están hablando de sus calificaciones. Luego llega Griffin con una chica rubia muy guapa y me sonríe y los dos van a la barra a hablar con la estrella del porno gay y su novia. En un determinado momento Blair se marcha con Rip o quizá con Trent, o quizá Rip se marcha con Trent, o quizá Rip se marcha con las dos chicas rubias, y yo acabo bailando con esa chica y ella se pega a mí y me susurra que por qué no vamos a su casa. Y atravesamos la abarrotada pista y ella va al servicio y yo la espero ante una mesa. Alguien ha escrito «Auxilio» muchas veces con lápiz rojo en la mesa con letra infantil y hay números de teléfono alrededor de los veinte «Auxilio» y muchas palabras ilegibles alrededor de los números de teléfono. La chica vuelve y salimos de After Hours, pasamos junto a la chica que me dijo hola y que está llorando en la acera, y también pasamos junto a la estrella del porno gay, que fuma un porro; pasamos junto a cuatro tipos mejicanos que molestan a las chicas que entran y salen del club, y junto al empleado de seguridad y al que se ocupa del aparcamiento, que no deja de decirles a los mejicanos que será mejor que se vayan. Y uno de ellos me llama maricón de mierda y la chica y yo entramos en su coche y nos dirigimos a las colinas y llegamos a su habitación y me desnudo y me tumbo en su cama y ella va al cuarto de baño y espero un par de minutos y por fin sale envuelta en una toalla, y se sienta en la cama y pone mis manos en sus hombros, y dice que me quede quieto y luego que me apoye contra la cabecera de la cama y lo hago y entonces se quita la toalla y queda desnuda y de un cajón de junto a la cama saca un tubo de Bain De Soleil y me lo da y luego del mismo cajón saca unas gafas de sol Wayfarer y me dice que me las ponga, cosa que hago. Y me quita el tubo de crema solar y se echa un poco en los dedos y empieza a tocarse y me dice que haga lo mismo y lo hago. Al cabo de un rato me paro y trato de acercarme a ella pero dice que no, y vuelve a poner mi mano en mi cuerpo y su mano vuelve a empezar y la cosa sigue así un rato y le digo que me voy a correr y ella dice que espere un momento y que ya casi está y empieza a moverse más deprisa, separando las piernas, apoyándose en la almohada, y me quito las gafas de sol y me dice que me las vuelva a poner y me las pongo y entonces me corro y supongo que ella también. Bowie suena en el estéreo y ella se levanta y lo apaga y pone el canal de los vídeos musicales. Me quedo allí, desnudo, con las gafas puestas, y ella me da una caja de Kleenex. Me limpio y entonces veo un
Vogue
que hay al lado de la cama. Se pone una bata y me mira. Oigo un trueno a lo lejos y empieza a llover con más fuerza. Enciende un pitillo y empiezo a vestirme. Y luego llamo a un taxi y por fin me quito las Wayfarer y ella me dice que baje la escalera con cuidado para no despertar a sus padres. El taxi me lleva a casa de Trent y cuando entro en mi coche, en el asiento hay una nota que dice: «¿Lo has pasado bien?», y estoy seguro de que es la letra de Blair y vuelvo a casa.

Other books

Forbidden Fruit by Nika Michelle
An Off Year by Claire Zulkey
Uncovering You 10: The Finale by Scarlett Edwards
Miracles of Life by Ballard, J. G.
Dragons at the Party by Jon Cleary
Hearts and Diamonds by Justine Elyot
Little Triggers by Martyn Waites