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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

Rama Revelada (40 page)

—Más de ese maldito galimatías de las octoarañas —rezongó Max.

—No lo creo —contestó Nicole—. En realidad, se me alentó… pero Archie dijo que no podremos organizar un encuentro con la Optimizadora Principal hasta que la Matriculación haya terminado. Ese es el proceso que estuvo ocupando todo el tiempo de Jamie. Aparentemente, eso sólo ocurre cada dos años, o algo así, e interviene toda la colonia.

—¿Cuánto dura este asunto de la Matriculación? —preguntó Max.

—Tan sólo otra semana más. A Richard, Ellie y yo se nos invitó a participar esta noche en alguna faceta del proceso… Suena fascinante.

—De todos modos, Marius y yo no podremos partir sino hasta dentro de varias semanas —dijo Eponine—, así que aguardar una semana ciertamente no es problema.

En ese momento, Doctor Azul llamó a la puerta. La octoaraña ingresó en el dormitorio con el equipo especializado que iba a emplear en el examen de Marius. Max miró con desconfianza un par de bolsas de plástico que contenían seres que se retorcían y parecían fideos negros.

—¿Qué son esas malditas cosas? —preguntó con el ceño fruncido.

Nicole terminó de disponer sus propios instrumentos sobre la mesa, al lado de la cama.

—Max —dijo con una sonrisa—, ¿por qué no te vas a la casa de al lado durante los siguientes quince minutos, o algo así?

El entrecejo de Max formó una profunda V.

—¿Qué le van a hacer a mi niñito? ¿Hervirlo en aceite?

—No —rió Nicole—, pero de vez en cuando podrá parecer que eso es lo que le estamos haciendo.

Ellie alzó a Nikki y le dio un fuerte abrazo. La niñita dejó de llorar momentáneamente.

—Mami se va con Nonni, Boobah, Archie y Doctor Azul —dijo Ellie—. Volveremos después de la hora en que te vas a dormir… Vas a estar bien aquí, con la señora Watanabe y Kepler…

—No
quiero
quedarme aquí —protestó Nikki con su tono más desagradable—. Quiero ir con mami. —Besó a Ellie en la mejilla. Su rostro mostraba expectación.

Segundos después, cuando Ellie volvió a ponerla en el suelo, el bello rostro de Nikki se contrajo y la niña empezó a sollozar.

—¡No
quiero
…! —gritó, mientras su madre trasponía la puerta.

Ellie meneaba la cabeza mientras los cinco caminaban hacia la plaza.

—¡Ojalá supiera qué hacer por ella…! —se lamentó—. Desde que se produjo ese incidente en el estadio, se ha aferrado a mí…

—Podría ser nada más que una etapa normal —opinó Nicole—. Los niños cambian muy rápido a la edad de ella… Y Nikki ya no es el centro de la atención, ahora que Marius está aquí.

—Creo que el problema es más profundo que eso —dijo Ellie varios segundos después. Se volvió hacia Nicole—. Lo siento, madre, pero estoy convencida de que la inseguridad de Nikki tiene más que ver con Robert que con Marius.

—Pero hace más de un año que Robert se fue —terció Richard.

—No creo que eso importe —contestó Ellie—. En algún nivel, Nikki todavía debe de recordar cómo era tener a sus dos padres… Para ella probablemente parece como que primero la abandoné yo; después, Robert. No es de extrañar que se sienta insegura.

Nicole tocó a su hija con suavidad.

—Pero, Ellie, si estás en lo cierto, ¿por qué es sólo
ahora
que reacciona con tanta intensidad?

—No puedo decir con certeza —admitió Ellie—. Quizás el encuentro con el ser iguana le recordó lo vulnerable que era… y cuánto extraña la protección de su padre…

Oyeron el fuerte gemido de Nikki detrás de ellos.

—Sea lo que fuere que la está molestando —suspiró Ellie—, espero que se le pase y supere pronto, cuando llora así siento como si un cuchillo caliente me estuviera perforando el estómago.

No había transporte hacia la plaza. Archie y Doctor Azul seguían caminando, dirigiéndose hacia la pirámide en la que las octoarañas y los seres humanos normalmente mantenían sus reuniones.

—Esta es una noche muy especial —explicó Doctor Azul—, y hay muchas cosas que les debemos decir antes de que salgamos de la zona de ustedes.

—¿Dónde está Jamie? —preguntó Nicole mientras entraban en el edificio—. Creí, en principio, que iba a ir con nosotros… y ya que estoy en eso, ¿qué ocurrió con Hércules? No lo hemos visto desde el Día de la Munificencia.

Mientras ascendían juntos la rampa hacia el segundo piso de la pirámide, Doctor Azul les informó que esa noche Jamie estaba con sus compañeras octoaraña de matriculación, y que a Hércules se lo había “reasignado”.

—Santo Dios —dijo Richard en broma—, Hércules ni siquiera nos dijo adiós.

Las octoarañas, que todavía no habían aprendido muy bien a reconocer el sentido del humor de los seres humanos, se disculparon por los malos modales de Hércules. Después mencionaron que entre los seres humanos ya no habría una octoaraña en calidad de observador.

—¿A Hércules se lo despidió por alguna razón? —preguntó Richard, todavía en tono jocundo. Las dos octoarañas no prestaron la menor atención a la pregunta.

Ingresaron en la misma sala de conferencias en la que Nicole aprendió cómo era el proceso digestivo de las octoarañas. Varias láminas grandes del pergamino o cuero en el que las
octos
hacían sus dibujos y diagramas estaban en el rincón, mirando hacia la pared. Doctor Azul les pidió a Richard, Nicole y Ellie que se sienten.

—Lo que han de ver más tarde, hoy a la noche —dijo entonces Archie—, nunca antes fue visto por alguien que no fuera octoaraña, desde que se formó nuestra colonia aquí, en Rama. Tos trajimos con nosotros en un intento por mejorar la calidad de la comunicación entre nuestras dos especies. Es imperioso que entiendan, antes de que salgamos de esta sala y nos dirijamos hacia el Dominio Alternativo, no sólo lo que van a ver sino, también, cómo se espera que se comporten.

—Por ninguna circunstancia —añadió Doctor Azul— deberán perturbar las prácticas ni tratar de influir en alguien o algo que encuentren por el camino, ya sea yendo o viniendo. Ustedes habrán de seguir nuestras instrucciones en todo momento. Si no pueden, o si no quieren aceptar estas condiciones, entonces deben decírnoslo ahora y no los llevaremos con nosotros.

Los tres humanos se miraron unos a otros, alarmados.

—Ustedes nos conocen bien —dijo Nicole al fin—. Confío en que no van a solicitarnos que hagamos algo que no vaya de acuerdo con nuestros valores y principios. No podríamos…

—Eso no es asunto nuestro —interrumpió Archie—. Simplemente les estamos pidiendo que sean observadores pasivos, no importa lo que vean o experimenten. Si se sienten confundidos o asustados y, por alguna razón, no pueden localizar a uno de nosotros, siéntense, donde sea que estuvieran, con las manos a los costados, y esperen a que vengamos.

Hubo un breve silencio.

—No puedo hacer suficiente hincapié —continuó Archie— en lo importante que es el comportamiento de ustedes esta noche. La mayoría de los demás optimizadores objetó cuando solicité que se les permitiera asistir. Doctor Azul y yo hemos avalado personalmente su capacidad para no hacer algo que fuera inconveniente.

—¿Están nuestras
vidas
en peligro? —preguntó Richard.

—Probablemente no —contestó Archie—, pero
podrían
estarlo… Y si esta noche se fuera a convertir en una especie de fracaso, como consecuencia de algo que uno de ustedes hiciera, no estoy seguro… —En actitud muy desusada para una octoaraña, Archie no terminó la oración.

—¿Nos estás diciendo —dijo ahora Nicole— que nuestra solicitud para regresar a Nuevo Edén está condicionada, de algún modo, a todo esto?

—Nuestra relación —aclaró Archie— alcanzó una cima. Al compartir una parte crítica de nuestro proceso de Matriculación con ustedes estamos intentando alcanzar un nuevo nivel de comprensión. En ese sentido, la respuesta a tu pregunta es “Sí”.

Pasaron casi medio tert, dos horas de la cronología humana. Archie empezó explicando qué era la Matriculación. Jamie y sus compañeros habían terminado su adolescencia y estaban a punto de hacer la transición a la adultez. Mientras fueron crías, su vida estuvo mayormente controlada y no se les había permitido tomar decisión alguna de gran importancia. Al final de la Matriculación, Jamie y las demás jóvenes
octos
tomarían una sola decisión monumental, una que alteraría de modo fundamental el resto de su vida. Era el propósito de la Matriculación, y hasta de mucho del año final previo a la transición, brindar a las octoarañas adolescentes información que las ayudara a tomar esa importante decisión.

—Esta noche —dijo Archie—, a todos los jóvenes se los va a llevar, como grupo, al Dominio Alternativo, para ver…

Ni Ellie ni Nicole pudieron resolver, al principio, cómo traducir al inglés lo que las jóvenes octoarañas iban a ver. Finalmente, después de discurrir un poco entre ellas, y de varias oraciones de aclaración por parte de Doctor Azul y de Archie, las mujeres decidieron que la mejor interpretación de lo que Archie había dicho en colores era “una representación teatral de moralidad”.

Durante los siguientes minutos, la conversación sufrió una digresión, cuando Doctor Azul y Archie, en respuesta a preguntas de los humanos, explicaron que el Dominio Alternativo era una sección específica del territorio octoarácnido, que no se hallaba debajo de la cúpula.

—Al sur de la Ciudad Esmeralda —dijo Archie— hay otro asentamiento con un estilo de vida decididamente diferente del nuestro. Alrededor de dos mil octoarañas viven hoy en el Dominio Alternativo, junto con otros tres o cuatro mil seres más que representan una docena de especies diferentes. La vida que llevan es caótica y carente de estructura. Las octoarañas alternativas no tienen una cúpula sobre la cabeza para protegerlas, ni tareas asignadas, ni entretenimiento planeado, ni acceso a la información de la biblioteca, ni caminos ni hogares, salvo los que se construyen para sí mismas en forma colectiva, y una expectativa de vida que es de alrededor de un décimo de la que tiene la octoaraña promedio de Ciudad Esmeralda.

Ellie pensó en cómo la zona de Avalon había sido creada por Nakamura para lidiar con los problemas que los colonos de Nuevo Edén querían olvidar. Pensó en que, quizás, el Dominio Alternativo era un asentamiento similar.

—¿Por qué a tantos de sus congéneres, más del diez por ciento, si mi aritmética es correcta, se los forzó a vivir afuera de la cúpula? —inquirió.

—A ninguna octoaraña se la forzó a vivir en el Dominio Alternativo —dijo Doctor Azul—, todas están allá como resultado de una opción crítica.

Doctor Azul fue hacia el rincón y trajo algunas de las representaciones gráficas. Las dos octoarañas usaron ampliamente los diagramas durante la larga discusión que vino después. Primero explicaron que, centenares de generaciones atrás, sus biólogos habían identificado correctamente la conexión entre sexualidad en su especie y muchas otras características de comportamiento, entre ellas la ambición personal, la agresividad, el comportamiento territorial y el envejecimiento, por nombrar los más importantes. Este descubrimiento se hizo durante un período de la historia octoarácnida en el que se producía, por primera vez, la transición hacia la Optimización, pero, a pesar de la aceptación supuestamente universal de lo que, en teoría, era una base superior para la estructura de la sociedad de las octoarañas, la transición se vio seriamente obstaculizada por estallidos regulares de guerras, disensión tribal y otros hechos de mutilación social. Las octoarañas biólogo de la época especularon que sólo una sociedad asexuada, o una en la que sólo una pequeña fracción de la población tuviera sexo, podría someterse a los principios de la Optimización, en la que los deseos del individuo se subordinaban al bienestar de la colonia como un todo.

Una sucesión aparentemente interminable de conflictos convenció a todas las octoarañas precursoras de ese período, de que la Optimización no era más que un sueño tonto, a menos que se pudiera hallar algún método, o alguna técnica, para combatir el individualismo que inevitablemente trababa la aceptación del nuevo orden. Pero, ¿qué se podía hacer? Transcurrieron varias generaciones más antes de que se hiciera el brillante descubrimiento de que existían sustancias químicas especiales en un producto parecido a la caña de azúcar, llamado barrican, que realmente frenaba el desarrollo sexual en las octoarañas. Al cabo de varios centenares de años, los ingenieros genetistas
octo
lograron diseñar y producir una variación de este barrican que, si se ingería en forma regular, detenía por completo la llegada de la madurez sexual.

Casos y colonias testigo tuvieron un suceso que excedió en mucho los sueños más alocados, tanto de los biólogos como de los científicos políticos progresistas, las octoarañas sexualmente inmaduras respondían más a los conceptos grupales de la Optimización. Y no sólo no se producía madurez sexual en aquellas octoarañas que comían barrican en forma regular, sino que en ellas se producía un retraso en el envejecimiento también. El envejecimiento, los científicos octoaraña aprendieron entonces muy pronto, estaba conectado con el mismo mecanismo de reloj interno que la pubertad y, de hecho, las enzimas que hacían que las células no se reabastecieran adecuadamente en las octoarañas más viejas, ni siquiera se ponían en acción sino hasta un período específico
posterior
a la madurez sexual.

La sociedad octoarácnida experimentó rápidos cambios, aseveraron Doctor Azul y Archie, después de estos colosales descubrimientos. La Optimización se estableció con firmeza por doquier. Los científicos sociales octoaraña empezaron a prever una sociedad en la que las
octos
serían casi inmortales, muriendo únicamente como consecuencia de accidentes o por la súbita falla de un órgano principal y crítico. Octoarañas sin sexo poblaron todas las colonias y, tal como predijeron los biólogos, la ambición y agresividad personales casi dejaron de existir.

—Toda esta historia tuvo lugar hace muchas generaciones —dijo Archie—, y es, primordialmente, información de base para ayudarlos a ustedes a entender de qué se trata la Matriculación. Sin entrar en la compleja historia transcurrida, Doctor Azul va a resumir dónde estamos hoy, en nuestra colonia en particular.

—Cada octoaraña con la que se encontraron hasta ahora —empezó éste—, con excepción de los morfos enanos y los atiborrados, que son permanentemente asexuados, es un ser cuya madurez sexual fue retrasada por el barrican. Hace muchos años, antes de que un biólogo bribón mostrara cómo en nuestra especie se podía inducir, en forma genética, una clase diferente de sexualidad, sólo una octoaraña reina podía dar descendencia…

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