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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Confirmación (22 page)

3

Luego de una hora de charlar y beber, dándose frecuentes y apasionados besos, fue evidente para Tommy que Richie tenía otras intenciones con Cindy y que ella estaría totalmente dispuesta a lo que propusiera.

Visitaron un par más de pubs y cuando ya estaban achispados, Tommy propuso tomar la última copa en casa de Richie y las chicas aceptaron inmediatamente. Condujo con cuidado hasta el apartamento y llegaron sin el menor percance.

—Poneos cómodas —dijo Richie mientras se dirigía al mueble bar y comenzaba a servir copas para todos.

—Voy a preparar algo para picar —añadió Tommy dirigiéndose a la cocina para preparar algunos aperitivos, tanto alcohol no era bueno sin nada en el estómago.

«Además, hay que coger energías para lo que podrá seguir», pensó sonriendo con malicia.

Richie dejó las bebidas en la mesita del salón y entró a la cocina para ayudarlo.

—Hey… sabes lo que va a pasar dentro de un rato, ¿verdad? —cuestionó en voz baja.

—Saber, saber… nadie es infalible, pero me lo puedo imaginar. —Tommy puso varios mini sándwich en un platillo junto a otros que había en una bandeja con diferentes bocadillos que había preparado—. ¿Qué piensas sobre ello?

—Pues… si Sasha se entera nos mata —respondió Richie con una risita—. Pero como ni tú ni yo se lo vamos a decir, no hay problema. —Sonrió—. ¿Te das cuenta de que es la primera vez que tú y yo hacemos esto juntos?

—Bueno, realmente es la primera vez que hago esto… con tantas chicas —observó Tommy, sonrojándose ligeramente—. He estado con chicas, pero de una en una…

—Siempre hay una primera vez —susurró Richie, pellizcándole el trasero—. Ven, vamos ya que a las damas no se las hace esperar.

4

—Ya estamos aquí —dijo Tommy entrando con la bandeja en sus manos—. Comed lo que queráis, lo he preparado yo —añadió con una sonrisa tímida.

—¿En serio? —preguntó Brenda, probando un sándwich—. ¡Está muy bueno!

Rápidamente todos dieron cuenta de los bocadillos, alabando la mano de Tommy sin dejar de hacerle todo tipo de bromas, hasta que se hizo un silencio en el que se oyó claramente la voz de Carol, bastante achispada:

—¿Qué más sabes hacer?

—Tommy sabe hacer muchas cosas —dijo Richie, que estaba sentado entre Carol y Cindy—. Y también tiene dones muy especiales —finalizó con una carcajada.

—¿Qué dones? —preguntó Cindy.

—No sé… —Tommy se sonrojó intensamente y miró mal a Richie. Boqueó un par de veces tratando de decir algo, pero no fue capaz. Lo avergonzaba terriblemente esa conversación delante de unas chicas. Estaba seguro que si hubieran sido chicos no se habría cortado ni un pelo. Pero… ¡eran chicas!... Eran señoritas y a él lo habían educado para ser un perfecto caballero.

—Tonto —dijo Richie—. Somos adultos y estoy seguro de que a las chicas no les molestará. —Todas lo miraron con curiosidad—. ¿Queréis que os lo muestre?

—Sí —afirmaron a coro.

—Pues bien. —Richie se puso de pie riendo y le tendió la mano a Tommy para que se levantara, lo llevó hasta el centro del salón y se paró detrás de él—. ¡Ta ta ta chaaaan! —exclamó, y antes de que pudiera protestar, le bajó los pantalones de un tirón—. El
don
de Tommy —anunció, orgulloso.

—¡Ah! ¡Richie! ¿Qué haces? —exclamó sobresaltado, sin saber cómo taparse o dónde meterse, pues para variar, no traía ropa interior.

Las chicas se quedaron mudas y Carol soltó una risita nerviosa. Brenda lo miró con interés y preguntó:

—Hombre, no es la primera vez que vemos una… aunque esta es…es… ¿cuánto mide?

—Pues… —Tommy se sonrojó al ser observado con tanta insistencia, miró para otro lado pero contestó, pues ya no tenía remedio—. En reposo veinte centímetros… en… erección, veintisiete.

Las chicas intercambiaron una mirada nerviosa, y Carol le dio un codazo a Brenda, que no apartaba los ojos del muchacho.

—¿Y tú, Richie? —Quiso saber Cindy.

El pelirrojo se encogió de hombros.

—Bueno… no tengo la suerte de Tommy, pero tampoco creo estar muy mal. —Se bajó con soltura los pantalones—. ¿Qué os parece? trece en reposo y diecisiete en erección.

—Cielos —dijo Brenda—. Eso es algo más normal, sin ánimo de ofender —añadió mirando a Tommy.

—Gracias —dijo Richie, sin subirse los pantalones—. ¿Y vosotras? ¿No tenéis algunos
dones
que quisiérais mostrarnos?

—Bueno, nosotras también tenemos cosas que medir. —Cindy y Brenda se levantaron y se quitaron rápidamente sus blusas y sus sujetadores, después alentaron a Carol que se sentía un poco más tímida pero acabo quitándose la parte superior también.

—Pues ya que estamos, pongámonos cómodos del todo —añadió Tommy desnudándose completamente y dirigiéndose hacia el dormitorio—. Venid, aquí estaremos mucho mejor.

Richie hizo lo propio y dejó su pantalón sobre la alfombra, luego les tendió la mano a las chicas y Brenda la tomó. Cindy tiró de Carol y los cuatro entraron al dormitorio donde Tommy los aguardaba, junto la cama.

—¡Qué cama tan grande! —susurró Brenda.

—Grande y fuerte. Esta cama ha aguantado un montón de cosas. —Tommy sonrió con picardía, y para demostrarlo se tumbó sobre ella de un salto—. Pero creo que nunca ha tenido tantas bellezas como vosotras. —Miró a Richie para asegurarse—. O eso creo… ¿Richie?

—Cierto… nuestros acompañantes suelen ser más… —Richie pensó unos momentos en Sasha—. Contundentes, y no tan bellos.

El grupo terminó recostándose en la cama, junto a Tommy. Se miraron por unos momentos, dudando si proceder o no, y Richie tomó la iniciativa dándole a Cindy un beso prolongado.

Brenda no se hizo esperar y se lanzó a besar apasionadamente a Tommy mientras Carol no sabía qué hacer. Cuando Brenda comenzó a bajar por el cuerpo de Tommy dando húmedos besos, él se percató de la incertidumbre de Carol y la atrajo hacia él para besarla a su vez.

Rotas las inhibiciones, todos comenzaron a acariciarse y besarse: Brenda y Carol con Tommy, mientras que Richie colmaba de atenciones a Cindy.

Los minutos pasaban, ruidos húmedos y jadeos inundaban la habitación, pero una tonta idea no abandonaba la mente de Tommy.

«Él ya no quiere estar conmigo». Ver a Richie dedicándose a Cindy lo hacía sentirse ignorado. Estaba acostumbrado a que se desviviera por él siempre que estaban en la cama y ahora lo veía desvivirse por ella. Los celos lo estaban corroyendo.

Richie estaba a mil por hora, simplemente no podía dejar de tocar a esa belleza rubia que tenía entre los brazos. Sus manos acariciaban su monte de venus y se hacían más audaces, rozando la cara interior de sus muslos, pero sin tocar realmente una zona sensible, mientras que sus labios ávidos le succionaban los pezones en forma alternativa. Completamente perdido en su placer, dejó de lado a Tommy, que, al no soportar que lo siguiera ignorando, se apartó con delicadeza de las chicas, tomó a Richie por el cuello y lo atrajo con suavidad y firmeza, para comenzar a besarlo con avidez ante las sorprendidas miradas de sus acompañantes.

Richie se dejó hacer un tanto sorprendido, pero correspondió al beso con ardor, acariciando la espalda de Tommy para atraerlo más cerca. El beso se profundizó hasta que la falta de aire los hizo separarse y mientras Richie le besaba el cuello, Tommy le susurró al oído:

—Quiero follarme a Cindy. —Tras un hondo suspiro, añadió—: Quiero follarme a las tres a la vez mientras tú me follas a mí. ¿Me dejarás?

—¡Joder! ¿Tú…? —Richie no pudo evitar sonreír—. De acuerdo. —Le dio un ligero beso en los labios y le dejó el campo libre, mientras se acercaba a Brenda y Carol.

Luego de varios movimientos, y con la complicidad de Richie, Tommy logró realizar lo que se había propuesto.

La noche se llenó de gemidos que se prolongaron hasta el amanecer. Todas las inhibiciones fueron rotas y finalmente, agotados, los cinco se quedaron dormidos en un lío sudoroso de brazos y piernas.

5

Richie se despertó porque alguien lo sacudía con prisa. Abrió los ojos, medio dormido aún, y se encontró con Brenda a medio vestir, tratando de despertarlo.

—Tengo que ir a casa ya —susurró—. ¿Puedes llevarnos?

El pelirrojo se desperezó, un poco fastidiado. Le dolía el cuerpo de tanto follar y a su lado, Tommy dormía como una piedra.

—Claro —dijo—. Podéis usar la ducha, mientras despierto a esta marmota.

Las chicas entraron a la ducha haciendo bastante ruido, pero Tommy no se movió.

—Sé que me estás oyendo —dijo Richie a su oído—. Y sé que odias levantarte temprano, pero hay que llevarlas.

Tommy gruñó algo y se dio la vuelta.

—Sí… sé que yo lo prometí. Pero no es justo…

Otro gruñido y Tommy se cubrió la cabeza con la almohada.

—Está bien… pero me cobraré ésta —sentenció el pelirrojo levantándose. Se puso ropa deportiva, y luego de lavarse como pudo en la cocina, se sentó a esperar a las chicas en el salón.

Ellas estaban un poco avergonzadas, como si a la luz de la mañana hubieran descubierto que casi habían protagonizado una película porno con ellos. Richie procuró ser amable y las llevó a casa, anotando sus números de teléfono para alguna eventual cita.

6

Cuando Richie volvió a casa, Tommy seguía durmiendo, y como a él se le había pasado el sueño, se dispuso a limpiar un poco. Eran casi las doce y el salón estaba hecho una calamidad, de modo que recogió la ropa, las botellas y la comida y comenzó a barrer. Luego prepararía un buen desayuno para Tommy, pues estaba seguro de que despertaría con un hambre atroz.

Sonrió un poco al recordar la nochecita. Sí… él y Tommy hacían un buen equipo. Si tan sólo Sasha fuera bisexual… Pero no. El ruso habría puesto el grito en el cielo y huido, o peor, arrastrado a Tommy con él.

Como si le hubieran leído la mente, alguien tocó la puerta y al abrir encontró a Sasha en el umbral, sonriente y relajado.

—¡Hola! —dijo el pelirrojo, besándolo en los labios—. ¿Qué tal estuvo tu cena?

—No te imaginas —dijo Sasha—. Los japoneses nos pidieron que los llevásemos a un club de
striptease
. Deberías haber visto a Alex… —Entró hacia la mitad del salón y miró los restos de la juerga—. ¡Vaya! Parece que aquí también hubo acción.

—Un poco —reconoció el pelirrojo, que dudó si comentarle sobre la orgía, pero decidió no hacerlo. A veces Sasha era muy posesivo cuando se trataba de Tommy.

—¿Estás solo?

—Tommy está dormido, ve a ver si consigues despertarlo, a mí no me hace caso —dijo Richie, sonriendo, y continuó la limpieza del salón.

7

Sasha entró a la habitación y un vistazo bastó para mostrarle que sus amigos no habían estado solos esa noche. Los juguetes sexuales de Richie estaban por todos lados y en el piso encontró un estuche con un lápiz de labios.

Alzó las cejas. Quizá alguno de los amigos de Richie se pintara la boca… abrió el estuche y leyó «Cindy». Inmediatamente después lanzó una mirada incrédula a la figura dormida en la cama y volvió al salón.

Richie había llevado los vasos a la cocina y antes de que los lavara, el ruso contó cinco. Y tres de ellos tenían lápiz de labios.

El pelirrojo preparaba una tortilla, mientras tarareaba suavemente, pero se calló apenas vio a Sasha.

—¿Qué?

—Nada —dijo el ruso—. Voy a despertar a Tommy.

Volvió al dormitorio y avanzó hacia la cama, sin poder evitar sentirse molesto. Sabía que Richie era bisexual y que solía salir con chicas y eso jamás había sido un problema para él. También sabía que Tommy lo hacía de vez en cuando, aunque prefería ignorarlo. Pero ahora esos dos se las habían arreglado para montar una orgía. Y a una orgía seguía otra, y luego otra… Y…

No…

Tommy no podía hacer eso. ¡Tommy no podía volverse heterosexual!

Comenzó a levantar todos los juguetes de Richie y abrió el armario para lanzarlos allí, pero entonces sus ojos se fijaron en una caja, semicubierta por un maletín y recordó su sorpresa largamente guardada.

Una idea se formó instantáneamente en su cerebro y sin pensarlo más, sacó la caja y se vistió con su traje sado, para después dirigirse a la cama de Tommy y retirar las cobijas de un tirón.

—Despierta, perezoso —ordenó.

—Mmm… tengo sueño… déjame dormir un rato más —murmuró Tommy dándose la vuelta y enterrando la cara en la almohada.

—He dicho A-H-O-R-A —silabeó Sasha, arrebatándole la almohada.

—No quiero —gruñó Tommy y tras estirarse como un gato, siguió durmiendo.

Sasha se quedó mirándolo por un momento, sin saber qué hacer. Por una parte deseaba comérselo a besos, pero por otra, quería castigarlo por sus recientes actividades. Luego de pensarlo, entró decididamente al baño y volvió con un vaso de agua fría, que echó sin contemplaciones en el rostro y cuerpo de Tommy.

—¡Pero qué demonios…! —exclamó sorprendido y se sentó de un salto en la cama—. ¿Te has vuelto loco, Sasha? —preguntó para acto seguido levantar una ceja al ver su atuendo. Se miraron un largo rato y se echó a reír—. Sí, definitivamente te has vuelto loco.

Sasha enrojeció vivamente y se miró de reojo en el espejo. En su opinión, se veía sexy… Tommy era el que estaba loco. Sin pensarlo mucho más, se arrojó sobre él arreglándoselas para aprisionarlo bajo su cuerpo, y le sujetó las muñecas.

—No me he vuelto loco. Eres tú el que necesita que lo aten… ¿Qué estuviste haciendo anoche, pequeño Tommy?

—¿Tú qué crees? —Tommy lo miró, desafiante. Trató de apartarlo agitándose, pero no pudo. Aunque Sasha era más bajo, siempre había sido más fuerte. Las horas de gimnasio se notaban.

—Pues… —Sasha recorrió la habitación con la mirada—. Sé que montasteis aquí una pequeña orgía sin mi permiso —dijo con suavidad, pero presionó las muñecas de Tommy y lo miró a los ojos.

—¿Desde cuándo tenemos que pedirte permiso para hacer cualquier cosa? —preguntó Tommy con desafío, mirándolo con los ojos entrecerrados y los labios apretados, para finalmente levantar sus caderas tratando de empujarlo.

—Desde que soy tu amo —replicó Sasha, usando toda su fuerza para sujetarlo. Las cosas no estaban saliendo como las había planeado, pero no pensaba dar marcha atrás.

En ese momento Richie se asomó con la bandeja del desayuno con la que había pensado sorprender a Tommy y casi la dejó caer al ver la escena, dudando si intervenir o no, pero finalmente decidió averiguar hasta donde pensaba llegar Sasha y volvió a la cocina en silencio.

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