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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Confirmación (26 page)

—No es necesario —respondió rápidamente el ruso—. He alquilado una limusina.

—Oh —En la puerta del edificio, como había afirmado Sasha, esperaba la limusina—. No se me había ocurrido… qué tonto soy.

—Descuida. Aproveché a la secretaria de Alex para que hiciera reservas y organizara todo. Cree que llevaré a cenar a mi novia —mintió Sasha. La verdad era que él había cuidado de cada detalle, y se moría de impaciencia por llegar.

El viaje se les hizo corto, hablando y haciendo bromas, hasta que llegaron a la zona de Primrose Hill y tomaron Regent Park Road. El restaurante estaba allí, enorme y cálido, decorado al estilo ruso.

Sasha había conseguido las reservaciones valiéndose del laboratorio y del nombre de Alex, y mientras los conducían a su mesa, miró de reojo a Tommy.

—¿Te gusta?

—Es muy acogedor. —Tommy miró alrededor. Al fondo había un escenario donde una pequeña orquesta tocaba canciones rusas e incluso llevaban ropas típicas. La sala estaba atiborrada de pequeñas mesitas que miraban al escenario y en las paredes de los lados había pequeñas salitas con cortinas que permitían ver el espectáculo si se deseaba o cerrarlas para mayor intimidad—. Sí, me gusta.

El rostro de Sasha se iluminó pensando en que sería fabuloso volver a su país con Tommy y llevarlo a conocer los lugares que habían hecho dichosa su infancia.

Cuando entraron a la pequeña salita que había reservado, espió atento cada reacción de su amigo. Sobre la mesa había un enorme
bouquet
de rosas rojas y el decorado incluía velas e iluminación tenue.

—Rosas… —susurró Tommy mientras acariciaba un pétalo con la punta de sus dedos. Las rosas rojas siempre le recordaban el invernadero de los Andrew—. Se nota que es San Valentín, todo está invadido de corazones y rosas. —Tomó con cuidado uno de los más hermosos capullos, lo cortó con los dedos y se lo puso en la solapa a Sasha—. Ahí queda perfecta. —Sonrió.

Sasha sonrió también. Era un momento mágico y no quería que nada lo arruinara. Se alegró de que Tommy no hubiera preguntado qué hacía un ramo de rosas en una cena de amigos, y se alegró aún más cuando los dejaron solos para elegir el menú. Estaba escrito en ruso y en inglés y se acercó a Tommy con el pretexto de explicarle lo que era cada cosa, aprovechando para entrelazar sus manos en un gesto casual.

Junto al lugar de Tommy había un sobre color rojo que él no había visto y Sasha se preguntó cuánto tardaría en descubrirlo.

—Como vamos a pagar a medias… ¿Qué te parece si tiramos la casa por la ventana y pedimos caviar beluga y champán? —preguntó Tommy sin apartar la vista del menú. Como estaba oscuro, se había quitado las gafas de sol para poder leer bien—. Creo que tomaré salmón ahumado de primero y
golonka
[11]
de plato fuerte.

—Buena elección —dijo Sasha—. Pero el champán corre por mi cuenta, ya lo había pedido. Podemos compartir el caviar. Yo también pediré salmón ahumado y
bigos
[12]
. ¿Qué pedimos de postre? —Colocó su menú encima del sobrecito y se hizo el desentendido esperando que Tommy lo descubriera.

—¿Tarta de chocolate húngaro? —preguntó Tommy y dejó su menú sobre el otro, aún sin percatarse del sobrecito rojo.

—De acuerdo —dijo Sasha.

El camarero tomó el pedido y se llevó los menús. Volvieron a mirarse. Los ojos de Tommy brillaban con la luz tenue de las velas, la música de fondo era suave y hablaba de romance. Todo era perfecto y Sasha se encontró imaginando que en verdad eran novios y estaban celebrando su día.

—¿Qué es esto? —preguntó Tommy señalando el sobrecito rojo, pero sin tomarlo.

—Eh… algo que compré ayer por la tarde… Una tontería —dijo Sasha con el corazón latiéndole a mil por hora—, pero ábrelo… me pareció curioso.

Tommy lo hizo.

—¡Oh! —exclamó cuando vio la tarjeta que tenía de fondo una hermosa puesta de sol y una cita de una canción de Queen: «La Eternidad es nuestro ahora». Abajo, en letra minúscula, Sasha había escrito: «Para siempre» y había firmado—. Gracias —susurró y le dio fugaz beso en los labios.

Sasha lo sujetó por la cintura y profundizó el beso, hasta que ambos se separaron sonrojados. Era la primera vez que se besaban en un sitio público no gay que no fuera un cine a oscuras, y aunque la cortina del apartado estaba cerrada y nadie los veía, sintieron que lo que habían hecho era muy audaz.

—Gracias —volvió a susurrar Tommy. Apretó la tarjeta contra su pecho como siempre hacía con los regalos de Sasha y la guardó en el bolsillo de su chaqueta con cuidado de no doblarla.

La atmósfera romántica invitaba a muchas cosas y Sasha se dejó llevar un poco por ese ambiente. Abrazó a Tommy y atrajo su rostro para contemplarlo a la luz de las velas.

—Tus ojos se ven bellos sin esas gafas —susurró muy despacio.

Tommy no dijo nada pero se sonrojó intensamente. Era increíble cómo aún podía sonrojarse siendo ya un hombre. Quizás por eso resultaban más adorables en él esos sonrojos. Una tímida sonrisa invitó a Sasha a apoderarse nuevamente de sus labios.

El beso que siguió fue inevitable. Los labios de Sasha acariciaron los de Tommy con suavidad antes de de reclamarlos con mayor firmeza. Era su modo de decirle que lo amaba, que lo hubiera dado todo para que estuvieran juntos.

Pero Sasha no se decidiría a hablar. No mientras estuviera inseguro de Tommy. Se había vuelto más desconfiado desde la famosa orgía que sus amigos habían montado con esas chicas de las que poco sabía. Se decía que la desconfianza era mala y la trataba de reprimir, pero la semilla estaba brotando y luego crecería con profundas raíces y frutos amargos.

Estaba seguro de que Tommy lo amaba, pero no creía posible que renunciara a su diversión para mantener una relación formal y él no podría mantenerla de otro modo. Por eso callaba, a pesar de que todos sus demás actos hablaban de amor.

Y por eso calló una vez más, contentándose con la calidez del beso.

6

Tommy se dejó besar con satisfacción pensando que no podía imaginar un sitio mejor en el que estar que no fueran los brazos de Sasha, menos aún en un día tan especial, porque para él San Valentín era el día de los enamorados.

Quería a Sasha con toda su alma, pero sentía que había un muro entre ellos y no sabía cómo había sido levantado. Quería decirle que lo amaba, pero siempre había reaccionado mal cuando lo había intentado y no quería estropear lo que parecía iba a ser un día maravilloso. Así que optó por lo más fácil: se olvidó de todo, vació su mente y simplemente se dejó besar.

Se separaron sonrojados cuando la cortina se abrió y les trajeron los aperitivos. La botella de champán fue descorchada y sus copas servidas, y mientras ambos las cogían, el mesero sirvió el caviar y los dejó solos nuevamente.

—Brindemos —dijo Sasha, alzando su copa y la acercó a la de Tommy—. Por estar juntos en este día… Por nosotros… —El discurso que había pensado para la ocasión se le borró de la mente en cuanto vio su sonrisa.

—Por nosotros —dijo Tommy—. Por estar siempre juntos... —añadió en un suave murmullo y se llevó la copa a los labios para vaciarla de un trago.

Siempre juntos.

Sí, era un hermoso pensamiento y en esos momentos no parecía haber nada que les impidiera realizarlo.

7

Sasha sonrió al ver beber a Tommy. Probaron el caviar, charlaron, se besaron y siguieron riendo hasta que volvieron a ser interrumpidos cuando el camarero les trajo el resto de los platos. Al estar en un privado servían todo de vez para preservar la intimidad de los clientes.

El resto de la cena lo pasaron del mismo modo, hablando, riendo y dándose apasionados besos sin venir a cuento. Se dieron a probar sus platos mutuamente y Sasha acabó dándole parte de su pastel de chocolate a Tommy.

—Ahora todo lo que nos falta es música romántica y baile a la luz de las velas —bromeó Sasha, que había planeado eso también.

—Pues aquí no creo que lo encontremos —observó Tommy, un poco achispado por el champán.

—No sé… es el día de los enamorados… y de la amistad, claro. Seguramente algún loco lo pedirá…

Como respondiendo a esas palabras, comenzó a sonar suavemente la música de un violín, muy cerca, como si estuviera a un lado del apartado, como efectivamente era.

Sasha sonrió disfrutando del efecto creado. La música era
Love of my life
, de Queen.

—Oh, esa canción. ¡Adoro esa canción! Bailemos —pidió Tommy, tomándolo de la mano. Sasha le rodeó la cintura y juntos iniciaron un lento baile, el primer baile romántico a solas de toda su vida.

Muy despacio, Sasha comenzó a cantar las estrofas de la canción, recordando aquella vez en el concierto de Wembley, cuando la oyeron juntos. Esa canción era muy especial, y Sasha estaba seguro de que marcaría sus vidas de alguna manera, como una especie de
karma
del que no podrían escapar.

—Esto es perfecto —murmuró Tommy antes de apoyar la cabeza en el hombro de Sasha—. Es absolutamente perfecto.

—Sí. —susurró Sasha. Todo parecía tan natural, tan normal que se alegró profundamente de no tener que dar explicaciones. Estaban celebrando como novios el día de los enamorados, aunque ninguno de los dos lo dijera, esperaba que Tommy lo comprendiera así.

La canción terminó pero ellos siguieron de pie, abrazados, y Sasha temió que si decía algo, rompería la magia, así que se limitó a acariciar suavemente la espalda de Tommy mientras seguían moviéndose lentamente.

—Te… quiero —dijo él e inmediatamente lo besó. Iba a decir «te amo», pero en el último momento temió hacerlo enfadar.

Sasha se sorprendió por esa reacción. No se la esperaba y eso era lo que más le gustaba de Tommy. Esa espontaneidad que a veces le traía problemas, esa naturalidad con la que hacía las cosas. Atrapado en medio de un apasionado beso, se perdió completamente en él y sólo se separaron cuando el aire les comenzó a faltar.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Tommy. La cena obviamente había acabado y aunque el restaurante aún estaría abierto varias horas, no podían quedarse ahí todo ese tiempo. Tenía la ligera sospecha de que Sasha había más que planificado esa salida y eso le hacía sentir un cosquilleo en el estómago.

—Pues no sé… depende de ti —dijo Sasha—. Podríamos ir a bailar o podríamos pasar la noche en un hotel.

—Ajá. —Ahora Tommy estaba más que seguro que Sasha sí había planeado esa noche. Con una sonrisa traviesa decidió jugar un poco—. ¿A ti qué te apetece?

—No sé, bailar es divertido, pero es lo que hacemos casi siempre. Podríamos hacer algo distinto… A menos que desees ir a bailar.

—Bueno… y también podemos bailar en un hotel, sólo hace falta música —replicó Tommy, juguetón—. ¿Tienes pensado algún hotel en especial?

—Pues… —repuso Sasha, sonriendo para sí—. No había pensado en nada pero Alex estuvo llamando a varios hoteles toda la tarde y le pedí a su secretaria que reservase una habitación en el
Hampstead Britannia Hotel
, por las dudas. De hecho, pensaba que si salíamos a bailar sería tarde para volver al
college
, así que preferí asegurarme.

—Ya veo. —Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de Tommy—. Entonces ¿qué? ¿Nos vamos?

—Claro. —Sasha pidió la cuenta. Luego de discutir sobre quién pagaría la mayor parte, pagaron y salieron del restaurante.

La noche estaba agradable y decidieron caminar hacia el hotel, que curiosamente estaba cerca del Trojka
.
Apenas llegaron, Sasha pidió la habitación que había reservado. Antes de entrar en ella, se aseguró de que Tommy fuera el primero para que viera lo que había hecho preparar.

8

La habitación era una pequeña
suite
. Cierto que Tommy había visitado con sus padres hoteles de lujo con enormes habitaciones, pero ésta le pareció total y completamente adorable.

Había una pequeña salita con una mesa sobre la que descansaban unas botellas de champán en una gran cubitera y un ramo de rosas rojas.

Tras un biombo que hacía de separador de ambientes, se encontraba el dormitorio. La cama con sábanas de satén color marfil estaba completamente cubierta de rojos pétalos de rosa. Velas aromáticas le daban un ambiente acogedor a ambas habitaciones y había un enorme globo en forma de corazón que decía: «
Te amo
».

A un lado del dormitorio había una puerta entreabierta y se adivinaba tras ella la luz de más velas. Tommy se acercó y la empujó, para ver un amplio jacuzzi donde más pétalos flotaban y la luz de las velas iluminaba todo cálidamente.

—Vaya, parece que en este hotel se toman en serio lo de San Valentín —dijo con humor. Era más que obvio que todo eso lo había preparado Sasha y que acabar en esa habitación había sido el objetivo principal toda la noche. No acaba de entender cómo su pragmático amigo había decidido hacer algo así. Por un lado deseaba preguntárselo, pero por otro temía romper la magia que estaba envolviendo la velada.

—Debieron confundirse. Te dije que la secretaria creyó que saldría con mi novia… De cualquier modo, ¿te gusta?

Tommy decidió tomarle el pelo un poco.

—Un poco recargado, ¿no?

—¿Recargado? —Sasha se sintió completamente desilusionado. Había pedido especialmente todos esos detalles y honestamente, pensó que a Tommy le gustarían—. Sí… seguramente se dejaron llevar por las fiestas y exageraron un poco —dijo en voz baja.

—Debió ser eso… —Tommy vio la decepción en sus ojos y se sintió culpable. Imaginó la ilusión que habría puesto en todos los preparativos y lo mucho que debía haberle costado decidirse a hacerlos. Se acercó a Sasha sin estar seguro de poder arreglar su comentario—… O debió ser un rusito muy mentirosillo que decidió preparar la habitación sin siquiera saber si yo iba a venir…

—¿Qué? —exclamó Sasha—. ¿De qué hablas?

—Vamos, confiesa. —Tommy apoyó los brazos sobre sus hombros y lo miró haciendo un mohín—. Esto no lo ha preparado el hotel, lo has hecho tú… Espero que para mí. —Frunció el ceño. Durante un segundo pensó que podría haberlo preparado para otra persona, pero lo descartó. Le parecía increíble que Sasha hubiera hecho algo tan romántico para él. No quiso interrogarse sobre los motivos que podría haber tenido para hacerlo, simplemente decidió disfrutarlo.

—No… yo… —comenzó Sasha, pero se detuvo sin completar la frase—. Tienes razón, fui yo —confesó finalmente—. Pensé que te gustaría. Es obvio que me equivoqué.

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