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Authors: Jerry Pournelle & Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

La paja en el ojo de Dios (83 page)

Un nombre asaltó el pensamiento de Herb Colvin. Lord Roderick Blaine, presidente de la Comisión Imperial Extraordinaria... Colvin alzó los ojos al mamparo y vio la mancha familiar en uno de los puntos que había tenido que ser reparado después del combate de la
Defiant
con la
MacArthur.
La magnífica tripulación de Blaine había hecho aquello, y era un trabajo bastante bueno. Colvin admitió a regañadientes que era un hombre de gran capacidad. Pero de todos modos, la herencia pesa mucho, demasiado, en la elección de los dirigentes. La democracia rebelde de Nueva Chicago tampoco lo habría hecho demasiado bien. Volvió a la carta de Grace.

Blaine tenía un nuevo heredero, su segundo hijo. Y Grace colaboraba en aquel Instituto que había fundado Lady Blaine. Su mujer estaba emocionada porque hablaba muy a menudo con Lady Sally e incluso la había invitado a su casa para que viese a sus hijos...

La carta seguía, y Colvin continuaba leyéndola por obligación, pero era un esfuerzo hacerlo. ¿Es que nunca se cansaría Grace de hablar de la aristocracia? Nunca estaremos de acuerdo en política, pensó, y miró cariñosamente su fotografía. Dios mío, cómo te echo de menos...

Sonaron señales por la nave y Herb metió las cartas en su escritorio. Tenía que ponerse a trabajar; al día siguiente subiría a bordo el comodoro Cargill para inspeccionar la flota. Herb se frotó las manos pensándolo. Esta vez le enseñaría a los imperiales cómo debía dirigirse una nave. El ganador de aquella inspección disfrutaría de unas vacaciones extra en tierra, y se proponía que lo consiguiera su tripulación.

De pronto, relampagueó en la escotilla de visión un pequeño punto de luz blanco amarilla. Cualquier día de éstos, pensó Herb. Algún día entraremos allí. Con todo el talento del Imperio trabajando para resolver el problema, encontraremos la forma de gobernar a los pajeños.

¿Y cómo nos llamaremos entonces?, se preguntó. ¿El Imperio del Hombre y el Pajeño? Sonrió y salió a inspeccionar su nave.

La mansión de Blaine era grande, con jardines cubiertos, provistos de grandes árboles que protegían los ojos del sol brillante. Las habitaciones eran muy cómodas, y los Mediadores habían llegado a acostumbrarse a la presencia de los infantes de marina que les custodiaban. Ivan, como siempre, les trataba como si fuesen sus propios Guerreros.

Había trabajo. Tenían conferencias diarias con los científicos del Instituto, y para los Mediadores estaban además los niños de Blaine. El mayor hablaba ya unas cuantas palabras en lenguaje pajeño y podía leer los gestos como un joven Amo.

Estaban cómodos, pero, aun así, era una jaula; y por las noches veían el brillante
Ojo rojo
y su pequeña Paja. El Saco de Carbón quedaba arriba, muy alto, en el cielo nocturno. Parecía un Amo encapuchado, ciego de un ojo.

—Tengo miedo —dijo Jock—. Por mi familia, mi civilización, mi especie y mi mundo.

—Eso es, piensa en grande —dijo Charlie—. ¿Por qué desperdiciar tu poderoso cerebro con las cosas pequeñas? Mira... —Su voz y su postura cambiaron; pasó a hablar de cosas serias—. Hicimos lo que pudimos. Este Instituto de Sally no servirá de nada, pero continuemos cooperando. Demostremos lo cordiales e inofensivos, lo honrados que somos. Y mientras, el bloqueo funciona y seguirá funcionando siempre. No queda un agujero para salir.


Lo hay —dijo Jock—. Ningún humano parece considerar que los Amos podrían llegar al Imperio a través del espacio normal.

—No hay ningún agujero

repitió Charlie; movió dos brazos para subrayarlo—. No habrá ningún agujero abierto antes del próximo colapso. ¡Maldita sea! ¿Quién podría construir otra sonda de Eddie el Loco antes de que llegue el hambre? ¿Y dónde la enviarían? ¿Aquí, en medio de sús flotas? —hizo una señal despectiva—. ¿Quizás al Saco de Carbón, hacia el corazón del Imperio? ¿Has pensado en los lásers de lanzamiento...? Demasiado grandes para superar el polvo del Saco de Carbón. No. Hemos hecho todo lo posible, y los Ciclos han empezado otra vez.

—Entonces ¿qué pasará? —los brazos derechos de Jock se plegaron, el izquierdo se extendió y abrió la mano: listo para el ataque, indicando así implacabilidad retórica—
.
Puede haber tentativas frustradas de romper el bloqueo. Esfuerzos desperdiciados. El colapso se acelerará. Entonces llegará un largo período en el que el Imperio casi nos olvidará.

»Se desarrollará nueva tecnología de guerra, como son siempre las tecnologías que surgen. Sabrán de la Humanidad. Quizás conserven o reinventen el Campo. Cuando alcancen la cúspide de su poder, antes del declinio, criarán Guerreros y querrán conquistarlo todo: Paja Uno, los asteroides, todo. Y luego el Imperio.

Charlie escuchaba, después de dirigir una fugaz mirada al Amo. Ivan seguía impasible, escuchando, tendido, la charla de los Mediadores como solían hacer los Amos, y era imposible saber lo que pensaba.

—Conquista —dijo Jock—. Pero cuanto más progresos hagan contra el Imperio, con más vigor les atacará éste. Son muchos. Por mucho que hablen de limitar la población, son muchos y tienen todo el espacio. Mientras no podamos escapar por completo del espacio humano y procrear, siempre serán más. Nos mantienen embotellados hasta que la presión demográfica es excesiva y entonces sobreviene el colapso. Y con el siguiente colapso... ¡Exterminio!

Charlie puso las rodillas contra el vientre, cruzó los brazos derechos sobre el pecho y colocó el brazo izquierdo protegiendo la cabeza. Un niño a punto de nacer en un mundo cruel. Su voz era apagada.

—Si tienes una idea mejor, expónla.

—No. No hay otra posibilidad.

—Ganamos tiempo. Centenares de años. Sally y su estúpido Instituto tendrán cientos de años para estudiar el problema que planteamos a los humanos. ¿Quién sabe? Quizás el caballo aprenda a cantar himnos.

—¿Te atreverías a apostar? Charlie miró la curva de su brazo.

—¿Apostar por esto? ¡Claro que sí!


¡Eddie el Loco!

—Sí. Una solución Eddie el Loco. ¿Qué es si no? De un modo u otro, los Ciclos terminan ahora. Eddie el Loco ha ganado su guerra eterna contra los Ciclos.

Jock miró a Ivan, que se encogió de hombros. Charlie se había vuelto Eddie el Loco. Ya casi no importaba. Era, en realidad, una magnífica y envidiable locura, aquella ilusión, aquel espejismo que le hacía pensar que todas sus preguntas tenían respuesta, todos los problemas solución, y que no había nada fuera del alcance de un vigoroso brazo izquierdo.

Nunca lo sabrían. No vivirían tanto. Pero habían ganado tiempo; los Blaine sabían lo que debían buscar, y sus hijos crecerían sabiendo que los pajeños eran algo más que una leyenda. Dos generaciones del poder no odiarían a los pajeños.

Si había alguien capaz de enseñar a cantar himnos a un caballo, ese alguien sólo podría ser un Mediador especializado.

FIN

Nota acerca de los autores

Larry Niven
—nombre con el que firma sus obras el norteamericano Laurence van Cott Niven— es uno de los escritores de ciencia ficción más populares que ha dado el género y un destacado cultivador de la denominada ciencia ficción «dura». Nació en 1938 en California, estudió matemáticas en la Universidad de Washburn y publicó su primer relato en 1964. Su ficción se caracteriza por una marcada tecnofilia, y su obra más conocida es sin duda
Mundo Anillo,
título que ha permanecido entre las favoritas perennes del género. Buena parte de sus relatos y novelas (incluyendo la ya citada) se desarrollan en un escenario común, constituyendo lo que su autor denomina las Historias del Espacio Conocido, una de las «historias del futuro» más sugerentes que ha dado la ciencia ficción.

Jerry Pournelle
nació en 1933, estudió ingeniería en la Universidad de Washington y, más tarde, se doctoró en psicología y ciencias políticas. Trabajó durante 15 años en el programa espacial norteamericano y escribió diversos libros de ensayo y narrativa general antes de entrar en el género en 1971. Gran parte de su obra pertenece al Ciclo del ConDominio, una «historia del futuro» que desarrolla el establecimiento de un imperio galáctico humano y en la que el tema militar es una presencia constante. El resto de su obra está caracterizada, asimismo, por los temas militares, inscribiéndose también en el terreno del
space-opera;
de hecho, como autor y también como antologista, ha contribuido a dar forma a todo un subgénero de ciencia ficción militarista.

Ambos autores unieron sus esfuerzos en
La Paja en el Ojo de Dios,
novela que se inscribe en el Ciclo del CoDominio de Pournelle. El éxito y acogida de la misma ha sido comparable al de
Mundo Anillo,
y su publicación marcó el inicio de una fructífera serie de colaboraciones entre ambos autores. Después de
La Paja,
han venido escribiendo novelas independientes en las que desarrollan temas clásicos del género, destacando en particular su tratamiento de la arcología en
Juramento de fidelidad.
Su colaboración más reciente,
El tercer brazo,
es una continuación directa de
La Paja en el Ojo de Dios.

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