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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

Rama Revelada (80 page)

Nicole había lanzado un silbido.

—Esta conversación me revolvió los sesos por completo —declaró, poniendo en marcha la silla de ruedas—, y ahora estoy agotada.

Pero no tan agotada como para poder dormir
, pensó.
¿Cómo puede alguien dormir, después que se le ha explicado el propósito del universo? No puedo imaginar lo que Richard habría dicho después de esa charla… Una buena teoría quizá, pero… Richard habría apreciado a San Michael, pero habría tenido centenares de preguntas… Nos habríamos hecho el amor no bien hubiéramos regresado a la habitación y, después, habríamos conversado toda la noche…

Bostezó y se puso de costado para ingresar lentamente en el sueño.

9

Nicole despertó fresca y con una sorprendente cantidad de energía. Empezó a apretar el botón que tenía al lado de la cama, pero decidió no hacerlo. En vez de eso, luchó por sentarse en la silla de ruedas. Ya en ella, se desplazó hasta las ventanas y subió las cortinas.

Afuera hacía una mañana hermosa. A su izquierda había un arroyuelo y tres niños, de edad probable entre los ocho y los diez años, estaban haciendo rebotar piedras sobre un pequeño estanque formado por el curso normal del arroyuelo. Mientras Nicole contemplaba por las ventanas los perfectamente simulados campos y árboles y onduladas colinas, se sintió temporalmente joven y llena de vida.

A lo mejor debo permitirles que me reparen, después de todo
, pensó.
Reemplazar todas mis partes dañadas y gastadas… Podría vivir aquí, con Simone y Michael. Quizás hasta podría enseñar a mis biznietos una cosita, o dos…

Los tres chicos dejaron el arroyo y corrieron por un campo verde hasta donde estaban encerrados los caballos. El varón era el que corría más rápido, pero apenas si le ganaba a la más pequeña de las dos nenas. El trío reía y llamaba a los caballos por encima del vallado.

—El varón es Zachary —informó Michael Mayor detrás de ella—. Las dos niñas son Colleen y Simone… Zachary y Colleen son los hijos de Katya; Simone es la hija mayor de Timothy.

Nicole no lo había oído entrar. Se volvió en su silla de ruedas.

—Buenos días, Michael —saludó. Echó un vistazo por la ventana—. Todos los niños son espléndidos.

—Gracias —dijo Michael, yendo hacia la ventana—. Soy un hombre muy afortunado. Dios me concedió una vida fascinante con increíbles riquezas.

Miraron en silencio mientras los chicos jugaban. Zachary montó en un caballo blanco y empezó a alardear.

—Lamenté, al enterarme, la muerte de Richard —declaró Michael—. Patrick nos contó ayer lo que ocurrió… Debe de haber sido horrible para ti.

—Lo fue. Richard y yo habíamos desarrollado una amistad maravillosa… —Se miraron de frente—. Habrías estado tan orgulloso de él, Michael… Fue un hombre diferente en sus últimos años…

—Yo sospechaba eso —manifestó Michael—. El Richard que conocí nunca se habría ofrecido como voluntario para ponerse en peligro, en especial para salvar la vida de otros…

—Debiste haberlo visto con su nieta, Nikki, la hijita de Ellie., eran inseparables. Él era su “boobah”… Richard encontró la ternura tan tarde en la vida…

Nicole no pudo continuar. Un súbito dolor en el corazón la avasalló. Se desplazó hasta la mesa de luz y tomó un sorbo de la botella con líquido azul.

Regresó a la ventana. Los dos antiguos amigos volvieron a contemplar a los chicos. Ahora las dos niñas también montaban y participaban en una especie de juego.

—Patrick nos dijo que Benjy se había convertido en un excelente adulto —dijo Michael—, limitado en algunos aspectos, claro está, pero bastante notable, teniendo en cuenta su capacidad básica y los largos períodos de sueño… Dijo que Benjy era un tributo viviente a tus facultades, a todas ellas, y que habías trabajado incansablemente con él, sin permitir jamás que utilizara su incapacidad como excusa…

Ahora le correspondió a Michael que se le formara un nudo en la garganta. Se volvió hacia Nicole con lágrimas que le fluían lentamente de los ojos, y puso sus manos sobre las de ella.

—No hay forma de que alguna vez pueda agradecerte lo suficiente por haber criado a esos dos muchachos brindándoles tanta atención… especialmente a Benjy.

Nicole lo miró desde la silla de ruedas.

—Son nuestros hijos, Michael. Los quiero mucho.

Michael se enjugó la nariz y los ojos con un pañuelo de bolsillo.

—Simone y yo deseamos que conozcas a nuestros hijos y nietos, naturalmente —dijo—, pero ambos estuvimos de acuerdo en que primero había algo que debíamos decirte… No sabíamos con exactitud cómo habrías de reaccionar… Sin embargo, no sería justo no decírtelo, ya que, de otro modo, podrías no entender por qué los chicos reaccionan…

—¿De qué se trata, Michael? —lo interrumpió Nicole. Le sonrió. No cabe duda de que se te hace cuesta arriba llegar a la cuestión.

—Es verdad —reconoció Michael, yendo al otro lado de la habitación y apretando dos veces, en rápida sucesión, el botón que estaba al lado de la cama de Nicole—. Lo que estoy por decirte es un tanto delicado… ¿Recuerdas anoche, cuando te dijimos que tanto Simone como yo teníamos acompañantes alienígenas…?

—Sí, Michael.

Ella seguía mirando con fijeza por la ventana. Michael se le acercó y le tomó la mano. Afuera, una mujer de más de cuarenta años, atlética, con piel color cobre oscuro, había salido de la casa y caminaba con rapidez hacia la instalación de los caballos. A Nicole le parecieron familiares tanto su figura como su modo de caminar. Los niños vieron a la mujer, la saludaron agitando la mano y fueron hacia ella montados en sus caballos.

Nicole miró a Zachary gritar el nombre de la mujer y, de pronto, comprendió. Quedó como fulminada. La mujer se volvió brevemente y Nicole se vio a sí misma, exactamente como era cuando dejó El Nodo cuarenta años atrás. Le resultaba difícil controlar sus emociones.

—Fue a ti a quien Simone extrañó más —dijo Michael, respondiendo al gesto de atónito reconocimiento que exhibía el rostro de Nicole—. Así que era más que lógico que los alienígenas le elaboraran un acompañante a tu imagen y semejanza… Es una simulación notable, no sólo tu aspecto físico, que puedes ver por ti misma, sino, también, tu personalidad. Simone y yo quedamos asombrados, especialmente al principio, ante el perfecto trabajo de duplicación que habían hecho. La alienígena hablaba como tú, caminaba como tú, hasta pensaba como tú… Al cabo de una semana, Simone la llamaba “mamá” y yo, “Nicole”. Ha estado con nosotros desde entonces.

Nicole contemplaba la simulación de sí misma sin decir palabra.
Las expresiones faciales, y hasta los gestos, son correctos
, pensaba. Siguió con la mirada clavada, mientras la mujer se acercaba a la casa llevando a los tres niños.

—Simone pensó que podrías sentirte un tanto molesta o, quizá, desplazada, cuando descubrieras que esta simulación de ti había estado viviendo con la familia durante todos estos años. Pero le aseguré que estarías bien, que, simplemente, tardarías un poco en adaptarte a la idea… Después de todo, por lo que sé, ningún ser humano fue reemplazado jamás por una copia robótica de sí mismo.

La alienígena Nicole levantó a una de las niñas y le hizo dar vueltas en el aire. Después, los cuatro subieron los escalones a los saltos y cruzaron el umbral de la casa.

La llaman “abuelita”
, pensó Nicole.
Puede correr, montar a caballo y lanzarlos por el aire… No padece consunción ni está confinada a una silla de ruedas
. Una emoción que no le gustaba, la autocompasión, empezó a formarse en su interior.
Quizá Simone ni siquiera me extrañó tanto
, se dijo.
Su “madre” estuvo aquí todos estos años, a su entera disposición, sin envejecer jamás, sin pedir algo jamás…

Sentía que iba a llorar. Se controló.

—Michael —pidió, forzando una sonrisa—, ¿por qué no me das un minuto para que me prepare para el desayuno?

—¿Estás segura de que no necesitas ayuda?

—No, no… Estaré bien… Sólo quiero lavarme la cara y maquillarme un poco.

Las lágrimas llegaron pocos segundos después que la puerta se cerró.

Aquí tampoco hay lugar para mí
, se dijo.
Ya hay una abuelita, mejor que lo que yo nunca podría ser, aun si la otra no es más que una máquina…

No dijo casi nada durante el viaje de regreso al centro de transporte. Siguió manteniéndose en silencio mientras el trasbordador abandonaba el módulo de habitación y salía hacia el espacio.

—No deseas hablar sobre eso, ¿no? —dijo El Águila.

—Realmente, no —contestó Nicole por el micrófono del casco.

—¿Estás contenta de haber ido?

—Oh, sí… Sin lugar a dudas. Fue una de las experiencias más importantes de mi vida… Te la agradezco mucho.

El Águila reguló el vuelo del trasbordador de modo que se desplazaran lentamente hacia atrás. El inmenso tetraedro iluminado dominaba la vista que se tenía desde la ventanilla.

—El procedimiento de reemplazo se podría practicar en la tarde de hoy —señaló El Águila—. Para fines de la semana próxima parecerías más joven que Michael Mayor.

—No, gracias —contestó Nicole.

Siguió otro largo lapso de silencio.

—No pareces muy feliz —comentó entonces El Águila.

Nicole se volvió para mirar a su acompañante alienígena.

—Lo estoy —aseguró—. Y estoy particularmente feliz por Simone y Michael… Es maravilloso que su vida les haya brindado tantas satisfacciones… —Hizo una profunda inspiración—. Quizá simplemente estoy cansada. Tantas cosas ocurrieron en un lapso tan corto…

—Probablemente es eso —convino El Águila.

Nicole estaba sumamente abstraída, repasando metódicamente todo lo acontecido desde que despertó. Las caras de los seis hijos y catorce nietos de Michael y Simone pasaron rápidamente por su mente.
Un grupo de chicos lindos
, se dijo,
pero sin mucha variación
.

Era otra cara, una que recordaba claramente de su propio espejo, la que volvía con más frecuencia a los ojos de su mente. Había estado de acuerdo con Simone y Michael en que la otra Nicole era de un parecido increíble, un triunfo sin discusión de una tecnología avanzada. Lo que ni siquiera pudo conversar con ellos era lo extraño que resultaba conocer y sostener una charla con uno mismo más joven. O cuán peculiar era la sensación de saber que una máquina la había reemplazado en el corazón y en la mente de la propia familia.

Había mirado en silencio mientras la otra Nicole y Simone reían por una discusión que Simone había tenido con su hermanita Katie años atrás, en El Nodo. Mientras la alienígena recordaba a la perfección los detalles de la anécdota, la memoria de Nicole también se refrescaba.
Hasta su memoria es mejor que la mía… Qué solución perfecta para todo el problema del envejecimiento y de la muerte. Tomar una persona en la flor de su vida, con todas las facultades intactas, y conservarla para siempre como leyenda, al menos a los ojos de sus seres queridos
.

—¿Cómo sé con certeza que el Michael y la Simone con los que hablé ayer y esta mañana son los seres humanos reales, y no una simulación, de aun mayor fidelidad, que la otra Nicole? —le preguntó a El Águila.

—San Michael contó que hiciste varias preguntas específicas sobre la vida anterior de Michael Mayor —dijo El Águila—. ¿No quedaste satisfecha con las respuestas?

—Pero es que me di cuenta, mientras estábamos en el coche, hace una hora, que parte de esa información pudo haber figurado en el archivo biográfico sobre Michael que estaba en la
Newton
, y sé que ustedes tuvieron acceso a esos datos…

—¿Con qué propósito nos habríamos molestado hasta tal grado para confundirte? —observó El Águila—. ¿Y nos hemos comportado así antes?

—¿Cuántos hijos más de Simone y Michael todavía están vivos? —preguntó Nicole unos minutos después, cambiando de tema.

—Treinta y dos más están aquí, en este Nodo —contestó El Águila—. Y más de cien en otros lugares.

Nicole meneó la cabeza. Recordaba las crónicas senoufo.

Y su progenie se diseminará entre las estrellas… Omeh estaría contento
, pensó.

—¿Perfeccionaron, entonces, el desarrollo
ex utero
de seres humanos a partir de óvulos fecundados? —preguntó.

—Más o menos.

Una vez más, volaron en silencio durante largo rato.

—¿Por qué nunca me hablaste sobre los monitores primarios? preguntó Nicole después.

—No estaba permitido, no, por lo menos, hasta que despertaras… Y desde ese entonces no surgió el tema.

—¿Y todo lo que San Michael dijo es verdad? ¿Lo de Dios y el caos y los muchos universos?

—Por lo que sabemos —dijo El Águila—. Al menos, eso es lo que hay programado en nuestros sistemas… Ninguno de los que estamos aquí vio un monitor primario en la realidad.

—¿Y es posible que todo el relato sea una especie de mito creado por una inteligencia que esté por encima de ti en la jerarquía, a modo de explicación oficial para dar a los seres humanos?

El Águila vaciló.

—Esa posibilidad existe… Yo no tendría manera de saberlo.

—¿Sabrías si algo diferente, alguna otra explicación, se hubiera programado alguna vez antes en tus sistemas?

—No necesariamente. No soy responsable por lo que se conserva en mi memoria.

La conducta de Nicole seguía apartándose de la pauta usual. Interrumpía sus prolongados períodos de silencio con explosiones de preguntas aparentemente no relacionadas. En un momento dado, preguntó por qué algunos Nodos tenían cuatro módulos y otros, tres.

El Águila explicó que el módulo de conocimientos creaba un tetraedro, a partir del triángulo nodal, en cada décimo o duodécimo Nodo más o menos. Nicole quería saber qué había de tan especial en el módulo de conocimientos. El Águila le informó que era la mina de la que se obtenía toda la información que se adquiría sobre esa parte de la galaxia.

—Es parte biblioteca y parte museo, y contiene una colosal cantidad de información en diversidad de formas —completó.

—¿Alguna vez estuviste en el interior de ese módulo de conocimientos? —preguntó Nicole.

—No, pero mis sistemas actuales contienen una descripción completa de él…

—¿Puedo ir ahí?

—Un ser vivo tiene que contar con un permiso especial para ingresar en el módulo de conocimientos.

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