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Authors: Charles Portis

Valor de ley (5 page)

Mr. Barlow: ¿Qué sucedió a continuación?

Mr. Cogburn: Murió en nuestra presencia. Falleció en medio de considerables dolores.

Mr. Barlow: Se refiere a Mr. Spotted-Gourd, ¿no?

Mr. Cogburn: Sí, señor.

Mr. Barlow: ¿Qué hicieron luego usted y el comisario Potter?

Mr. Cogburn: Fuimos al ahumadero y vimos que la losa gris había sido levantada y que se habían llevado el jarro.

Mr. Goudy: ¡Protesto!

Juez Parker: El testigo reservará para sí sus suposiciones.

Mr. Barlow: ¿En un rincón del ahumadero encontraron ustedes una losa gris que cubría un espacio hueco?

Mr. Goudy: Si el fiscal va a prestar testimonio, sugiero que le sea tomado juramento.

Juez Parker: Mr. Barlow, esta no es la forma adecuada de interrogar.

Mr. Barlow: Lo siento, Su Señoría. Comisario Cogburn, ¿qué encontraron ustedes, si es que encontraron algo, en un rincón del ahumadero?

Mr. Cogburn: Encontramos una losa gris que cubría un agujero.

Mr. Barlow: ¿Qué había en ese agujero?

Mr. Cogburn: Nada. Ni jarro ni nada.

Mr. Barlow: ¿Qué hicieron a continuación?

Mr. Cogburn: Esperamos a que llegase la carreta. Cuando llegó, discutimos entre nosotros para decidir quiénes debían ir tras los Wharton. Potter y yo habíamos tenido ya tratos con ellos anteriormente, así que nos encargamos de hacerlo. Tuvimos que cabalgar unas dos horas hasta llegar cerca del punto en que el río North Fork se une al Canadian. Llegamos allí poco antes de la puesta del sol.

Mr. Barlow: ¿Y qué encontraron en ese lugar?

Mr. Cogburn: Cogí mi catalejo y pude ver a los dos muchachos y a su viejo padre, que se llamaba Aaron Wharton, a la orilla del río con unos cuantos cerdos, cinco o seis. Habían matado un cochinillo y lo estaban descuartizando. El animal colgaba de una pata, y habían encendido fuego debajo de un caldero para hervir agua. Atamos nuestros caballos a unos cuatrocientos metros de la orilla y seguimos a pie por entre los arbustos para cogerlos por sorpresa. Cuando nos dejamos ver, le dije al viejo, a Aaron Wharton, que éramos comisarios federales y que necesitábamos hablar con sus muchachos. Él cogió un hacha y comenzó a insultarnos y a maldecir a este tribunal.

Mr. Barlow: ¿Qué hicieron ustedes?

Mr. Cogburn: Yo me eché hacia atrás, esquivando el hacha, e intenté hacerlo entrar en razón. Mientras ocurría esto apareció C. C. Wharton detrás del caldero de agua hirviendo y cogió una escopeta que estaba apoyada contra un tronco. Potter lo vio, pero ya era demasiado tarde. Antes de que pudiera disparar un solo tiro, C. C. Wharton lo derribó de una perdigonada, e iba a hacer lo mismo conmigo con el cartucho que le quedaba cuando yo disparé contra él. Lo mismo hice con el viejo, cuando quiso atacarme con el hacha. Odus echó a correr hacia la orilla y también le pegué un tiro. Aaron Wharton y C. C. Wharton estaban ya muertos cuando cayeron al suelo. Odus Wharton estaba solo herido.

Mr. Barlow: ¿Qué sucedió luego?

Mr. Cogburn: Bueno, todo había terminado ya. Arrastré a Odus Wharton hasta un pequeño roble y le esposé las manos y las piernas alrededor del tronco. Después vendé la herida de Potter con mi pañuelo lo mejor que pude. Potter estaba bastante mal. Subí a la cabaña y encontré a la india que vivía con Aaron Wharton, pero la mujer no dijo nada. Registré el lugar y, entre los maderos de la estufa, encontré un jarro que contenía billetes de banco por valor de cuatrocientos veinte dólares.

Mr. Barlow: ¿Qué fue del comisario Potter?

Mr. Cogburn: Murió en esta ciudad seis días más tarde de una septicemia. Dejó esposa y seis hijos pequeños.

Mr. Goudy: ¡Protesto!

Juez Parker: Remítase el testigo a los hechos.

Mr. Barlow: ¿Qué ha sido de Odus Wharton?

Mr. Cogburn: Está aquí presente.

Mr. Barlow: Puede usted preguntar, Mr. Goudy.

Mr. Goudy: Muchas gracias, Mr. Barlow. ¿Cuánto tiempo ha dicho que lleva usted siendo comisario federal, Mr. Cogburn?

Mr. Cogburn: Va a hacer cuatro años.

Mr. Goudy: ¿Contra cuántos hombres ha disparado en ese tiempo?

Mr. Barlow: ¡Protesto!

Mr. Goudy: En este asunto hay más implicaciones de las evidentes, Su Señoría. Intento establecer la personalidad del testigo.

Juez Parker: No ha lugar a la protesta.

Mr. Goudy: ¿Cuántos, Mr. Cogburn?

Mr. Cogburn: Nunca he disparado contra nadie sin verme obligado a ello.

Mr. Goudy: No le he preguntado eso. ¿Cuántos?

Mr. Cogburn: ¿Contra cuántos he disparado, o a cuántos he matado?

Mr. Goudy: Limitémonos solo a los muertos, porque si no, la cifra sería excesivamente alta. ¿A cuántos hombres ha matado desde que fue nombrado comisario de este Tribunal Federal?

Mr. Cogburn: A unos doce o quince, entre los que intentaban huir y los que trataban de matarme a mí.

Mr. Goudy: Unos doce o quince. Tantos que no puede usted contarlos con exactitud. Recuerde que se encuentra bajo juramento. He examinado su historial y sé que no resulta difícil conseguir una cifra más precisa. Vamos, ¿cuántos?

Mr. Cogburn: Creo que, con los dos Wharton, son unos veintitrés.

Mr. Goudy: Estaba seguro de que a poco que se esforzase lo recordaría. Veintitrés hombres muertos en cuatro años. Eso equivale a casi seis muertos por año.

Mr. Cogburn: Es un trabajo peligroso.

Mr. Goudy: Así parece. Y, sin embargo, no cabe duda de que es muchísimo más peligroso para los desafortunados individuos que son arrestados por usted. ¿A cuántos miembros de la familia Wharton ha matado?

Mr. Barlow: Su Señoría, creo que el defensor debería recordar que el comisario no es el acusado en este juicio.

Mr. Goudy: Su Señoría, mi cliente y sus difuntos padre y hermano fueron provocados por Mr. Cogburn a una lucha a tiros. Durante la pasada primavera, el testigo mató al hijo mayor de Aaron Wharton, y el 2 de noviembre estuvo al borde de asesinar al resto de la familia. Probaré esto. Este asesino, Cogburn, lleva demasiado tiempo revestido con la autoridad de un tribunal honorable. La única forma en que puedo probar la inocencia de mi cliente es sacando a relucir los hechos de esas dos matanzas tan estrechamente relacionadas, junto con una indagación sobre los métodos de Cogburn. El resto de los que presenciaron los sucesos, incluido el comisario Potter, están convenientemente muertos...

Juez Parker: ¡Basta ya, Mr. Goudy! Conténgase. Escucharemos sus argumentos más tarde. No creo que el uso indiscriminado de palabras como «asesino» y «matanza» nos acerquen ni un solo centímetro a la verdad. Le ruego que prosiga con el interrogatorio.

Mr. Goudy: Gracias, Su Señoría. Mr. Cogburn, ¿conocía usted al finado Dub Wharton, hermano del acusado, Odus Wharton?

Mr. Cogburn: Tuve que matarlo en defensa propia durante el pasado mes de abril, en el distrito de Going Snake de la Nación Cherokee.

Mr. Goudy: ¿Cómo sucedió el hecho?

Mr. Cogburn: Intentaba cumplir una orden de detención contra él por vender bebidas alcohólicas a los cherokees. No era la primera vez que lo hacía. Vino hacia mí con un pivote de carreta y dijo: «Rooster, voy a saltarte el ojo que te queda». Me defendí.

Mr. Goudy: ¿Iba únicamente armado con un pivote de lanza de carreta?

Mr. Cogburn: Yo no sabía qué otras cosas podía llevar. Solo vi lo que tenía en la mano. He visto herir gravemente a muchos con cosas no mayores que un pivote.

Mr. Goudy: ¿Iba usted armado?

Mr. Cogburn: Sí, señor. Llevaba un arma de mano.

Mr. Goudy: ¿Qué tipo de arma de mano?

Mr. Cogburn: Un revólver Colt del 44.40.

Mr. Goudy: ¿No es cierto que se presentó usted ante Dub Wharton en medio de la noche, sin mediar advertencia previa, llevando empuñado ese revólver?

Mr. Cogburn: Lo había desenfundado, sí señor.

Mr. Goudy: ¿Llevaba el arma a la espalda o escondida de alguna forma?

Mr. Cogburn: No, señor.

Mr. Goudy: ¿Pretende decirnos que Dub Wharton avanzó hacia el cañón de ese revólver sin llevar más que un pequeño trozo de hierro en la mano?

Mr. Cogburn: Así fue.

Mr. Goudy: Resulta altamente extraño. Ahora, ¿no es igualmente cierto que el 2 de noviembre se presentó ante Aaron Wharton y sus dos hijos de forma igualmente amenazadora, es decir, apareciendo súbitamente y llevando ese mortífero revólver de seis tiros en la mano?

Mr. Cogburn: Procuro siempre estar preparado para cualquier cosa.

Mr. Goudy: ¿Llevaba el arma empuñada y encañonada?

Mr. Cogburn: Sí, señor.

Mr. Goudy: ¿Cargada y amartillada?

Mr. Cogburn: Si un revólver no está cargado y amartillado, no puede disparar.

Mr. Goudy: Limítese a contestar mis preguntas, por favor.

Mr. Cogburn: Es que esta no tiene sentido.

Juez Parker: No discuta con el defensor, Mr. Cogburn.

Mr. Cogburn: Sí, señor.

Mr. Goudy: Mr. Cogburn, le ruego que recuerde ahora lo sucedido en la orilla del río. Está anocheciendo. Aaron Wharton y sus dos hijos supervivientes se están dedicando a sus ocupaciones legales, sintiéndose seguros en su propiedad. Están descuartizando un cochino para tener algo de comida que llevar a su mesa...

Mr. Cogburn: Los cerdos eran robados. Ese terreno pertenece a la mujer de Wharton, Minnie Wharton.

Mr. Goudy: Su Señoría, ¿querría indicar al testigo que guarde silencio hasta que se le haga alguna pregunta?

Juez Parker: Sí, y también le indico a usted que comience a hacer preguntas a fin de que él pueda contestar con respuestas.

Mr. Goudy: Lo siento, Su Señoría. Muy bien. Mr. Wharton y sus hijos se encuentran a la orilla del río. De pronto, de entre el ramaje surgen dos hombres con los revólveres empuñados...

Mr. Barlow: ¡Protesto!

Juez Parker: Ha lugar. Mr. Goudy, me he mostrado muy indulgente. Le voy a permitir que continúe con ese tipo de interrogatorio, pero debo insistir en que lo haga en forma de preguntas y respuestas en vez de dramáticos soliloquios. Y le advierto que será mejor que todo esto conduzca a algo sustancial lo antes posible.

Mr. Goudy: Gracias, Su Señoría. Si el tribunal puede seguir concediéndome su atención, así será. Mi cliente ha expresado temores por la severidad de este tribunal, pero yo le he asegurado que ningún hombre de esta noble República ama la verdad, la justicia y la clemencia más que el juez Isaac Parker.

Juez Parker: Está usted divagando, Mr. Goudy.

Mr. Goudy: Sí, señor. Muy bien. Ahora veamos, Mr. Cogburn: ¿cuál fue la reacción de Aaron Wharton cuando vio salir al comisario Potter y a usted de entre los arbustos?

Mr. Cogburn: Cogió un hacha y comenzó a insultarnos.

Mr. Goudy: Un reflejo instintivo contra un peligro súbito. ¿Cuál fue la naturaleza de la reacción?

Mr. Cogburn: No entiendo qué quiere decir.

Mr. Goudy: ¿No habría usted reaccionado igual?

Mr. Cogburn: Si los que llevaran las pistolas hubieran sido como Potter y yo, habría hecho lo que me dijeran.

Mr. Goudy: Exactamente: usted y Potter. Estamos de acuerdo en que las vidas de los Wharton se encontraban en peligro. Muy bien. Volvamos a una escena anterior, en casa de Spotted-Gourd, alrededor de la carreta. ¿Quién iba al cargo de esa carreta?

Mr. Cogburn: El comisario Schmidt.

Mr. Goudy: Él no quería que usted fuese a buscar a los Wharton, ¿no es así?

Mr. Cogburn: Discutimos el asunto un rato y estuvo de acuerdo en que debíamos ir Potter y yo.

Mr. Goudy: Pero al principio él no quería que usted fuese, porque estaba enterado de que entre usted y los Wharton había un gran odio, ¿verdad?

Mr. Cogburn: Debió de querer que yo fuese, porque de lo contrario no me habría enviado.

Mr. Goudy: Tuvo usted que persuadirlo, ¿no es así?

Mr. Cogburn: Yo conocía a los Wharton y temía que alguien muriese si íbamos a detenerlos.

Mr. Goudy: Según fueron las cosas, ¿cuántos resultaron muertos?

Mr. Cogburn: Tres. Pero los Wharton no escaparon. Podría haber sido peor.

Mr. Goudy: Sí, podría haber muerto usted.

Mr. Cogburn: No entiende lo que quiero decir. Tres ladrones y asesinos habrían podido escapar para cometer nuevos crímenes. Pero tiene razón acerca de que habrían podido matarme a mí. Me fue de un pelo, y para mí la cosa tiene su importancia.

Mr. Goudy: Para mí también. Es usted un auténtico superviviente por naturaleza, Mr. Cogburn, y no tomo a la ligera su don. Creo que usted testificó que había retrocedido ante Aaron Wharton.

Mr. Cogburn: Exacto.

Mr. Goudy: ¿Retrocedió usted?

Mr. Cogburn: Sí, señor. El otro tenía un hacha.

Mr. Goudy: ¿En qué dirección iba usted?

Mr. Cogburn: Cuando retrocedo, siempre voy para atrás.

Mr. Goudy: Aprecio el humor de la respuesta. Cuando ustedes llegaron, Aaron Wharton estaba de pie junto al caldero, ¿no?

Mr. Cogburn: Estaba más bien en cuclillas, echando leña al fuego encendido debajo del caldero. Mr. Goudy: ¿Y dónde estaba el hacha?

Mr. Cogburn: Allí, al alcance de su mano.

Mr. Goudy: Pero usted dice que llevaba un revólver amartillado, claramente visible en la mano; sin embargo, Aaron Wharton cogió el hacha y avanzó hacia usted, haciendo lo mismo que Dub Wharton con aquel clavo, aquel periódico enrollado o lo que tuviese en la mano, ¿no es así?

Mr. Cogburn: Sí, señor. Comenzó a insultarnos y a proferir amenazas.

Mr. Goudy: ¿Y usted retrocedió? ¿Se alejó del caldero de agua hirviendo?

Mr. Cogburn: Sí, señor.

Mr. Goudy: ¿Qué espacio retrocedió antes de que comenzase el tiroteo?

Mr. Cogburn: Unos siete u ocho pasos.

Mr. Goudy: ¿Quiere eso decir que Aaron Wharton avanzó hacia usted una distancia semejante, unos siete u ocho pasos?

Mr. Cogburn: Algo por el estilo.

Mr. Goudy: ¿Cuánto puede ser eso? ¿Unos cinco metros? Mr. Cogburn: Algo por el estilo.

Mr. Goudy: ¿Querrá usted explicar al jurado por qué su cadáver fue encontrado junto al caldero de agua hirviendo, con un brazo sobre el fuego, lo cual fue causa de que se le quemase la manga y la mano?

Mr. Cogburn: No creo que estuviese allí.

Mr. Goudy: Después de disparar contra él, ¿movió usted su cuerpo?

Mr. Cogburn: No, señor.

Mr. Goudy: ¿No arrastró usted el cadáver para ponerlo junto al fuego?

Mr. Cogburn: No, señor. No creo que estuviese allí.

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