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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Confirmación (10 page)

—Ni que lo digas —gruñó Randy al ver a su rival rodeado de admiradores.

Tommy miró hacia ellos y envió un beso volado a Sasha que le correspondió, pero no pudo hacer más porque Sydney le bloqueó la visión.

—Tu artículo es increíble, Tommy. Has expresado con palabras todo lo que yo pienso —lo halagó con una sonrisa coqueta—. Es como si estuvieras dentro de mí —añadió con picardía.

—Gracias —respondió un poco avergonzado.

—Ellos son Paul y Gerald. Dicen que eres una fantasía pornográfica andante —dijo confidencialmente en su oído—. Me han preguntado si lo hemos hecho.

—¿Y qué les has dicho? —preguntó curioso. Desde que Sydney lo había conocido no hacía más que coquetear con él. Lo complacía sentirse tan admirado.

—Que no, pero que espero solucionarlo muy pronto.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo planeas hacerlo? —Le resultaba divertido. Era un chico sin preocupaciones, aparentemente feliz y que le gustaba disfrutar la vida. No entendía muy bien cómo había acabado en el grupo de Randy.

—Pues… no sé… ¿tú tienes alguna idea? —preguntó a su vez jugueteando con sus dedos por el pecho de Tommy.

—Hum… si lo pensamos mucho algo se nos puede ocurrir. —Tommy sonrió. Sydney coqueteaba de una manera sencilla, sin dobleces ni segundas intenciones. Le decía «me gustas y voy a por ti» y le resultaba divertido y en cierto modo novedoso.

Sasha miró cómo Sydney se lanzaba literalmente sobre Tommy y apuró su vodka. Una mano se posó sobre su hombro, acariciándolo, y se encontró con el rostro de Randy muy junto al suyo.

—No pierden el tiempo, eh —comentó.

—No. Y a mí tampoco me gusta perderlo. ¿Nos vamos? Pagaré el hotel.

Randy asintió, avanzando hacia la salida y al cabo de un rato, Sasha lo siguió.

Tommy los observó irse y le dolió que Sasha saliera con Randy. Últimamente, el irlandés no hacía más que molestarlo y aunque Tommy lo aguantaba por Sasha, cada día era más difícil. Entendía por qué: Randy tenía celos de su amistad con Sasha, pero lo que no entendía era que lo tuviera que despreciar.

Sydney seguía hablando pero su interlocutor no le prestó atención hasta que se hizo un silencio que le indicó que le había preguntado algo y esperaba respuesta.

—Eh… sí, claro… —dudó Tommy y durante un instante se preguntó si la respuesta había sido correcta.

—Entonces vayámonos —dijo Sydney tirando de él—. No te preocupes yo pago el hotel y todo. Hoy serás mi invitado. —Sonrió con picardía.

Tommy ya no dudó. No sabía cuál había sido exactamente la pregunta del rubio, pero era obvio que la consecuencia iba a ser follar. Lo miró mientras lo arrastraba fuera de la discoteca y se dijo «¿y por qué no?».

3

Un domingo de marzo, Richie abrió los ojos, fastidiado por los insistentes golpes en la puerta. Miró el reloj antes de dejar caer otra vez la cabeza sobre la almohada. Afuera llovía, podía oír el rítmico golpeteo de la lluvia en los cristales. Las 6:30… ¿quién era el gracioso que venía tan de madrugada a despertarlo?

Tommy dijo algo en sueños y el pelirrojo se deshizo de su abrazo, depositando un beso en su hombro desnudo. Habían tenido una de «esas nochecitas» en las que habían dado rienda suelta a toda la lujuria que eran capaces de desplegar.

El timbre de la puerta volvió a sonar.

—Ya voy —gruñó Richie y se echó encima una bata. Apenas abrió la puerta, su expresión de mala leche cambió por otra de preocupación al ver a Sasha con el paraguas en la mano y el impermeable empapado—. ¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí a esta hora?

Lo hizo pasar enseguida. El ruso olía a alcohol y a sexo, y murmuró algo sobre haber pasado la noche con Randy.

—Me ahogaba allí y tuve que salir. Randy parece una esposa engañada y me hizo una escena luego de follar —dijo, una vez libre del impermeable mojado y aceptó la taza de café y coñac que Richie le ofreció para hacerlo entrar en calor—. Estuve caminando por la lluvia… y de pronto quise venir aquí.

—Entiendo. No digas más —cortó el pelirrojo—. Bébete esto y ven a la cama, estas no son horas para ir de visita. Y si has pescado un resfriado, me vas a oír —lo regañó cariñosamente. Desde que había perdido a su madre, Sasha siempre se ponía nostálgico cuando bebía, y esa nostalgia terminaba en un deseo imperioso de estar junto a las personas que quería. Por ese motivo, procuraba no beber demasiado.

—Sí, mamá —repuso Sasha con un profundo suspiro. Su madre ya no estaría más junto a él para aconsejarle no beber. Tampoco le pediría acudir siempre a la iglesia, ni buscar una novia, casarse con ella y darle nietos. Por asociación de ideas, pensó en Tommy y sus ojos se llenaron de lágrimas que apartó con un gesto molesto, para beberse a largos tragos el café.

Richie lo contemplaba en silencio. Sabía que Sasha llevaba dentro muchas cosas y que era muy reacio a compartirlas. Debía darle su tiempo, aunque a veces el ruso ponía a prueba la paciencia de un santo.

—¿Tommy está aquí? —preguntó en un susurro. Richie asintió.

—Está dormido.

Sasha se levantó y avanzó hacia el dormitorio, seguido por Richie.

Tommy dormía arropado hasta los hombros, que asomaban desnudos invitando a ser besados. Sasha se quedó contemplándolo y luego avanzó lentamente hacia él, tropezando con algo en su camino.

—¿Hum? —murmuró, alzando un consolador rojo, que le tendió a Richie. Sus ojos recorrieron la habitación, donde los juguetes que habían acompañado la apoteósica noche de sus amigos aún estaban sobre la cama y la alfombra—. Parece que hubo acción —observó, sentándose al borde de la cama, casi con reverencia, sin atreverse a despertar a Tommy.

Al sentir el colchón hundirse con el peso del rubio, Tommy se agitó y murmuró algo que sonó muy parecido a «Sasha».

Richie frunció el ceño levemente y se quitó la bata, para volver a la cama y al calor de Tommy. Sus ojos invitaron al ruso.

—Sí… ya voy.

Con dedos torpes, Sasha comenzó a desnudarse. Hacía frío, pero el aspecto físico no era relevante. Tenía frío en el alma, un frío que lo congelaba y que sólo podía derretirse en los brazos de Tommy.

Mientras se desvestía, no dejaba de mirar a Tommy. Odiaba esos momentos en los que se sentía vulnerable, pero también sabía que sólo podía mostrarse así con ellos dos. Richie y Tommy eran las dos personas en las que más confiaba, los únicos con los que podía mostrarse como era, en las buenas y en las malas. Sus amigos.

Gateó encima de la cama, hasta acomodarse junto a Tommy.

—Ahora, duerme —dijo Richie—. Si deseas, luego podemos hablar.

Tommy, que seguía dormido, tuvo un escalofrío cuando el ruso se le abrazó, pero se giró y, sin alejar los brazos del pelirrojo que lo rodeaban, abrazó a su vez al rubio, y tras acomodarse lanzó un hondo suspiro.

«Mi amor», susurró Sasha en ruso. Sus ojos se cerraron, llenos de Tommy.

4

Con la llegada de abril, la relación que Sasha mantenía con Randy comenzó a pesarle. Una noche se revolvió incómodo entre las sábanas. A su lado, Randy lo seguía mirando fijamente y la pregunta que acababa de hacer aún flotaba en el aire.

—¿Es cierto que te acuestas con Patrick y Alan?

¿Qué era todo aquello?

Él, desde luego, no le debía ninguna explicación a Randy. Su relación siempre había estado basada en un follar sin compromiso alguno y eso jamás había sido un problema para el irlandés hasta hacía unas semanas.

—Es asunto mío —repuso Sasha—. Yo me acuesto con quien quiero y tú también.

Eso era cierto, Randy no se distinguía precisamente por su fidelidad. El irlandés se sentó en la cama y dijo con voz neutra:

—Entonces es cierto.

—¿Y qué si lo es? Siempre dices que debo relacionarme más con los miembros del grupo —fue la fría respuesta. Sasha no toleraba que nadie le reclamara ese aspecto de su comportamiento. Eso formaba parte de la firme decisión que había tomado cuando se llevó su primera decepción con Tommy: no se involucraría con nadie, no le abriría su corazón a nadie, no se enamoraría de nadie. Los únicos que tenían acceso a esa faceta suya eran Tommy, su amor; Richie, su amigo; y Alex y Angel, su familia. Todos los demás eran ocasionales acompañantes en su camino por la vida.

—¡Yo no me refería a eso! —exclamó Randy.

—Entonces entendí mal —dijo el ruso, cansado ya de la discusión.

—Es por Stoker, ¿verdad? Siempre es por Stoker. Oí decir que los cuatro se habían ido a un hotel el sábado, después de la disco…

—¿Te importa si lo hicimos? ¿Cuál es tu maldito problema? —estalló Sasha—. Tommy y yo somos amigos, follamos cuando queremos y con quien queremos. ¿Qué parte de eso no has entendido, Ran? Me gusta el sexo y me gusta compartirlo, y tengo derecho a ello después de matarme estudiando y trabajando para salir de una vez de esta mierda. ¿No crees que tengo ese derecho?

Randy se encogió un poco. Sabía que en lo que se refería a Sasha, Stoker era intocable. Lo sabía, aunque nunca le había terminado de gustar que ese escocés larguirucho y narigudo tuviera esa clase de preferencias.

Odiaba a Stoker. Lo odiaba con toda su alma.

No había olvidado las veces que Sasha lo había dejado de lado por irse con él. Tampoco perdonaba que los miembros de su propio grupo sintieran admiración por sus ideas liberales y por el artículo, lleno de alusiones sexuales, que había publicado gracias a Sasha. Para Randy, Tommy no era más que una polla que se vendía barata.

Había rumiado su odio en silencio, alegrándose con cada pequeña victoria cuando lograba «secuestrar» a Sasha, alejarlo momentáneamente de él. Pero esas eran victorias efímeras. Apenas aparecía Stoker, el mundo dejaba de girar para el ruso.

Al principio Sasha había sido una especie de trofeo de guerra. El joven estudiante guapo y pobre que lo acompañaba a las reuniones del grupo servía como complemento a su imagen. Un atractivo accesorio que exhibir. Pero el ruso tenía una personalidad muy fuerte y poco a poco se había impuesto, llegando a hacerse indispensable. Randy no concebía una reunión del grupo sin Sasha, como no concebía un café irlandés sin crema. Se había vuelto parte de su vida en un lento e inexorable avance por ocupar el primer lugar y ya era tarde para desligarse de él.

Y ahora, cuando Randy se consolaba pensando que era el único del grupo llamado a su cama, llegaba eso.

El culpable era Stoker, lo sabía con la misma certeza con la que sabía que había día y noche.

—No tengo problema con eso. —Decidió disimular, esperar con la mente fría y aprovechar una oportunidad—. Sólo me preguntaba qué se siente al estar en un trío o un cuarteto. Tú nunca hablas de ello, ¿lo disfrutas?

Sasha se sorprendió. Estaba claro que Randy estaba cambiando de táctica. Sonrió a medias.

—Oh, sí. ¿Por qué no lo pruebas? —Lo tentó, con toda intención.

Randy fue el sorprendido ahora, pero calculó rápidamente las posibilidades. «Conoce a tu enemigo», le vino a la mente. Stoker era su enemigo… ¿qué mejor modo de conocerlo que follando con él?

—Tienes razón, ¿por qué no? Estoy dispuesto. Sólo di cuándo y dónde y estaré encantado de saber lo que se siente estar contigo y con Stoker.

Sasha lo atrajo de nuevo a la cama y se colocó sobre él, mirándolo a los ojos con toda la intensidad de su mirada gris. Tommy pondría el grito en el cielo, de eso estaba seguro. Pero la situación con Randy lo estaba incomodando y veía dos caminos: o lo dejaba para siempre o lo hacía entender. Optó por lo segundo. Además… ¿no era Tommy el que siempre decía que el sexo creaba lazos? Quizá de ese modo esos dos pudieran ser amigos y dejarlo en paz con sus celos.

—El sábado que viene después de la disco —dijo como quien cierra un trato de negocios. Ya vería el modo de convencer a Tommy.

5

—¿Adónde vamos? —preguntó Tommy, intrigado. Sasha se dirigía con buen paso hacia el bosque. Las hojas crujían bajo sus pies y tenía ese aire misterioso que podía augurar revelaciones desagradables.

—A dar un paseo —respondió lacónicamente el ruso y ambos continuaron su camino hacia el roble que era su lugar favorito cuando deseaban tener una conversación privada al aire libre. Cuando hacía buen tiempo, solían instalarse allí a merendar o simplemente a recostarse en la hierba disfrutando su mutua compañía. Se referían a él como «nuestro árbol», lo sentían parte de sus vidas en ese pequeño universo que constituía el colegio.

Hablaron de los deberes, de los cotilleos del colegio y de la universidad, y de los enormes deseos que tenían de que el año acabase. Sasha tenía apenas una hora para ponerse en camino hacia el laboratorio y había un tema que aún no podía tratar: su promesa a Randy.

—¿Qué planes tienes para el fin de semana? —dejó caer como por casualidad.

—Pues los de siempre, ir al Heaven, pasarme por casa de Richie, tal vez ir al cine o dar una vuelta por ahí. No sé, lo típico —respondió Tommy reclinándose en el árbol.

—Hum… —Sasha lo estudió cuidadosamente. Tommy estaba recostado en el pasto, reclinado contra el tronco del árbol y mordía distraídamente una hierbita, en un gesto por demás sensual—. ¿Qué tal si hacemos algo no típico? —aventuró.

—¿Algo no típico? —Tommy lo miró alzando una ceja—. Pues no sé... conociéndonos, algo no típico podría ser sadomaso duro. Y cielo, siento decirlo, pero no me gusta que me peguen. Fuerte.

—No seas exagerado. —Sasha rió—. Hay muchas cosas no típicas que podríamos hacer. Pero no era el sado lo que tenía en mente. ¿Qué tal variar de compañía?

—¿Variar de compañía? Claro, si te apetece. ¿Has conocido a alguien interesante? —preguntó Tommy, intrigado.

—Pues, yo creo que es interesante —dijo el ruso con cautela. Sabía de la animadversión de Tommy hacia Randy, tendría que ir con cuidado.

—Si te parece, estará bien —replicó, completamente confiado.

—Me lo parece —dijo Sasha. Su mano acarició levemente la mejilla de Tommy—. Pero quiero saber si te parece bien a ti.

—¿Por qué iba a parecerme mal? —preguntó Tommy ya con sospecha—. ¿Pasa algo malo? Si es con una chica ya sabes que yo no tengo problemas —añadió riéndose—. En serio, no ha habido problema con ninguno de los que nos hemos acostado ¿por qué iba a haberlo con tu nuevo amigo?

Sasha se incorporó a medias, atento a los ojos de Tommy tras las gafas.

—No es un nuevo amigo. Y desde luego, no es una chica. Pero vamos, no creo que te atrevas a hacerlo… —dijo usando la táctica que había ensayado.

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