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Authors: Larry Niven

El protector (2 page)

—…Debes llamarnos de inmediato, Nick. No esperes a tomar tu segunda fijación. Son asuntos urgentes del Cinturón. Repito: Martin Shaeffer llamando a Nick Sohl a bordo del monoplaza Picaflor…

Nick reenfocó su láser.

—Lit, me siento realmente honrado. Un simple oficinista hubiera bastado para grabar mi pobre hallazgo. Repitiendo…

Puso el mensaje a repetirse, luego comenzó a ordenar sus herramientas. Ceres estaba a varios minutos luz de distancia. No trató de adivinar cuál emergencia podría necesitar su atención personal, pero estaba preocupado.

Rápidamente llegó la respuesta. La expresión de Lit Shaeffer era extraña, pero su tono era alegre.

—Nick, eres muy modesto acerca de tu pobre hallazgo. Es una pena que tengamos que desaprobarlo. Ciento cuatro mineros han llamado ya para informar sobre esa fuente de monopolos.

Nick se atragantó. ¿Ciento cuatro? Pero él estaba en el sistema exterior… y la mayor parte de los mineros preferían trabajar sus propias minas, de todos modos. ¿Cuántos no habían llamado?

—Están por todo el Sistema —siguió Lit—. Es una fuente endiabladamente grande. Para que lo sepas, ya la hemos localizado por paralaje. Una fuente, a cuarenta unidades astronómicas del sol, lo que la hace estar algo más lejos que Plutón, y a dieciocho grados por encima del plano del sistema solar. Mitchikov dice que en la fuente debe haber una masa de monopolos magnéticos sur tan grande como todo lo que hemos minado en el último siglo.

«¡Un Exterior!», pensó Nick. Y también: «Qué pena que desautorizaron mi reclamo».

—Mitchikov dice que tal fuente podría potenciar un estatorreactor Bussard verdaderamente grande… un ramrobot tripulado…

Nick asintió a eso. Los ramrobots eran sondas robot enviadas a las estrellas cercanas, y eran una de las pocas fuentes de verdadera cooperación entre la ONU y el Cinturón.

—Hemos estado siguiendo la fuente por la última media hora. Se mueve hacia el interior del sistema solar a siete mil doscientos kilómetros por segundo, en caída libre. Eso está bien por encima de las velocidades interestelares. Estamos todos convencidos de que es Exterior. ¿Algún comentario? Repitiendo…

Nick apagó el transmisor y se sentó por un momento, tratando de acostumbrarse a la idea. ¡Un Exterior!

En el Cinturón, Exterior era el argot por 
extraño
; pero la palabra significaba más que eso. El Exterior sería el primer ser extrasolar inteligente que contactaría a la especie humana. Y probablemente contactara al Cinturón en lugar de la Tierra, no sólo porque el Cinturón tenía la propiedad de la mayor parte del Sistema Solar, sino porque los humanos que habían colonizado el espacio eran claramente más inteligentes. Había muchas presunciones tácitas en la palabra, y no todo Espacial creía en ellas.

Y la emergencia había encontrado a Nick Sohl de vacaciones. ¡Maldita sea! Él debía estar trabajando con el láser de mensajes.

—Nick Sohl llamando a Martin Shaeffer, de la Base Ceres. Sí, tengo comentarios. Uno: suena como que tu presunción es válida. Dos: deja de disparar las noticias por todo el Sistema. Alguna nave Llanera podría captar los bordes del rayo mensajero. Deberemos hablarles de esto tarde o temprano, pero no justo ahora. Tres: estaré en casa en cinco días. Dedícate conseguir más información. No deberemos tomar ninguna decisión crítica por un tiempo.

Por lo menos, pensó, hasta que el Exterior entrara al Sistema Solar, o tratara de enviar sus propios mensajes…

—Cuatro… —«¡Averiguar si el hijo de puta está desacelerando! ¡Averiguar donde se detendrá!» Pero él no podría decir nada de eso. Demasiado específico para un mensaje láser. Shaeffer sabría que hacer—. No hay un cuatro. Sohl fuera.

 

El Sistema Solar es grande en diámetro, pero en las otras medidas es muy delgado. En el Cinturón principal, desde poco más acá de la órbita de Marte hasta poco mas allá de la de Júpiter, un hombre con determinación puede examinar cien rocas en un mes. Más allá de esa zona, es probable que use un par de semanas yendo y viniendo, sólo para mirar alguna cosa que él espera que nadie más haya notado.

El Cinturón principal no está minado, aunque la mayoría de las rocas grandes son ahora propiedad privada. La mayor parte de los mineros prefiere trabajar allí, porque saben que están al alcance de la civilización y sus subproductos: aire y agua almacenados, combustible de hidrógeno, mujeres y otras personas, un nuevo regenerador de aire, autodoctores y drogas psicomiméticas terapéuticas.

Brennan no necesitaba drogas o compañía para mantenerse cuerdo; por eso prefería los bordes exteriores. Estaba en el punto troyano posterior de Urano, sesenta grados por detrás en la órbita del gigante de gas. Los puntos troyanos, siendo sitios de equilibrio estable, son colectores de polvo y de objetos mayores. Había una buena veta de polvo allí, proveniente del espacio profundo, y un puñado de rocas valiosas por explorar.

Si no hubiera hallado nada en absoluto, Brennan habría seguido adelante hacia las lunas, luego al punto troyano principal, sesenta grados por delante de Urano. Luego al hogar, por un corto período de descanso y una visita a Charlotte; y como sus fondos estarían bajos por entonces, una visita obligatoria a Mercurio, que odiaría.

Si hubiera encontrado pechblenda, hubiera minado en ese punto por meses. Pero ninguna de las rocas había tenido suficientes radioactivos como para interesarle. Pero algo cercano había mostrado el resplandor metálico propio de un artefacto. Brennan se movió hacia ello, imaginando que se trataría de un tanque de combustible descartado por algún minero del Cinturón, pero mirando de todos modos. Jack Brennan era un reconocido optimista.

El artefacto era la carcasa de un motor cohete de combustible sólido. Parte del Mariner XX, según los letreros. El Mariner XX, la antigua sonda de pasaje a Plutón. Eones atrás, la antigua carcasa vacía debió haber derivado hacia el distante sol, flotando entre el esparcido polvo del punto Troyano y frenado hasta detenerse. El casco estaba puntuado con agujeros por el polvo meteorítico y aún rotaba con el impulso que le habían impartido tres generaciones atrás.

Como objeto de colección, estaba casi más allá de todo precio. Brennan tomo fotografías de ella en el sitio, antes de aferrar la plana nariz y usar su mochila jet para frenar su rotación. Lo ató al tubo de fusión de su nave, detrás del sistema de vida de su cabina. Los giróscopos podrían compensar el desbalance.

En otro sentido, el bulto presentaba un problema.

Se detuvo, mirando la delgada cáscara junto al tubo de fusión. El antiguo motor era como la mitad de largo de su nave minera, pero muy liviano, apenas una piel de metal para su carga original de combustible sólido moldeado. Si Brennan hubiera encontrado pechblenda, el monoplaza habría estado cargado hasta el anillo de combustible, llevando casi su propio peso en mineral radioactivo. Él hubiera debido regresar al Cinturón a medio ge. Pero con la reliquia del Mariner como carga, él podría acelerar a un ge, lo que era estándar para los monoplazas vacíos.

Esto podría darle justo la ventaja que necesitaba.

Si vendía el tanque a través del Cinturón, el gobierno se quedaría con el treinta por ciento, en tasas de importación y comisiones de agentes. Pero si lo vendía en la Luna, el Museo Terrestre del Vuelo Espacial no le cargaría ningún impuesto.

Brennan estaba en buena posición para contrabandear. No había Dorados aquí afuera. Su propia velocidad en la mayor parte de su curso sería tremenda. Ellos ni siquiera podrían animarse a cazarlo antes de que se aproximara a la Luna. Además, no estaba pasando monopolos ni radioactivos; los detectores magnéticos y de radiación no se fijarían en él. Podría salir por encima del plano de los planetas, evitando las rocas y las otras naves.

Pero si lo atrapaban…, perdería el cien por ciento de su hallazgo. Todo.

Brennan sonrió para sí mismo. Se arriesgaría.

 

La boca de Phssthpok se cerró una, dos, tres veces. Una raíz amarilla del árbol de la vida se separó en cuatro bocados, desgarradamente, porque los bordes del pico de Phssthpok no eran afilados. Eran embotados y desiguales, como la corona de un molar. Phssthpok tragó cuatro veces.

Él apenas había notado la acción. Era como si su mano, boca y barriga estuvieran en automático, mientras Phssthpok vigilaba la pantalla.

Bajo un aumento de 104 la pantalla mostraba tres pequeños puntos violeta.

Por sobre el borde de la pantalla, sólo se podía ver la brillante estrella amarilla que él había llamado G0 Blanco Nº 1. Había estado buscando planetas. Encontró uno, una belleza, el tamaño correcto y la temperatura aproximada, con una atmósfera transparente y húmeda, y con una luna sobredimensionada. Pero también había encontrado miríadas de puntos violeta tan pequeños que al principio pensó que eran meros relámpagos en las retinas de sus ojos.

Pero eran reales, y se movían. Algunos no se movían más rápido que los objetos planetarios; otros, cientos de veces más rápido que la velocidad de escape del sistema. Brillaban intensamente calientes, del color de una estrella de neutrones en su cuarta semana de vida, cuando su temperatura es todavía de millones de grados.

Obviamente eran naves espaciales. A esa velocidad, un objeto natural se habría perdido hacia el espacio interestelar en cuestión de meses. Probablemente usaban impulsores de fusión. Si era así, y juzgando por su color, quemaban a mayores temperaturas y eran más eficientes que su propia nave.

Parecían pasar la mayor parte de su tiempo en el espacio. Al principio esperó que fueran alguna forma de vida nacida en el espacio, tal vez relacionada con las Semillas Estelares del núcleo galáctico. Pero al acercarse más al sol amarillo debió abandonar la idea. Todas las chispas tenían destinos: iban desde la miríada de rocas orbitantes hacia las lunas y planetas del sistema interior. Un blanco frecuente era el planeta con la atmósfera acuosa, el que había clasificado como habitable para los Pak. Ninguna forma de vida nativa del espacio pudo haber soportado su gravedad o su atmósfera.

Ese planeta, G0 Blanco Nº 1-3, era el mayor de esos destinos, aunque las naves espaciales tocaban muchos cuerpos menores. Interesante. Si los pilotos de esos navíos de fusión se habían desarrollado en G0 Blanco Nº 1-3, ellos naturalmente preferirían gravedades menores que mayores.

Pero los que él buscaba no tenían mentes como para construir esos artefactos. ¿Algún extraño habría usurpado su lugar? Si fuera así, entonces habría entregado su larga vida para extraer sólo una estéril venganza.

Phssthpok sintió la furia crecer en él, pero la sofocó. Esta no era necesariamente la respuesta. G0 Blanco Nº 1 no era el único blanco probable. La probabilidad era únicamente del veintiocho por ciento. Era posible que los que venía a buscar circundaran otra estrella. Pero debía asegurarse.

Hay una velocidad mínima a la que un estatorreactor Bussard puede operar, y Phssthpok estaba apenas por encima de ella. Había planeado cruzar el sistema hasta que hallara algo definitivo. Ahora se vería obligado a usar parte de su combustible de reserva: ya había encontrado una chispa blanquiazul moviéndose a alta velocidad hacia el sistema interior. Él debería ser capaz de igualar su curso.

 

Nick aterrizó el Picaflor, dio rápidas órdenes para la descarga y venta de su cargamento, y se fue bajo tierra. Su oficina estaba cerca de tres kilómetros por debajo de la superficie rocosa y cubierta de burbujas de Ceres, profundamente hundida en su sustrato de ferroníquel.

Colgó traje y casco en el vestíbulo de su oficina. Había una imagen en el frente de su traje, y él la palmeó afectuosamente antes de entrar. Siempre lo hacía.

La mayor parte de los Espaciales decoraban sus trajes. ¿Por qué no? El interior del traje era lo que muchos Espaciales podían llamar su hogar, y la primera posesión que debían mantener en perfectas condiciones. Pero, aún en el Cinturón, el traje de Nick Sohl era único.

En un fondo naranja se veía la figura de una chica. Era baja; su cabeza apenas alcanzaba el anillo de cuello del traje. Su piel era de un verde suavemente brillante. Sólo su adorable espalda se mostraba cruzando el frente del traje. Su cabello era como corrientes de llamas de un incendio, de naranja parpadeante con toques de amarillo y blanco, oscureciéndose hasta el humo negro rojizo mientras bajaba por el hombro izquierdo de la mujer. Estaba desnuda. Sus brazos se envolvían alrededor del torso del traje, sus manos tocaban la mochila de aire en su espalda; sus piernas se enroscaban en las del traje, de modo que sus talones se calzaban en las flexibles junturas metálicas de las rodillas. Era una hermosa pintura, tan hermosa que casi no era vulgar. Lástima que la salida sanitaria del traje no estaba en algún otro sitio.

Lit descansaba en una de las sillas de huéspedes de la oficina de Nick; sus largas piernas yacían lejos sobre la alfombra. Más que grande, él era estirado. En su infancia había pasado demasiado tiempo en caída libre; ahora no podía entrar en una cabina estándar, ni en un traje estándar; y dondequiera que estuviera, parecía que estaba tratando de apoderarse del lugar.

Nick se dejó caer en su silla y cerró los ojos por un momento, acostumbrándose a la idea de ser de nuevo el Primer Orador. Con sus ojos aún cerrados dijo:

—Está bien, Lit. ¿Qué está pasando?

—Lo tenemos todo aquí —ruido de papeles—. Sí. La fuente de monopolos está acercándose por sobre el plano del Sistema Solar, dirigida aproximadamente hacia el sol. Hace como una hora atrás, estaba a tres mil novecientos millones de kilómetros afuera. Después de que la encontramos, por una semana ha mostrado una aceleración pareja de cero coma noventa y dos ge, mayormente lateral y frenando para ajustar su curso alrededor del sol. Ahora está decelerando, y el impulso ha caído a cero coma catorce ge. Eso lo dirige hacia la órbita de la Tierra.

—¿Dónde estará la Tierra entonces?

—Ya controlamos eso. Si vuelve a cero coma noventa y dos ge en… este punto, estará en reposo en ocho días desde ahora. Y es allí donde la Tierra estará —Lit se vio molesto—. Esto es aproximado. Todo lo que sabemos por ahora es que se dirige al sistema interior.

—Pero la Tierra es el blanco obvio. No parece justo… Se supone que los Exteriores nos contacten a nosotros, no a ellos. ¿Qué has hecho hasta ahora?

—Mayormente observaciones. Hemos conseguido fotos de lo que parece ser un impulsor. Llama de fusión, algo más fría que las nuestras.

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