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Authors: John Darnton

Experimento (42 page)

»Lo que más vivamente recuerdo fue la vergüenza que sentí al tener que mentir y el hecho de que mi padre me dijera que en aquel caso mentir estaba justificado. Este fin de semana, cuando mi padre me dijo que se estaba muriendo y que a mi madre le ocurría lo mismo, me pidió que no le dijera nada a ella. Me dijo que en aquel caso la mentira estaba justificada. Y fue entonces cuando recuperé la memoria de golpe. Recordé la escuela, y mis juegos en la mina contigo. Todo me vino bruscamente a la cabeza. Fue asombroso.

—De niña, en Milwaukee, ¿no sabías nada de la historia de tus padres?

—Pues la verdad es que no. Me parecía que, por algún extraño motivo, eran distintos. De pequeña, fantaseaba con la idea de que fueran científicos y estuvieran trabajando en un proyecto supersecreto. Como el Proyecto Manhattan de Los Álamos. Me contaba a mí misma que sus investigaciones eran importantísimas y que un día se harían muy famosos, pero que, de momento, había que mantener el secreto. No podíamos decir ni una palabra, porque había fuerzas malignas decididas a desbaratar los trabajos de mis padres. Aunque todo era pura fantasía, muchos de los elementos de esa fantasía eran reales, y yo, de algún modo, debí de percibirlo.

—¿Sabías tú a qué tipo de investigaciones científicas se dedicaban tus padres?

Tizzie respondió sin una vacilación.

—Sólo hasta cierto punto. Sabía que la vida era importante, y la longevidad deseable. Sabía que yo debía ampliar mis horizontes, llenar mi cerebro de conocimientos científicos. Y también sabía que cuidar de mi propio cuerpo era importante. Ésos fueron los valores que me inculcaron en la infancia.

»En especial el cuidado del cuerpo. Siempre que me ocurría algo malo, que me resfriaba, que me cortaba o, en el peor de los casos, que me rompía un brazo, las atenciones llovían sobre mí. A fin de cuentas, mi padre era médico y ningún cuidado era excesivo. A la más mínima me administraban antibióticos. Tizzie tomó aire. Estaba llegando a la parte más difícil. —Ahora bien, si lo que quieres saber es si yo, cuando necesité el riñón, estaba al corriente de lo que sucedía, si supe de dónde procedía el órgano, entonces la respuesta es no. Lo que te conté era cierto. De jovencita, cuando tenía quince o dieciséis años (es asombroso hasta qué punto había reprimido estos recuerdos) me puse enferma. Tuve una infección que no me trataron a tiempo y que llegó a revestir una considerable gravedad. Estaba siempre con fiebre y era tan doloroso orinar que me aguantaba las ganas, con lo cual agravé aún más el problema. No quería decirle nada a mi padre, pero él terminó dándose cuenta y me administró gentamicina. Durante un tiempo parecí mejorar, pero luego sufrí una recaída y me puse mucho peor. Recuerdo que me llevaron a un hospital de Milwaukee y me conectaron a una máquina de diálisis. Y luego, un día, me operaron. La intervención se efectuó en una pequeña clínica. No recuerdo gran cosa de la operación, sólo que estuve mucho tiempo en cama y que falté tanto a clase que tuvieron que ponerme un profesor particular.

Tizzie hizo una breve pausa como si buscara las palabras adecuadas.

—Nunca me paré a preguntarme de dónde había salido aquel riñón. ¿Por qué me lo iba a preguntar? Yo en aquella época no era más que una chiquilla. Pero lo que sí resulta extraño es que creo que desde entonces no había vuelto a pensar en la operación. En algún momento debió de parecerme raro, porque, como ahora sé de sobra, los ríñones para trasplantes siempre han escaseado. Además, mucho después de la operación, se me hizo extraño que no me hubieran administrado drogas inmunodepresoras, ni me hubieran sometido a ningún régimen especial, pero la verdad es que nunca llegué a captar el pleno significado de todas aquellas circunstancias. Luego, cuando Skyler nos habló de Julia y de su operación, algo hizo clic en mi cabeza, pero no terminé de atar cabos hasta que mi padre me lo contó todo. Me quedé horrorizada. Al menos mi padre tuvo la vergüenza de mostrarse contrito.

La joven volvió a fijar la mirada en la vela.

—Pero, si he de ser sincera, debo admitir que me sentí rara, como si en alguna medida yo siempre hubiera sabido algo de todo aquello, aunque no se me ocurre cómo llegué a sospecharlo. Porque lo cierto es que nunca me dijeron nada. ¿Te imaginas, decirle a una niña que le han trasplantado un órgano perteneciente a alguien criado exclusivamente con ese propósito? Además, yo no sabía nada de los clones, e incluso ignoraba que existieran. Supongo que, inconscientemente, siempre supe que algo horrible estaba sucediendo.

—¿Cuántos como tú... como nosotros... no sé cómo llamarnos...? Sí, prototipos. ¿Cuántos prototipos existen?

—No lo sé a ciencia cierta. Veinte o treinta. Repartidos por todo el país. Todos son hijos de los miembros fundadores del Laboratorio. El pasado fin de semana le pregunté a mi padre cómo pudieron ser capaces de hacer algo tan terrible. Lo que me respondió en resumidas cuentas fue que ellos consideraban que nos estaban dando un gran don, el don de la longevidad. Ellos mismos no podrían disfrutar de largas existencias, y por entonces, no te olvides que hablamos de fines de los años sesenta, sus propias investigaciones no estaban demasiado avanzadas. No podían producir clones de adultos y, en aquella época, muchos de los científicos estaban convencidos de que nunca llegarían a conseguirlo. Pero producir clones de niños pequeños era bastante más sencillo.

«Cuando mi padre me explicó el proceso, parecía sentirse casi orgulloso. Tomas el óvulo fertilizado, separas sus células en una etapa temprana de su desarrollo y colocas sus núcleos en otros óvulos. Luego, éstos se congelan y pueden volverse a activar cuando se desee. A tu madre le fue implantado el óvulo años más tarde. Por eso Skyler es más joven que tú y Julia es... era... más joven que yo. Pensándolo bien (y yo he tenido tiempo para reflexionar a fondo sobre el tema) si crías clones para que sirvan como donantes de órganos, es lógico que quieras que los clones sean de menor edad que los clonados. Los órganos deben ser jóvenes y fuertes.

—Pero la clonación resultaría inútil para las enfermedades hereditarias, ya que los clones también terminarían desarrollándolas.

—Sí, probablemente. Pero el órgano del clon no habría sufrido ningún tipo de daño ambiental y, en ese sentido, sería más fuerte. Y el trasplante sería eficaz para todas las dolencias contraídas por contagio. Y, como es lógico, también para cualquier tipo de accidente.

La joven se aproximó más a Jude.

—Además, hay otra cosa. Puede que en la isla existan clones aún más jóvenes. Ya oíste a Skyler hablar de la guardería, ese lugar próximo a la isla. Tal vez la usen para ese fin. —¿Tus padres te lo dijeron? —No con todas las palabras. Pero yo lo deduje. —¿Por qué no te lo contaron todo?

—No lo sé. Es como si tuvieran miedo de algo. Hasta donde alcanza mi memoria, siempre los recuerdo atemorizados. Parece que ellos también rompieron con el Laboratorio. No fue un caso tan traumático como el de tu padre, ni tampoco se trató de una ruptura total, pero también se separaron del grupo. Debió de ocurrir cuando yo tenía alrededor de seis años. Fue entonces cuando nos trasladamos a Milwaukee. Yo apenas recuerdo nada de lo que ocurrió, y lo que tal vez llegué a saber o lo he olvidado o lo he borrado inconscientemente de mi memoria.

»Pero de ciertas cosas sí me acuerdo. Recuerdo, por ejemplo, que de pronto parecía sobrarnos el dinero. Y también recuerdo que mis padres parecían preocupados por algo. Se encerraban en su dormitorio a hablar en voz baja. Y tras el traslado a Wisconsin, no nos desconectamos por completo del Laboratorio. Mi tío Henry venía con cierta frecuencia a visitarnos, así que la separación debió de ser amistosa. A pesar de que, sin duda, fue una separación. —Háblame de tu tío Henry.

—Es el hermano de mi madre. Lo recuerdo de toda mi vida. Nunca me ha caído bien. Es más, hay algo en él que me resulta francamente repulsivo. No me gusta la sumisión que mis padres manifiestan hacia él. Es como si mi tío tuviera un poder especial sobre ellos.

—¿Qué clase de poder?

—No tengo ni idea. Él parece disfrutar viéndolos sometidos a su influjo. Mis padres están enfermos y hacen todo lo que él ordena. Él dice que están trabajando en una vacuna para curarlos, y utiliza eso para coaccionarme. El pasado fin de semana, el tío Henry apareció por la casa y al entrar habló un momento conmigo. Me dijo que quería que yo hiciera algo. —¿El qué?

—No lo sé a ciencia cierta... Me dijo que ya me lo explicaría. Pero su actitud era muy rara. Estoy casi segura de que me va a pedir que te espíe.

—¿Que me espíes? ¿Y qué piensas responder? Tizzie lo fulminó con la mirada. —Me negaré, como es natural.

—Tizzie, antes dijiste que temías que ellos me hubieran seguido hasta aquí. ¿Quiénes son ellos?

—Jude —dijo mirándolo a los ojos y utilizando por primera vez su nombre—, te aseguro que lo ignoro. Ya te he contado todo lo que sé.

—¿Sabes dónde está el Laboratorio, la isla? —No, pero probablemente eso podremos deducirlo de lo que nos cuente Skyler.

—¿Qué tal se lo está tomando él? —¿Te refieres a lo de que yo sea idéntica a Julia? —Sí.

—Está confuso. Y furioso. Skyler sabía desde la noche que te conoció que Julia y yo éramos idénticas. Vio mi retrato en tu mesilla de noche.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué no dijo nada?

—No lo sé. Imagino que estaba asustado. No sabía si debía o no fiarse de nosotros. —¿Y ahora?

—Ahora él ya se ha dado cuenta de que yo ignoraba lo de Julia y parece haberse tranquilizado.

—O sea que habéis hablado de ello —dedujo Jude haciendo un esfuerzo para que su voz sonara normal. —Sí.

—Ya. ¿Y cuándo tuvisteis esa conversación? —Ayer mismo. Cuando tú te marchaste en el coche. Y antes también habíamos hablado algo. Por cierto, ¿adonde fuiste ayer?

__A la reserva india Verde. Localicé mi partida de nacimiento. Y también la tuya.

__Y fue así como lo supiste.

—Fue así como lo supe a ciencia cierta. Llevaba algún tiempo sospechando. Desde el principio, Skyler se comportó contigo de un modo extraño. Cuando tú estás presente, no puede disimular sus sentimientos, pese a lo mucho que lo intenta. O no te mira en absoluto o no te quita ojo. Y luego estaba lo de tu operación y lo de la operación de Julia. Demasiada coincidencia. Tú no figuras en el registro nacional de trasplantes de órganos (eso lo supe por Hartman), así que comprendí que tu operación había sido clandestina. Y había otros pequeños detalles que también encajaban, como, por ejemplo, el hecho de que Julia y tú fuerais miopes. —Comprendo.

—Pero, aparte de eso, había dos cosas que realmente me preocupaban. —¿Cuáles?

—En primer lugar, que no me hubieras contado la verdad inmediatamente, lo cual parecía indicar que tú formabas parte de la conspiración. Luego, cuando Skyler nos explicaba la historia completa mientras veníamos hacia aquí, dijo algo que se me quedó grabado. A Julia la mataron porque descubrió algo en los archivos, sabía demasiado y se había convertido en una amenaza. Pero cuando Skyler nos describió el cadáver que encontró sobre la mesa de mármol, dijo que le habían extraído todos los órganos internos. Yo me pregunté por qué hicieron tal cosa, y sólo se me ocurrió un motivo: querían conservarlos para hacer uso de ellos en el futuro. Por si tú los necesitabas. Tizzie se recostó en la pared de roca horrorizada. —Jude, me siento fatal. Todo esto me produce unos terribles remordimientos. Qué idea tan grotesca y terrible, producir un clon. Y yo me siento responsable de ello. Julia era como una hermana, una gemela... sólo que más joven. Aunque yo no tuve nada que ver con su creación, me siento responsable. Fue algo que hicieron para mí, así que es casi como si también yo lo hubiera hecho. Yo me quedé con su riñón. Yo fui la causa de que ella sufriera. Y luego ella murió de un modo horrible, y también me siento culpable de ello.

Jude se aproximó a Tizzie y se arrodilló a su lado. Ella le dirigió una débil sonrisa.

—¿Y sabes algo realmente extraño? Todo esto es tan terrible que ni siquiera me atrevo a pensar en ello. Pero quiero averiguar lo más posible acerca de Julia. Cuando Skyler habla de ella, cuando la describe con tanto amor, podría pasarme horas escuchándolo —dijo Tizzie, y Jude asintió comprensivo con la cabeza—. Creo que supe casi desde el principio... Bueno, no desde el mismo principio, porque, gracias a ti, Skyler y yo nos conocimos en la cama, pero desde la primera vez que lo oí mencionar el nombre de Julia, supe que ella y yo éramos la misma. —No exactamente la misma. Recuerda todo lo que me contaste cuando nos conocimos.

—Vale. No éramos la misma. Pero éramos similares, muy similares, estábamos íntimamente conectadas. Y me di cuenta por la reacción de Skyler. Tienes razón, actúa de modo extraño cuando yo estoy delante. Y cuando me mira del modo que tú has descrito... Su mirada refleja amor. Así debía de mirarla a ella. Es entonces cuando más unida a Julia me siento. Guardaron silencio por unos momentos. —De todas maneras —siguió Tizzie—, lamento todo lo que está ocurriendo.

Jude se sintió embargado por una oleada de afecto hacia ella, y se dio cuenta de que llevaba tiempo sin experimentar aquella sensación.

—Quiero preguntarte una cosa —dijo—. Cuando nos conocimos y yo te entrevisté... ¿Estuvo organizado nuestro encuentro? —¿A qué te refieres?

—A si te dijeron que debías conocerme. ¿Actuaste siguiendo instrucciones?

Ella puso una mano sobre la de él. —No. Fuiste tú el que vino a verme, ¿no lo recuerdas? —Sí, y eso es lo que me desconcierta.

—Me gustaste en cuanto te vi. Sin embargo, sospecho que alguien, de un modo u otro, movió los hilos para conseguir que tú y yo nos encontrásemos. —Pero... ¿por qué?

—Quizá estaban preocupados por ti y querían vigilarte. A fin de cuentas, Skyler ya había escapado. Quizá adivinaron que trataría de encontrarte.

—Eso ya lo había pensado, pero es absurdo. Podrían haberse limitado a liquidarme... No parece que tengan muchos escrúpulos a la hora de despachar a la gente.

—Ésa es una medida muy extrema. Y, además, pone sobre alerta a la policía.

—De acuerdo, pero entonces... ¿para qué iban a enviar a una espía que ignoraba cuál era su cometido?

—¿Qué quieres decir?

__¿Para qué iban a enviar a una informante que luego no les informaba? A no ser, claro, que sí les hayas informado.

Tizzie lo miró con ojos llameantes.

—Supongo que me merezco esas palabras. Pero quiero que sepas que no es así. Creo que ése era el plan que ellos tenían inicialmente. Pero en cuanto conocí a Skyler y comenzamos a desentrañar la verdad, el plan dejó de ser posible. Te lo juro. Yo sería incapaz de hacer una cosa así.

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