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Authors: Francesc Gironella,Isaac Asimov

Tags: #Ensayo

Las Palabras y los Mitos (13 page)

Psiqué era tan hermosa que todos los hombres se enamoraban de ella. Se la consideraba incluso más hermosa que la propia Venus. Esta diosa, llevada por los celos, envió a su hijo Cupido para que le arrojara una de sus flechas del amor y Psiqué se enamorara de un pordiosero, lo cual daría ocasión para castigarla; némesis a causa de hibris, era el curso normal que seguían estas cosas. (Nótese que aquí hablamos de Venus y Cupido, y no de Afrodita y Eros, ya que la historia es romana y no griega).

En esta historia, Cupido aparece como un muchacho, en vez de ser un niño. Corrió, pues, a cumplir el encargo de su madre, y cuando estaba a punto de disparar contra Psiqué, se hirió casualmente con una de sus propias flechas, por lo que quedó prendado de ella.

Cortejaba a la amada durante la noche y se casó con ella, pero nunca permitió que ésta le viese (por temor a que se enterara Venus). Incluso prohibió a Psiqué cualquier intento de verle. Las hermanas de Psiqué, celosas de estos acontecimientos tan románticos, la engañaron asegurándole que su esposo era, en realidad, un monstruo horrible y que ésta era la razón de que no le permitiera contemplarle. Psiqué quedó tan atormentada por estas noticias que se llevó una lámpara hasta la cama donde dormía Cupido. Se inclinó para contemplarle mejor con tan mala fortuna que el aceite de la lámpara se vertió sobre la cara de Cupido, despertándole. Entristecido, tuvo que abandonarla.

El resto de la historia va refiriendo el deambular de Psiqué por el mundo, e incluso por las profundidades de Hades, con todas las penalidades y mortificaciones impuestas por la enojada Venus; pero buscando, siempre buscando, a su Cupido. Finalmente, su fidelidad al amado consiguió el perdón de Venus. Psiqué fue inmortalizada y pudo reunirse con Cupido en los cielos, por toda la eternidad.

Todo ello es mucho más que una simple historia amorosa. Psiqué es una palabra griega que significa «alma» y todos estos hechos tienen una intención mucho más profunda. (Una historia con un significado más profundo que el que aparentan los hechos que relata, es una «alegoría»). El alma (Psiqué), originariamente en el cielo donde todo es amor (Cupido), es condenada a deambular por algún tiempo en la Tierra, sufriendo penalidades y mortificaciones. Sin embargo, si permanece fiel y sincera, señala la historia, volverá al cielo para reunirse con el amor.

La situación es parecida a la de la oruga que parece morir y enterrarse en el capullo, como un hombre en la tumba. Pero luego florece en bella mariposa, del mismo modo que el alma del hombre irrumpe en una vida mejor. Con esta idea, los artistas suelen representar a Psiqué con alas de mariposa. (La popularidad de la historia de Psiqué llevó a representar más tarde a las hadas con la misma figura). Incluso existe una familia de polillas que tiene el nombre de «Psíquide», con lo que se demuestra que los zoólogos también conocen este mito.

La palabra «psiqué» en su significado de mente o alma, también forma parte de nuestro lenguaje. «Psicología» es el estudio de la mente, y un «psiquiatra» es un doctor especializado en enfermedades mentales. Se llama «psíquica» la persona que percibe las cosas más con la mente que con los ojos, oídos u otros sentidos normales.

Psiqué también vive literalmente en los cielos, ya que el asteroide número dieciséis recibió el nombre de «Psiqué».

En ciertas ocasiones, se ha demostrado que alguno de los mitos no es pura ficción, sino que representa un recuerdo de hechos trascendentales del pasado. En aquellos tiempos en que la escritura no era cosa usual y la historia no se escribía, la única forma de recordar hechos pasados era la transmisión oral de los mismos. El padre los relataba a su hijo, quien los transmitía a su hijo, y así sucesivamente.

Luego, un trovador componía una canción sobre ello y modificaba los hechos a su manera para hacerlos más interesantes. Cada nuevo trovador añadía de cosecha propia lo que le parecía mejor. Al final, resultaba un mito o leyenda lleno de hechos fantásticos, pero que en su raíz era un hecho histórico.

Por ejemplo, en los mitos griegos, la isla de Creta goza de considerable importancia. Zeus pasó la infancia en Creta, y a esta isla llevó a Europa, al raptarla. Allí, el hijo de Europa,
Minos
, se convirtió en rey de una rica y poderosa nación.

Él y su hermano
Radamantis
fueron tan importantes que Zeus los colocó en Hades para que juzgaran a los muertos.

La mitología griega señala que Creta, en tiempos del rey Minos, contaba con un centenar de ciudades importantes y una marina de guerra que dominaba todas las islas, que adoraba a los toros, y que aquel pueblo había conquistado una parte de la propia Grecia, etc.

Ello fue tomado con ciertas reservas por los historiadores. En la época de mayor esplendor de Grecia, Creta apenas contaba. Era una tierra lejana, con una civilización sin importancia. Sólo era refugio de piratas y bergantes. Aquella región montañosa evidentemente no podía haber sido nunca grande y poderosa.

Pero hacia 1890, el arqueólogo inglés Arthur John Evans empezó a cavar en las viejas ruinas de la isla. Ante la sorpresa del mundo entero, encontró huellas de una elevada civilización que resultaba mucho más antigua que las épocas de mayor esplendor de Grecia.

Los antiguos cretenses habían tenido fantásticos palacios y ciudades mejores que las de los griegos. Llegaban a disponer de conducciones de agua, cosa de la que carecieron los griegos. Poseían una gran marina, y controlaban las islas que rodean a Grecia, e incluso parte de la propia Grecia. Dejaron obras de arte que mostraban sus ceremonias religiosas, en las que los toros desempeñaban un papel importante.

En otras palabras, los mitos acerca de Minos no eran sino evocaciones de una gran civilización, y tenían una raíz histórica. Incluso hay quien cree que la historia griega acerca de Atlante se refiere a Creta. Platón y los griegos de su época no podían creer que la gran tierra del mito pudiese ser la isla de Creta, por lo que situaron a Atlante en el Océano occidental, donde se hallaban emplazadas todas las cosas maravillosas.

Evans reconoció el valor de los mitos, calificando a esta civilización con el nombre de «Minoica», que es como se la conoce hoy día.

Uno de los relatos más famosos acerca de Minos y su reino, presenta al ateniense
Dédalo
. Dédalo era una especie de Edison mítico, capaz de toda clase de inventos ingeniosos. Como ejemplo, diremos que se le supone inventor de la sierra, del hacha y de la barrena.

Dédalo fue a Creta, y allí construyó un gran laberinto para Minos. El que penetraba en él no era capaz de encontrar jamás la salida. Se le dio el nombre de
Laberinto
, palabra que todavía hoy se emplea para designar esta clase de recorridos embrollados, y cualquier cosa que tenga complicados pasadizos.

Por ejemplo, la zona interior del oído tiene una forma tan complicada que se denomina «laberinto». Una zona del riñón que contiene una serie de pequeños tubos muy intrincados, es también el «laberinto». Unos antepasados ya extinguidos de las ranas actuales tenían los dientes muy complicados. Por ello, pertenecen al grupo llamado «Laberintodonta» («dientes laberínticos»). Determinados peces tienen unas branquias muy complejas, por lo que pertenecen al grupo de los «Laberintobraquios» («branquias laberínticas»).

Con la construcción del laberinto, Dédalo no consiguió nada favorable, ya que se peleó con Minos, quien le encarceló junto con su hijo
Ícaro
. Dédalo, temiendo que sería ejecutado, anhelaba escaparse de Creta, pero las naves de Minos controlaban todo el mar que rodea la isla. La única forma de escapar sin ser capturado era por el aire.

En consecuencia, el inteligente Dédalo se construyó unas alas con plumas de ave que iba pegando con cera sobre una estructura muy ligera. Entregó dos alas a Ícaro, y se reservó para sí otras dos. Las ataron a los brazos y levantando el vuelo, huyeron de la isla.

Dédalo advirtió a Ícaro que no volara muy alto, pero éste, llevado por la alegría del vuelo y la impresión de poder que experimentaba, no pudo resistir el impulso de demostrar su dominio levantando más y más el vuelo (esto era hibris). Pero Ícaro pronto halló la némesis, ya que llegó muy cerca del Sol. El calor que éste irradiaba fundió la cera que mantenía unidas las plumas, las alas se desprendieron e Ícaro cayó al mar, justo en la parte sudoeste de la actual Turquía. Este es todavía hoy el «mar de Ícaro».

En lo que concierne a Dédalo, éste se puso a salvo sin tropiezo, aunque entristecido, hasta llegar a Sicilia.

El recuerdo de este primer vuelo por los aires ha quedado fijado en el nombre de un planetoide muy extraño descubierto en 1948 por el astrónomo americano Walter Baade. Este planetoide describe una órbita que en algunos puntos se aleja del Sol incluso más que la órbita de Marte. Entonces, al igual que Ícaro, el planetoide empieza a aproximarse al Sol hasta llegar a diecisiete millones de millas de él, mucho más cerca que el propio Mercurio. Se le acerca más que cualquier otro objeto conocido (excepto algún cometa ocasional).

Por esta razón el planetoide ha recibido el nombre de Ícaro.

Otros mitos están relacionados con la explicación de cómo se consiguieron determinados conocimientos. Por ejemplo, un hombre llamado
Butes
, que en griego significa «pastor» y que se supone inventó el arado. En recompensa fue situado en el cielo, y allí encontramos la constelación de «Butes». En ella, figura la brillante estrella «Arturo», que ya he mencionado anteriormente.

También tenemos el caso de
Cadmo
, hermano de Europa que había sido raptada por Zeus. Cadmo abandonó Fenicia, donde había vivido con Europa, y llegó hasta Grecia en busca de su hermana. Se supone que inventó el alfabeto, que a veces se denomina «las letras de Cadmo».

Este es también un caso en el que el mito está plenamente ligado a la historia. El alfabeto fue inventado por los Fenicios, y los griegos lo heredaron de éstos.

Tras un infructuoso deambular, Cadmo se asentó en el territorio de Beocia, y fundó la ciudad griega de Tebas. Allí, siguiendo el consejo de los dioses, sembró los dientes de un dragón que había matado, y enseguida brotaron hombres armados que arremetieron contra Cadmo para matarle. Pero éste arrojó piedras contra ellos. Una piedra tocó a uno de los hombres, quien, creyendo que provenía de uno de sus compañeros, lo agredió. Inmediatamente se organizó una batalla campal entre ellos, de la que sólo sobrevivieron cinco. Estos cinco fueron fieles servidores de Cadmo y se convirtieron en los antecesores de los Tebanos.

Como resultado de esta historia, la frase «sembrar dientes de dragón» significa provocar la guerra u otros disturbios. Una «victoria cadmeana» es la que deja apenas supervivientes. (Existe un elemento químico llamado «cadmio» que fue aislado de un mineral, «cadmia», por los antiguos, pero no guarda relación clara con Cadmo).

Los Héroes

Según rezan los mitos, en los primeros tiempos dioses y hombres se unían libremente. Los niños tenían uno de los padres que era dios, y el otro humano. Estos hijos a veces eran semidioses. A veces no eran más que humanos, aunque con una fortaleza y una bravura fuera de lo común: eran los
héroes
.

La época en que vivieron los héroes, fue llamada «Edad heroica». De ahí que, cualquier época de una nación en la que se den muchos acontecimientos y haya numerosos hombres importantes, recibe el nombre de «Edad Heroica».

Los griegos elaboraron innumerables leyendas acerca de estos superhombres, de estos descendientes de dioses y hombres. Cada autor de mitos hacía más heroicos a los héroes de lo que habían sido según el autor que le precediera. El resultado fue que las leyendas sobre los héroes fueron convirtiéndose en leyendas de aventuras, con importantes elementos de fantasía. (Actualmente, sin embargo, la palabra héroe ha pasado a significar cualquier hombre valiente; o incluso el protagonista de un relato, aunque ni siquiera sea valiente).

Una de estas leyendas, por ejemplo, implicaba al héroe
Perseo
, considerado hijo de Zeus. Él y su madre,
Danae
, se habían refugiado en la corte de un rey que intentaba casar a ésta contra su voluntad. Para salvar a su madre, Perseo ofreció rescatarla trayendo la cabeza de la horrible gorgona, Medusa.

Como Perseo era hijo de Zeus y era amado por los dioses, éstos le ayudaron. Atenea le entregó un escudo bruñido como un espejo con el que podía ver a Medusa reflejada en éste, sin el peligro de quedar convertido en roca. Hermes le entregó una hoz mágica y Hades le dio un casco que, una vez puesto, le hacía invisible. Perseo consiguió también unas sandalias aladas y un zurrón especial para poner en él la cabeza de Medusa. Todo esto se lo entregaron unas ninfas, tras varias aventuras.

Perseo encontró a las gorgonas durmiendo, y bajó volando con las sandalias, invisible gracias al casco. Empleando el escudo bruñido de Atenea para ver a Medusa, arremetió contra ella con la hoz y le cortó la cabeza, que depositó en el zurrón. Las hermanas de Medusa despertaron y persiguieron a Perseo, lanzando horribles gritos, pero éste huyó volando.

Durante el viaje de retorno, Perseo se encontró con Atlante y le mostró sin piedad alguna, la cabeza de Medusa. Atlante quedó transformado en una enorme montaña de rocas, y ahí terminó su castigo.

Perseo también pasó por un reino del sur, donde se desarrollaba otro drama. El rey de aquellas tierras era
Cefeo
y la reina,
Casiopea
. Tenían una hermosa hija llamada
Andrómeda
, y Casiopea era tan vanidosa que proclamó que tanto ella como su hija eran más bellas que las Nereidas, las ninfas del mar. Esto era hibris, y la némesis llegó inmediatamente.

Poseidón, para vengar el honor mancillado de las Nereidas, envió un monstruo marino para que asolara las costas del país. Los oráculos dijeron que la única manera de alejar al monstruo era sacrificando a Andrómeda. Y así, Andrómeda fue encadenada a una roca junto al mar, mientras sus padres permanecían a su lado llorando amargamente.

Perseo llegó volando justo en el momento en que el monstruo se acercaba a Andrómeda. Bajando rápidamente, sacó del zurrón la cabeza de Medusa y la mostró al monstruo que quedó convertido en roca. Perseo se casó con la doncella, y se la llevó donde se encontraba su madre, que le seguía esperando. Traía consigo la cabeza de Medusa, pero cuando lo anunció, tanto el rey como sus cortesanos rieron sarcásticamente, y le dijeron que era una bravuconada. Para demostrar que era verdad, Perseo sacó la cabeza y todos quedaron transformados en piedras.

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