Read Susurro de pecado Online

Authors: Nalini Singh

Tags: #Fantástico, #Erótico, #Romántico

Susurro de pecado (5 page)

Un sonido semejante a un gruñido subió por el pecho de Emmett hasta su boca.

Antes de que pudiera procesarlo, él tenía las manos en su cintura y la levantaba contra la puerta. Envolviendo las piernas alrededor de él, se rindió a la demanda posesiva de su beso. Alimentó el fuego con su cuerpo, una tormenta caliente y pulsante. Entonces una de esas manos grandes bajó por su espalda acariciándola hasta apretar su culo.

Jadeó, rompiendo el beso.

Él continuó, tomando su boca otra vez antes de que ella pudiera hacer nada más que aspirar un aliento. Oh, Señor. Emmett le acariciaba el trasero, apretándolo y tocándolo incluso mientras le devoraba la boca. Era salvaje, crudo, primitivo. El calor en su estómago se emparejaba con la humedad entre los muslos. Parte de ella estaba escandalizada ante su respuesta, pero esa parte estaba ahogada en el trueno salvaje de su pulso mientras el placer crepitaba por sus venas, pura llama líquida.

Emmett rompió el beso justo cuando la cabeza de Ria comenzaba a girar. Un instante más tarde, sintió esos deliciosos labios masculinos en la mandíbula, bajando por la garganta. Y esa mano en su trasero… tragó, trató de pensar pero perdió el hilo cuando Emmett cambió su agarre para que los dedos rozaran el calor entre las piernas.

—Para —gritó.

Un revoloteó creó un arco de electricidad que la atravesó.

—Por favor, dime que no quieres decir eso —el comienzo de la barba de Emmett le arañó la garganta cuando se inclinó para mordisquearle la oreja—. Vamos, visón.

Sólo un poco más.

Dios, el hombre era un diablo. Y olía tan bien. Una insinuación débil de sudor, el suculento calor de un cuerpo masculino y el olor único de Emmett. Se encontró besándole la mandíbula, fascinada por el contraste entre la barba y su piel.

—El sexo porque sí no es mi estilo.

—¿Quién ha dicho algo de porque sí? —otro roce provocativo, otra ráfaga de placer exquisito—. Planeo tener sexo contigo con regularidad.

La arrogancia del comentario debería haberla golpeado. En vez de eso, su mente la bombardeó con imágenes de miembros desnudos entrelazados, un pesado muslo masculino empujando entre los suyos. No sería un amante tranquilo y suave. Exigiría y tomaría. Podría incluso morder.

—Eso es asumir mucho —de algún modo encontró la fuerza de voluntad necesaria para contestar.

Una presión de los dedos esta vez, no un roce. Ella jadeó, cerrando los ojos mientras esperaba que pasara. Pero él no se detuvo. En su lugar, la levantó hasta que estuvo colocada en el lugar correcto… y comenzó a frotarse contra ella en lentos círculos. Ella casi chilló. Y entonces sus dedos estuvieron sobre ella otra vez y gritó.

Emmett capturó el grito de Ria con la boca mientras continuaba excitándola con su cuerpo, atormentándose en el proceso. Pero el olor de su calor húmedo, era pura ambrosía. Quería sentarla, no, tumbarla, extenderla en el campo de juegos de una cama, abrirle los muslos y saborearla. Su polla latió, el hambre del leopardo amenazaba con abrumar el control del hombre.

Luchando contra el impulso de arrancarle los pantalones, se concentró en conducirla más allá del borde del placer. No había necesitado que ella se lo dijera, había sabido instintivamente que Ria no era una mujer que se tomara el sexo a la ligera. Tendría que engatusarla para meterla en su cama. Tomarla contra la puerta marcada de un gimnasio apenas iba a asegurarle que su placer le importaba. Le importó lo suficiente para que cuando el cuerpo de Ria se tensó, él rechinara los dientes y la acariciara mientras atravesaba el orgasmo.

Ella le hundió las uñas en los hombros a través de la camiseta, Emmett deseó haberse quitado la maldita cosa. Quería esas marcas en la piel, quería saber que ella las había puesto allí. La próxima vez, prometió al gato. La próxima vez.

—Hermosa —murmuró, acariciándole el cuello con la nariz mientras ella se estremecía contra él, su cuerpo sin fuerzas—. Preciosa, suave y hermosa.— Y mía. El leopardo mostró los dientes ante el pensamiento, mientras el hombre se tragaba la sonrisa crudamente posesiva.

Por fin apartó su agarre de la curva magnífica del trasero, subió las manos por los lados mientras la besaba y la acariciaba a través de las réplicas del placer. Los ojos de Ria todavía estaban un poco desenfocados cuando dijo:

—Bájame —era una orden.

El leopardo gruñó, pero él hizo lo que le pedía. Ria apretó las manos contra la puerta y alzó la mirada.

—Eres… —El color pasó como un rayo por sus pómulos. Él le dirigió una sonrisa de que sabía que tenía un borde claramente salvaje.

—Estoy pensando que quiero gran cantidad de tiempo cuando me deslice dentro de ti.

—¿Todos los gatos son tan arrogantes como tú?

Él se encogió de hombros y se inclinó más cerca.

—Soy el único gato en quien necesitas pensar.

Ria no podía no pensar en Emmett. Esa noche, mientras se sentaba enfrente de sus padres en la mesa de comedor, siguió encontrándose divagando en medio de las conversaciones. El olor de Emmett parecía haberse metido en el interior de su cerebro. Fantaseaba con enterrar la cara en su cuello, su fuerte cuerpo duro y tenso contra el suyo cuando la voz de Alex penetró.

—¡Ria!

Saltando, Ria se encontró con los ojos de su madre, esperando que no asomara la culpa.

—Lo siento, ¿qué decías?

—Tom se va a pasar a tomar un café esta noche. ¿Por qué no te pones un vestido?

Los dedos de Ria se convirtieron en hierro alrededor de los palillos. Pensó que ya era suficiente. Y extrañamente, no tenía nada que ver con Emmett. Quizás él la había empujado a este punto más rápido, pero ella siempre había estado caminando hacia allí.

—Mamá —dijo, bajando los maltratados palillos—, no tengo ningún interés en Tom.

Silencio absoluto.

Simon fue quien lo rompió.

—¿Qué te ha dado, Ria? Tú y Tom habéis crecido juntos, le conoces. Será un buen marido —el tono de su voz decía que el asunto estaba resuelto.

—Te quiero, papá, pero ni siquiera por ti me casaré con un hombre que piensa que debería darme golpecitos en la cabeza de vez en cuando y ponerme en el rincón como una niña buena el resto del tiempo.

Líneas blancas enmarcaron la boca de Simon.

—Ese chico sólo te ha tratado con respeto.

—Me trata como a una imbécil —dijo Ria, la piel le ardía con genio—. La semana pasada, me dijo que yo no tendría que preocuparme por las finanzas cuando estuviéramos casados, que sabe que las matemáticas confunden a las mujeres.

Alex hizo un pequeño sonido estrangulado que consiguió arrancar la atención de Ria de la cara de reproche de su padre. La expresión de Alex era una combinación de atrocidad e incredulidad.

—Él no dijo eso. Te lo estás inventando.

—¿Popo? —Ria se giró a la derecha.

Miaoling comió una gamba frita y asintió.

—Lo dijo. Luego sonrió como si esperara un elogio.

Las manos de Alex apretaron el mantel.

—¿Y quién cree que lleva los libros de la tienda?

—Alex —Simon cerró la mano sobre la de su esposa—. Nos alejamos del tema.

Respirando hondo, Alex asintió.

—Tienes razón. Cariño, Tom es una buena pareja para ti. Nunca tuviste problemas con él hasta que conociste a ese leopardo de mala reputación.

Ria supuso que Emmett era de mala reputación, esa barba, esas manos que habían apretado y acariciado, esos ojos que le decía que quería hacer toda clase de cosas malvadas con ella. Pero…

—Es un hombre honorable —ese centro de honor era parte de él, ella se preguntó si él era consciente de ello. Fue por eso que le había sido tan fácil perder el control en el gimnasio hoy, había confiado en Emmett para que la cuidara. Y eso, pensó, era algo peligroso… la clase de cosas que podría conducirte a un corazón roto si no tenías cuidado—. Protege a nuestra familia.

—Exactamente —dijo Jet, saltando en la conversación—. Quizá está pasando tiempo contigo mientras cumple con su deber, pero no se casará, Ria. Esos gatos se mantienen unidos.

El estómago de Ria se retorció, porque sabía que su hermano tenía razón.

—Esto no es sobre Emmett. Es sobre mí. Bajo ningún concepto me casaré con Tom.

—¿Por qué no? —preguntó Alex, los ojos brillando—. Es inteligente, guapo, tiene un buen trabajo y te trae flores.

Frustrada, Ria tiró su servilleta y se levantó.

—Si es ten bueno, cásate tú con él. Yo no me casaré con un hombre que ni siquiera ha intentado darme un beso francés en todo el año que estamos «saliendo».

Sus padres gritaron su nombre, pero la voz incrédula de Jet los ahogó.

—¿De verdad? ¿Ni un poco de lengua? Tienes razón, el tío es imbécil.

—¡JET! —fue Alex. Explotó en un rápido mandarín.

Miaoling levantó la mirada hacia Ria y le guiñó un ojo.

—Siéntate. Come.

Y extrañamente, Ria lo hizo. La familia pasó toda la comida peleando, pero ahora los padres estaban enfadados con Jet porque él creía que Tom tenía que ser gay.

Alex fulminó a su hijo.

—Quizá sólo está siendo respetuoso con tu hermana.

—De ninguna maldita manera —un bufido escéptico—. Los hombres no son nobles en lo que se refiere a las mujeres que desean.

Jet se giró hacia su esposa, su voz cayó de tono.

—Cuando vi a Amber, todo lo que quise hacer fue…

—Termina esa frase —amenazó Alex—, y respirarás fuego de tanto chili como pondré en tu comida.

Amber sonrió y le sopló un beso a Jet.

—Sabes, a mí me suena como si Tom planeara casarse con Ria y conseguir una esposa agradable y respetable, mientras anda por el otro lado.

La boca de Simon se abrió ante esta contribución escandalosa de su perfectamente elegante nuera.

Miaoling comió otra gamba.

—Tienes razón. De tal palo tal astilla.

Silencio. Más profundo. Más sorprendente.

Capítulo 5

Simon carraspeó.

—Madre —dijo, su tono el de un hombre que sabe que está perdido—, ¿eso es verdad?

—¿Crees que miento?

—Creo que harías lo que fuera por tu nieta favorita.

Recostándose, Miaoling cacareó.

—Esta vez, no tengo que hacerlo. Espera —se levantó y se dirigió a su habitación.

Ria se encogió de hombros cuando todos los ojos se giraron hacia ella.

—A mí no me miréis.

—Comed algo de tofu —dijo Alex cuando todos se sentaron—. Se pondrá malo si no lo terminamos esta noche.

Todos comieron. Pero en el momento que Miaoling volvió al cuarto, todos los cubiertos fueron abandonados, el alimento olvidado. Llevando la misma sonrisa que siempre mostraba cuando salía de casa del señor Wong, Miaoling se sentó y abrió un sobre. Los ojos de Ria se abrieron de par en par cuando vio la fotografía en la mano de su abuela, el padre de Tom pasando la lengua por la garganta de la mujer que todos conocían como su secretaria.

—Oh, Dios mío.

—No me lo muestres —dijo Alex, poniéndose las manos sobre los ojos—. No puedo soportarlo. ¡Essie es una de mis mejores amigas!

Miaoling alejó la objeción con la mano.

—Ella ya lo sabe. No le importa, evita que Tom le interrumpa sus pasatiempos. Este año hace linternas.

—Popo —dijo Ria ahogándose—, ¿cómo has…

—¿De qué crees que hablamos el señor Wong y yo? —giró su mirada a los padres del Ria—. ¿Queréis saber del apartamento que Tom compró a su amante?

Alex parecía estar a punto de desplomarse.

—¿Amante? —fue un sonido casi inaudible.

Un sentido de juego limpio indujo a Ria a intentar defender a Tom. Después de todo, ella estaba ahora implicada con Emmett.

—Abuela, nadie tiene amantes ya. Tom probablemente esperaba el momento oportuno para contarme que se ha enamorado de otra persona —sí, él debería haber sido lo bastante hombre para detener la charada de su no-compromiso tan pronto como conoció a su novia, pero Ria no iba a pegarle por eso. Las posibilidades eran, que había necesitado tiempo para reunir fuerza para mantenerse firme contra la presión familiar.

—Hablé con ella.

Jet gritó ante las palabras de Miaoling, mientras Amber le hacía callar y decía:

—¿Cómo, abuela?

—Soy una anciana débil, siempre necesito tanta ayuda —los ojos de Miaoling brillaron—. Una chica agradable, demasiado agradable para Tom. ¡Está tan triste por él porque tiene que casarse con alguna chica sencilla y gorda…

—¡Esa serpiente! —la mano de Alex apretó el afilado cuchillo mientras la simpatía de Ria hacia Tom moría de una muerte rápida y permanente.

—… pero nada cambiará entre ellos después de la boda. Tom lo ha dispuesto todo para poder visitarla camino a casa cada noche. Incluso ha prometido llevarla a París después de que le explique cómo son las cosas a su esposa.

Simon miró a Ria con un tic en la mandíbula.

—Si todavía piensas casarte con Tom, te ataré de pies y manos y te enviaré a vivir con mis padres a Idaho.

—Sí, papá —sonriendo, Ria rodeó la mesa para abrazar a sus padres. Pero esperó hasta estar a solas con su abuela para preguntar—, ¿eso fue en caso de que no tuviera las agallas de echarme atrás?

—No, sólo fue respaldo —la mano arrugada de Miaoling fue un toque de amor contra su mejilla—. Siempre supe que encontrarías tu voz. No permitas jamás que te la quiten.

Complacido y frustrado a partes iguales por su anterior encuentro con Ria, Emmett se forzó a concentrarse mientras dirigía su clase nocturna entre algunos movimientos de combate cuerpo a cuerpo. Sólo había cuatro en este grupo, prefería pasar más tiempo de uno a uno con los estudiantes mayores, de más alto nivel.

—Jazz —dijo, cuando la única chica del grupo sonrió lentamente a uno de los chicos antes de soplarle un beso coqueto, el pobre chico perdió su ritmo completamente.

El gato de Emmett encontró sus pequeñas artimañas divertidas, pero él puso una cara severa, sabiendo que si no lo hacía, ella seguiría haciendo exactamente lo que quería. Los leopardos hembra eran un conjunto de hormonas adolescentes mezcladas y no era de extrañar que medio clan le hubiera enviado tarjetas de condolencias cuando Lucas le puso al frente de esta tarea. La otra mitad le había ofrecido llevarle a tomar un trago.

—¿Sí, señor? —una mirada inocente.

—A menos que planees abatir a tus adversarios con nada excepto una sonrisa y un contoneo de caderas —dijo—, sugiero que trabajes la coordinación ojo-mano. Está desequilibrada.

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