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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

Rama Revelada (85 page)

Estaban juntos sobre la plataforma, en la gran cámara. El Águila de pie y Nicole sentada en su silla de ruedas, al lado de él. La única iluminación provenía de una pequeña luz sobre la plataforma, que permitía que los dos pudieran verse. Después de contemplar durante más de treinta segundos la oscuridad circundante, Nicole rompió el silencio.

—¿Iniciaste el proceso? —preguntó—. Nada ocurre.

—Exactamente —repuso El Águila—. Lo que hemos notado por la observación de otras galaxias, algunas de ellas mucho más antiguas que la Vía Láctea, es que la vida no surge hasta que la galaxia se asiente y desarrolle zonas estables. La vida necesita, al mismo tiempo, algunas estrellas con muy poca variación en un ambiente relativamente benigno, y la evolución estelar que redunde en la creación de todos los elementos críticos de la tabla periódica que son tan importantes en todos los procesos bioquímicos. Si toda la materia es partículas subatómicas y los átomos más simples, la probabilidad de que se origine vida de alguna clase, y mucho menos vida capaz de viajar por el espacio, es sumamente reducida. No es sino hasta que las estrellas grandes cumplen todo su ciclo de vida y fabrican los elementos más complejos, como nitrógeno, carbono, hierro y magnesio, que las probabilidades de surgimiento de la vida se vuelven razonables.

Debajo de ellos parpadeaba una luz ocasional, pero durante los cuatro primeros minutos completos, aparecieron no más que unos pocos centenares de luces diseminadas, y solamente una duró más de tres segundos.

—Ahora hemos llegado al tiempo de la formación de la Tierra y del Sistema Solar —anunció El Águila, preparándose para volver a poner en funcionamiento la exhibición.

—Espera un momento, por favor —dijo Nicole—. Quiero estar segura de entender. ¿Acabas de mostrarme que, durante la primera mitad de la historia galáctica, cuando no había ni Tierra ni Sol, relativamente pocos viajeros espaciales se desarrollaron en la región que está en torno del lugar en el que, con el tiempo, se habría de formar el Sol…? ¿Que de esos viajeros espaciales, casi todas las especies tuvieron un lapso de vida de menos de veinte millones de años, y que sólo lograron sobrevivir durante unos sesenta millones?

—Muy bien —aprobó El Águila—. Ahora voy a añadir otro parámetro a la exhibición… Si un viajero espacial logró desplazarse fuera de su propio sistema estelar, y estableció una presencia permanente en otro, lo que ustedes, los seres humanos, todavía no hicieron, claro está, entonces la representación visual admite esa ampliación iluminando el otro sistema estelar también, con luz del mismo color. Por consiguiente, podemos hacer el seguimiento de la diseminación de una especie viajera en particular… Ahora también voy a modificar la velocidad de representación visual, duplicándola, y la llevaré a diez millones de años por segundo…

Sólo medio minuto dentro del período siguiente, una luz roja se encendió en uno de los rincones de la cámara. Seis a ocho segundos después estuvo rodeada por centenares de luces rojas más. En conjunto brillaban con tanta intensidad, que el resto de la sala, con su ocasional luz solitaria, parecía, en comparación, oscura y desprovista de interés. El campo de luces rojas se desvaneció entonces en una fracción de segundo. Primero, el núcleo interno del patrón en rojo se volvió oscuro, dejando pequeños grupos de luces esparcidas en los bordes de lo que otrora había sido una región gigantesca. Un parpadeo del ojo más tarde, y todas las luces rojas desaparecieron.

La mente de Nicole estaba operando a todo vapor, mientras observaba las luces destellando alrededor.

Esta debe de ser una narración interesante
, pensó, reflexionando sobre, las luces rojas.
Imaginemos una civilización esparcida por una región que contiene centenares de estrellas. Entonces, de repente, ffft, esa especie ya no está más… La lección es ineludible. Para todo hay un comienzo y un final… La inmortalidad únicamente existe como concepto, no como realidad
.

Recorrió la sala con la vista. Se estaba formando un diseño general periódico a medida que cada vez más regiones albergaban luces ocasionales, indicadoras del surgimiento de más civilizaciones astronavegantes. Todavía la mayoría de los viajeros duraban, en promedio, nada más que un breve instante, mucho menos que un segundo entero, y aun aquellas que se diseminaban y colonizaban sistemas estelares colindantes raramente se ponían en estrecha proximidad de una luz que indicara otra especie con capacidad para viajar por el espacio.

Hubo inteligencia y capacidad de desplazamiento por el espacio en nuestra parte de la galaxia desde antes que hubiera una Tierra
, pensó Nicole
…pero muy pocos de esos evolucionados seres experimentaron, siquiera, la emoción de tener contacto continuo con sus pares… Así que también la soledad es uno de los principios fundamentales del universo… en esta parte, por lo menos…

Ocho minutos después, El Águila volvió a paralizar la exhibición visual.

—Ahora hemos llegado a un punto en el tiempo que está diez millones de años antes de lo presente —dijo—. En la Tierra, hace mucho que desaparecieron los dinosaurios destruidos por su incapacidad para adaptarse a los cambios climáticos ocasionados por el impacto de un gran asteroide… Su desaparición, empero, permitió que los mamíferos florecieran, y una de las líneas evolutivas de los mamíferos está empezando a mostrar los rudimentos de la inteligencia…

El Águila se detuvo. Nicole estaba mirándolo con una expresión intensa, casi dolorida, en el rostro.

—¿Qué pasa? —preguntó el alienígena.


Nuestro
universo, en particular, ¿terminará en armonía —preguntó Nicole—, o será uno de esos puntos de información que ayude a Dios a definir la región que Él está buscando, al permanecer
afuera
del conjunto deseado?

—¿Qué te hace formular esa pregunta justamente ahora?

—Toda esta representación visual —contestó Nicole, haciendo un ademán abarcador— es un catalizador asombroso. Mi mente tiene montones de preguntas. —Sonrió—. Pero dado que no tengo tiempo para hacerlas todas, pensé en formular las más importantes primero…

—Mira lo que ocurrió aquí —prosiguió—. Aun ahora, después de diez mil millones de años de evolución, las luces están ampliamente dispersas, y ninguno de los agrupamientos existentes adquirió carácter permanente o difundido, aun esta parte relativamente pequeña de la galaxia. Con toda seguridad, si nuestro universo va a terminar en armonía, más tarde o más temprano se deben encender luces, indicadoras de viajeros espaciales e inteligencia, en casi cada sistema estelar de toda galaxia… ¿o es que interpreté mal lo que San Michael quería decir con lo de armonía?

—No lo creo —dijo El Águila.

—¿Dónde está nuestro sistema solar en esta representación visual?

—Precisamente ahí —indicó El Águila, utilizando su señalador con haces de luz.

Nicole contempló primero la zona que rodeaba la Tierra y después exploró rápidamente el resto de la sala.

—Así que diez millones de años atrás había alrededor de sesenta especies que podían navegar por el espacio, habitando entre nuestros diez mil vecindarios estelares más cercanos… Y una de esas especies, si entiendo ese cúmulo de luces verde oscuro, se originó no demasiado lejos de nosotros y diseminó de modo de abarcar veinte o treinta sistemas estelares en total…

—Correcto —aprobó El Águila—. ¿Paso otra vez la exhibición hacia adelante, a menor velocidad?

—Dentro de un momento. Primero quiero apreciar esta configuración en especial… Hasta este momento, todo estuvo ocurriendo en esta representación visual más rápido que lo que me es posible absorberlo…

Miró con fijeza el grupo de luces verdes. El borde externo quedaba a no más de quince años luz de donde El Águila había señalado que estaba el Sistema Solar. Nicole le hizo un gesto para que reanudara la representación, y él le dijo que, ahora, la velocidad sería de sólo doscientos mil años por segundo.

Las luces verdes se acercaron cada vez más a la Tierra y, de pronto, desaparecieron.

—¡Alto! —aulló Nicole.

El Águila detuvo la exhibición. Miró a Nicole con expresión de perplejidad.

—¿Qué le pasó a esos tipos? —preguntó ella.

—Te hablé sobre ellos hace dos días —dijo El Águila—. Ellos mismos se modificaron con ingeniería genética y anularon su propia existencia.

Casi alcanzaron la Tierra
, pensó Nicole,
y qué diferente habría sido toda la historia si lo hubieran conseguido… Habrían reconocido de inmediato el potencial intelectual de los protohumanos de África y, sin lugar a dudas, les habrían hecho a ellos lo que los Precursores a las octoarañas. Entonces, nosotros…

Con los ojos de la mente vio, súbitamente, la imagen de San Michael, que le explicaba con calma el propósito del universo delante del fuego que crepitaba en el hogar del estudio de Michael y Simone.

—¿Podría ver el comienzo? —pidió.

—¿El comienzo de qué?

—El comienzo de todo. El instante en que este universo empezó y todo el proceso de evolución se puso en movimiento. —Con la mano hizo un gesto que abarcaba el modelo que estaba debajo de ellos.

—Podemos hacerlo —accedió El Águila, después de una breve pausa.

—No tenemos conocimientos sobre lo que pasó
antes
de que se creara este universo —añadió un instante después, mientras Nicole y él permanecían juntos sobre la plataforma, en medio de la completa oscuridad—. Pero suponemos empero que alguna clase de energía existía antes del instante de la Creación, pues se nos ha dicho que la materia de este universo fue resultado de una transformación de la energía.

Nicole miró en derredor.

—Oscuridad por todas partes —dijo, casi para sí misma—. Y en alguna parte de esa oscuridad, si es que las palabras “alguna parte” tienen algún significado, hubo energía. Y un Creador… ¿o es que la energía fue
parte
del Creador?

—No lo sabemos —contestó El Águila, después de otra breve pausa—. Lo que

sabemos es que el destino de todos y cada uno de los elementos del universo se decidió en ese instante inicial. El modo en que esa energía se transformó en materia definió miles de millones de años de historia…

Mientras El Águila hablaba, una luz cegadora inundó la sala. Nicole apartó la vista y se cubrió los ojos.

—Toma —dijo El Águila, buscando en su bolso, y le alcanzó un par de anteojos especiales.

—¿Por qué hiciste esa simulación tan brillante? —quiso saber Nicole, después de ponérselos.

—Para indicar, en alguna medida por lo menos, cómo fueron esos momentos iniciales… Mira —dijo, señalando hacia abajo—, detuve el modelo en 10
40
segundos después del instante de la Creación. El universo ha existido desde hace sólo un lapso infinitesimal y, no obstante, ya es rico en estructura física. Esta cantidad increíble de luz proviene, en su totalidad, de esa diminuta cantidad de caldo cósmico que hay debajo de nosotros… Toda esa “pasta” que compone el universo temprano es completamente extraña a cualquier cosa que podamos reconocer o entender. No hay átomos, no hay moléculas; la densidad de los quarks, leptones y sus amigos es tan grande, que una pizca de “pasta” no mayor que un átomo de hidrógeno pesaría más que un cúmulo grande de galaxias en nuestra era…

—Tan sólo a título informativo —dijo Nicole ¿dónde estamos tú y yo en este momento?

El Águila vaciló.

—En ninguna parte sería la mejor respuesta —respondió al fin—. Para los propósitos ilustrativos, estamos afuera del modelo del universo, pero podríamos estar en otra dimensión. La matemática del universo temprano no funciona a menos que inicialmente haya habido más de cuatro dimensiones. Naturalmente, todo lo que hay en el espaciotiempo que más tarde se habrá de convertir en nuestro universo está comprendido dentro de ese pequeño volumen que produce la pavorosa luz. La temperatura allí imperante, ya que estamos, si el modelo fuera una representación verdadera, sería diez billones de billones de veces más caliente que la estrella más caliente que finalmente se desarrolle.

—Nuestro modelo de aquí también distorsionó los conceptos de tamaño y distancia —prosiguió El Águila, después de una breve pausa—. Dentro de un instante comenzaré otra vez la simulación del universo primitivo, y quedaremos abrumados cuando esa compacta masa de radiación estalle hacia afuera a una velocidad asombrosa… Mientras se produce la simulación de lo que los cosmólogos denominan Era de la Inflación, el tamaño supuesto de esta sala también va a incrementarse con rapidez. Si no modificáramos la escala, ahora no podrías ver la estructura del universo a los 10
40
de segundo sin un microscopio fantástico.

Nicole miró hacia abajo, a la fuente de luz.

—¿Así que ese minúsculo glóbulo retorcido de material caliente y pesado fue la semilla de todo? ¿A partir de ese diminuto guiso de partículas subatómicas vinieron las grandes galaxias que me mostraste en el otro dominio? No parece posible…

—No sólo esas galaxias. El potencial para
todo
lo que hay en el cosmos está guardado en esa peculiar sopa supercalentada…

El pequeño glóbulo súbitamente empezó a expandirse a una velocidad enorme. Nicole tenía la sensación de que la superficie del glóbulo le iba a tocar la cara en cualquier momento. Millones de rarísimas estructuras se formaron y desaparecieron delante de sus ojos, y ella observaba con fascinación cómo el material parecía alterar su naturaleza varias veces, desplazándose a través de estados de transición tan peculiares y ajenos como el primitivo glóbulo supercalentado.

—He hecho correr el tiempo hacia adelante en el modelo —explicó El Águila varios segundos después—. Lo que ves ahí afuera ahora, aproximadamente un millón de años después de la Creación, sería reconocible por cualquier estudiante aplicado de física. Se han formado algunos átomos simples, tres clases de hidrógeno, dos de helio, por ejemplo. El litio es el átomo más pesado conocido del que hay abundancia… La densidad del universo ahora es aproximadamente equivalente a la del aire en la Tierra, y la temperatura decayó hasta un relativamente confortable millón de grados o sea, veinte órdenes de magnitud
menos
que lo que existía en el momento del glóbulo caliente.

El Águila puso en movimiento la plataforma y la guió entre las luces, los montones y los filamentos.

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