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—Ooryl no pensaba que hiciera tanto frío aquí.

Corran se volvió y vio al gandiano de piel gris verdosa inmóvil detrás de él. «Otro que sabe confundirse con toda esta niebla…».

—No es frío, Ooryl, sino sólo fatiga. Ha sido un día muy largo, y ha estado lleno de sorpresas.

—Qrygg quería pedir disculpas por haberte abandonado. —El gandiano juntó las manos en un gesto que casi era digno de un penitente—. Qrygg estaba demasiado ocupado esquivando los interceptores pegados a la cola de Qrygg para poder ver que no te encontrabas allí.

—Obedeciste órdenes, igual que lo hubiese hecho yo.

—Qrygg querría darte una muestra de la pena que siente Qrygg. Corran pasó un brazo por encima del exoesqueleto de los hombros del gandiano.

—Voy a decirte qué haremos, ¿de acuerdo? Llévame a mi alojamiento y permíteme disfrutar de ocho horas de sueño, y consideraremos que estamos en paz. ¿Bastará con eso para disipar tu culpabilidad gandiana?

—Ooryl lo encuentra aceptable.

—Estupendo. —Corran agitó su mano izquierda por entre la niebla—. Guíame, Ooryl, y esta vez te prometo que te estaré siguiendo durante todo el trayecto.

15

El pomposo y envarado oficial fulminó a Kirtan Loor con una mirada tan penetrante y abrasadora como un haz láser.

—Ya veo que sus órdenes han sido correctamente redactadas y formalizadas, pero nunca me ha gustado que los operativos de inteligencia se metan en los asuntos de la flota.

—Le agradezco su preocupación, almirante Devlia, así como el que haya abandonado su retiro para volver a ponerse al servicio del Imperio, pero la seguridad imperial debe gozar de preferencia en este momento que, y creo que usted estará de acuerdo en ello, es totalmente decisivo.

El hombrecillo deslizó un dedo a lo largo de su bigote gris y su expresión se volvió un poco menos amenazadora.

—Sólo quería que todo quedara bien claro desde el principio.

—Por supuesto.

A Kirtan le importaban muy poco las preocupaciones del almirante, pero el crucero Interdictor
Áspid Negro
formaba parte de los efectivos que se hallaban bajo las órdenes de Devlia. El informe en el que explicaba cómo cayó en una emboscada tendida por un escuadrón al que había identificado como el Escuadrón Rebelde hizo que recorriera la larga distancia que separaba Coruscant de Vladet, en el sistema de Rachuk, para hablar con la capitana Uwlla Iillor, que se hallaba al mando del
Áspid Negro
. Kirtan sospechaba que una parte muy considerable de la incomodidad de Devlia surgía de que su presencia allí obligaba al almirante a tratar con Iillor, una de las mujeres que habían ascendido hasta puestos de mando en la jerarquía militar para llenar los vacíos surgidos en la Armada Imperial después de la catástrofe de Endor.

El agente de inteligencia descubrió que tenía muchas ganas de conocer a la capitana Iillor. Había leído su expediente, así como el del almirante Devlia y los de la mayor parte de sus oficiales, durante el trayecto desde Coruscant. Los expedientes habían constituido una agradable distracción que le había permitido olvidarse durante un rato de la pesada labor de recopilar los distintos rumores sobre el Escuadrón Rebelde, pero el de Iillor le había parecido particularmente interesante. Al estudiarlo, Kirtan percibió ciertas indicaciones de lo irresistiblemente poderosa que tenía que ser su personalidad para que hubiera logrado ascender hasta tan alto en la Armada Imperial incluso antes de la muerte del Emperador.

Devlia se levantó y alisó su guerrera gris por encima de su redondo estómago.

—Y debo decirle que no toleraré ninguna pregunta que no me parezca pertinente.

—Lo entiendo, señor.

«Sigue soñando, almirante…».

Devlia guió a Kirtan desde su espacioso despacho hasta un estrecho pasillo de la mansión que albergaba al mando. El almirante le precedió al interior de un pequeño estudio que había sido convertido en una sala de conferencias mediante la adición de una gran mesa que dominaba la estancia. Las estanterías todavía estaban repletas de cajas llenas de tarjetas de datos, y Kirtan pensó que aquella biblioteca era mucho más grande de cuanto hubiese esperado encontrar en un planeta como Vladet.

Devlia se sentó a la cabecera de la mesa y después alzó una mano para señalar a la mujer que estaba de pie al otro extremo.

—Capitana Iillor, el agente Kirtan Loor. Quiere hacerle algunas preguntas acerca de la emboscada.

—Sí, señor. —La mujer de cabellos castaños dirigió a Kirtan una mirada en la que no había ni rastro de la expresión entre temerosa y acosada que la mayoría de personas adquirían cuando se les decía que alguien del departamento de inteligencia quería someterlas aun interrogatorio—. Le ayudaré en todo lo posible, agente Loor.

Su voz poseía una firmeza cortante que respaldaba el desafío presente en sus oscuros ojos. Kirtan supuso que su falta de miedo se debía a los largos años que había pasado en la galería NH, o No Humana, de la flota. Los prejuicios que el Imperio albergaba contra los alienígenas y las mujeres habían alcanzado niveles de refinamiento sin precedentes en la Armada Imperial. Iillor había sido enviada a servir bajo las órdenes del coronel Thrawn y de toda una serie de otros oficiales superiores alienígenas antes de que se le concediera su propia nave. Además, también habría quedado atrapada en aquel crucero ligero si no fuese porque la derrota de Endor hizo que la necesidad de oficiales competentes llegara a ser tan grande que los supervivientes del Alto Mando reevaluaron al personal y empezaron a asignar los puestos rigiéndose por algo parecido al mérito.

—Estoy seguro de ello, capitana. Me gustaría poder disponer de cualquier informe que haya redactado acerca de esta acción, así como de cualquier registro holográfico de ella, junto con cualquier comunicación interceptada. —Kirtan fue hasta el lado izquierdo de la mesa, y después se volvió hacia Devlia—. Con el permiso del almirante, por supuesto.

El viejo militar asintió.

—Bien, en ese caso vamos a empezar —dijo Kirtan—. Y ahora, tenga la bondad de contarme qué ocurrió.

—¿Puedo sentarme?

—Desde luego. —Kirtan sonrió, pero siguió de pie—. Póngase cómoda.

La capitana Iillor se sentó y luego desplazó su asiento de tal manera que Devlia sólo podía verla de perfil.

—Teníamos información de que una contrabandista que transportaba suministros destinados a los rebeldes era esperada en el sistema de Chorax en un momento determinado, y que partiría después de haber recogido cierto cargamento allí. Envié a una lanzadera para que determinara la situación de la contrabandista mientras estacionaba el
Áspid Negro
en la periferia del sistema. Cuando el
Patinaje del Pulsar
empezó a salir del sistema, hice que el
Áspid Negro
saltara a esas coordenadas y conecté mis graveyectores G7-x.

Kirtan frunció el ceño.

—Recurrir a los saltos intrasistémicos constituye una táctica más bien inusual, ¿no?

Iillor meneó la cabeza.

—La he visto utilizar con gran éxito en el Sector Desconocido. También dio resultado en Chorax, porque así el
Patinaje
no tenía ni idea de cuál era nuestro punto de origen. Tardaron casi seis segundos en iniciar las maniobras evasivas. Me tomé la libertad de aproximarme lo suficiente para poder utilizar nuestros cañones iónicos sobre el
Patinaje
durante ese tiempo…, y entonces una docena de ala-X entró en el sistema.

»Desplegué mi escuadrón de interceptores, pero ninguno de los pilotos es demasiado bueno. Los habrían hecho pedazos, así que seguí aproximando al
Áspid Negro
y conseguirnos dejar inutilizado a un ala-X. Pero el resto de cazas ya había formado una pantalla alrededor del
Patinaje
, e hizo llover una salva de torpedos protónicos sobre mi escudo delantero. EI escudo se desmoronó y perdí dos baterías láser. Tenía que elegir entre reforzar mis escudos o seguir utilizando los graveyectores. Elegí lo primero, recuperé a cinco interceptores y pasé a la velocidad lumínica.

Devlia se inclinó hacia adelante.

—Estaban esperando al
Áspid Negro
. Surgieron del hiperespacio prácticamente encima de ellos. Kirtan se acarició el mentón.

—No veo que una cosa demuestre la otra. Tampoco veo ninguna evidencia de que hubiera una emboscada.

Iillor irguió la cabeza.

—Eso es lo que le he estado diciendo al almirante.

—Los dos están ciegos.

—Señor, me parece que está llegando a conclusiones injustificadas…, y lo digo con todo el debido respeto. —Kirtan echó a andar junto a la mesa, pasando por detrás del almirante y volviendo sobre sus pasos—. Los cruceros de la clase Interdictor han sido diseñados para sacar naves del hiperespacio. Sólo se los puede estacionar de tal forma que eso resulte posible cuando la ruta es conocida de antemano, por supuesto. En este caso, y dado que el
Áspid Negro
se encontraba en el sistema de Chorax para impedir que una nave entrara en el hiperespacio, usted ha elegido descartar una de sus funciones primarias.

—¡Eso es ridículo!

«Y además es exactamente la clase de error que yo habría cometido ante…»., pensó Kirtan mientras permitía que sus labios esbozaran una tenue sonrisa.

—Examine su razonamiento. Si decidiera tender una emboscada a un crucero de la clase Interdictor, ¿se limitaría a emplear un escuadrón de ala-X?

El rostro de Devlia enrojeció.

—Quizá yo no lo haría, pero cuento con un adiestramiento del que no dispone la mayoría de oficiales rebeldes.

—Cierto, señor, pero los rebeldes no carecen de líderes sabios y eficientes. —Kirtan dejó que las alusiones a Yavin y Endor quedaran flotando en el aire, pero la expresión de Devlia le indicó que el almirante las había percibido de todas maneras—. También podría preguntar por qué los rebeldes iban a perder el tiempo atacando a un crucero Interdictor. No pretendo faltarles al respeto ni a su nave ni a usted, capitana Iillor, pero los lnterdictores no están causando grandes problemas a la Rebelión. Nuestras grandes flotas de guerra están desempeñando funciones de guarnición en mundos clave como Corellia y Kuat, lo cual quiere decir que es improbable que abandonen esas posiciones incluso en el caso de que los rebeldes escojan a los lnterdictores como sus nuevas presas.

Iillor no sonrió, pero su asentimiento tampoco fue tan rígido como antes.

—Mi teoría es que tuvimos la mala suerte de sacar del hiperespacio a un convoy, pero el almirante opina que semejante coincidencia es altamente improbable.

Kirtan sonrió.

—A pesar de este error de juicio, el almirante sigue siendo un líder tan formidable que creo que los rebeldes cometerían un serio error si decidieran operar en su sector.

Devlia había abierto la boca para emitir una protesta ante la primera parte de la afirmación de Kirtan. La segunda parte, que Kirtan había añadido como un bálsamo para su vanidad, reprimió el comentario del almirante e hizo que sus mandíbulas se cerraran con un chasquido claramente audible.

El agente de inteligencia volvió a concentrar su atención en la capitana Iillor.

—¿De qué manera identificó a esos cazas como efectivos del Escuadrón Rebelde?

—Las comunicaciones interceptadas usaban las señales de llamada de esa unidad. Los datos visuales no son muy buenos, pero la insignia pintada en los estabilizadores puede distinguirse con toda claridad. Las búsquedas preliminares la han correlacionado con una insignia que se afirma es la utilizada por el Escuadrón Rebelde. Además, el
Patinaje
tiene conexiones corellianas, al igual que Wedge Antilles. Y los pilotos luchaban como demonios y eran realmente muy buenos: acabaron con siete de mis interceptores, con los dos últimos siendo eliminados ante un ala-X que había quedado inutilizado.

Devlia se recostó en su asiento.

—Interesante pero circunstancial, y tengo la seguridad de que el agente Loor estará de acuerdo conmigo.

—Circunstancial, sí, pero persuasivo. —Todo lo que la capitana Iillor le había dicho sobre el escuadrón que atacó al
Áspid Negro
parecía señalar al Escuadrón Rebelde. Kirtan dudaba que cualquier otra unidad de la Rebelión estuviera utilizando sus señales de llamada, y los datos referentes a la insignia tendrían que ser comprobados. Aun así, no eran pruebas concluyentes…, pero con todo, se trataba de un principio—. ¿Qué hizo su lanzadera, capitana? ¿Permaneció en el interior del sistema y mantuvo bajo vigilancia al escuadrón para registrar su velocidad y su vector de salida?

Iillor frunció el ceño.

—No, y el teniente Potin ha recibido una severa reprimenda por haber huido cuando no se encontraba amenazado. Dispongo del vector de entrada y de los datos de velocidad, y han sido triangulados con los datos de la lanzadera.

—Eso ya es algo.

—Me aseguraré de que reciba esos datos antes de su regreso al Centro Imperial, agente Loor. —Devlia se levantó—. Suponiendo que no quiera hacer nada más aquí, entonces…

—Quiero hablar con los pilotos que se enfrentaron a los alas X, y también quiero examinar cualquier dato registrado procedente de los interceptores que fueron destruidos.

—Me ocuparé de que empiecen a prepararle inmediatamente esas entrevistas.

—Tómese su tiempo, almirante. Me conformaría con poder entrevistarlos dentro de dos o tres días.

La expresión del viejo militar se ensombreció de repente.

—¿Tanto tiempo piensa permanecer aquí?

—Sospecho que todavía más. —Kirtan le dirigió una gran sonrisa—. Si el Escuadrón Rebelde está operando en esta área, y creo que lo está haciendo, sólo me iré después de que los hayamos localizado y destruido…, y ni un segundo antes.

16

En sólo dos semanas, y mientras la petición oficial de un nuevo estabilizador lateral fi-invertido languidecía en el limbo de la burocracia, Emetrés encontró un par de estabilizadores laterales fi-invertidos que el
Patinaje del Pulsar
se encargó de traer en su segundo viaje a Talasea. El técnico verpiniano de la unidad utilizó las nuevas piezas para sustituir a las dañadas. Cuando llegó el momento de sincronizarlas Zraii también consiguió introducir ciertas mejoras, con el resultado final de que Corran notó un incremento del cinco por ciento en la impulsión con los sistemas puestos a máxima potencia, junto con una reducción del tres por ciento en el consumo de combustible.

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