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Authors: Ai Mi

Tags: #Drama, Romántico

Amor bajo el espino blanco (36 page)

—No digas tonterías, no tengo ningún novio… —Se lo pensó un momento y preguntó—: ¿Sabes lo que significa «sopa de soja verde»? —Le explicó las circunstancias en que oyó la expresión por primera vez y añadió algunos pasajes selectos de la conversación entre el Viejo Cai y su mujer.

—¿Es que no te enteras de nada? —Pequeño Zhou se la quedó mirando—. Hablaban de cuando un hombre se calienta, cuando quiere… hacérselo a una mujer. Pero no lo entendiste y les dijiste que comieran sopa de soja verde para calmarse. ¿Crees que la sopa de soja verde calma ese tipo de fuego? Se reían de ti por ser tan tonta.

—Olvídalo —farfulló Jingqiu—. Contigo nunca estoy segura de nada. No entiendo lo que dices, y tú no entiendes lo que te pregunto.

Jingqiu seguía enfurruñada después de su regreso de Aldea Occidental, y, tras oír la explicación de Pequeño Zhou de lo que significaba la sopa de soja verde, su humor empeoró aún más. Así que Mayor Tercero era un hipócrita, y lo había sido desde el principio. Delante de ella se comportaba como si su relación fuera sagrada, y a sus espaldas, con sus amigos, se refería a ella groseramente, a algo de lo más desagradable. Se había ido sin decir nada, ni siquiera había intentado comunicárselo, se dijo, y le había hecho recorrer todo ese camino para nada, para humillarla y para que todos pusieran cara de reprobación.

El problema era que no podía estar segura del todo de si Mayor Tercero realmente era así, porque todo podía ser un malentendido. Lo que más temía era no llegar a averiguarlo nunca, quedarse con aquella incertidumbre, en un estado de miedo y ansiedad. Tanto daba lo mal que estuviera la situación: siempre y cuando los dos fueran sinceros, no había nada que temer. Decidió que la próxima vez iría a Río Yanjia con Pequeño Zhou a hacer la compra, visitaría a Fang en la escuela secundaria y le pediría la dirección de Mayor Tercero, y luego le pediría a Pequeño Zhou que la llevara allí para que Mayor Tercero pudiera explicarle cara a cara lo que ocurría.

Pero el señor Zheng no volvió a enviarla a hacer la compra con Pequeño Zhou. Cuando necesitaban algo le pedía a la señorita Zhao que fuera, o iba él mismo. Y no solo eso, sino que cuando regresó a la escuela para informar de su trabajo le contó a la madre de Jingqiu lo que había ocurrido con Pequeño Zhou. Su madre escribió de inmediato una carta al señor Zheng para que la llevara a la granja.

Cuando Jingqiu vio la carta de su madre todo comenzó a darle vueltas. «Por qué será que a la gente le gusta hacer una montaña de un grano de arena? ¿Es que dos personas no pueden ir a comprar arroz y regresar un poco tarde? ¿Tenían que ver en aquello un significado oculto?». No era fácil para ella enfadarse, pues todas aquellas personas eran sus antiguos profesores y seguía respetándolos enormemente.

Le estuvo dando vueltas al problema desde todos los ángulos, pero seguía siendo incapaz de aceptar todas aquellas insinuaciones, así que se fue a ver al señor Zheng.

—Señor Zheng, si considera que he hecho algo malo, dígamelo a la cara, no se lo cuente a mi madre. Es una persona nerviosa, y lo único que consiguen estos rumores es ponerla enferma.

—Solo lo he hecho por tu propio bien. Pequeño Zhou tiene un temperamento violento y es un ignorante. ¿Qué ves de bueno en él, exactamente?

Jingqiu dijo, dolida por la injusticia del asunto:

—Pero es que no somos… novios. Solo nos relacionamos por nuestro trabajo. ¿Por qué tiene que insinuarlo?

El señor Zheng no contestó a la pregunta y dijo:

—La cosa es que nuestra escuela tiene muchos buenos camaradas, como por ejemplo Pequeño Quan, de tu equipo de voleibol. Es un buen hombre, y en los últimos años ha hecho muchos progresos: se ha afiliado al partido, ha sido ascendido a cuadro y es una persona honesta y de fiar…

Jingqiu no se podía creer lo que estaba oyendo. Todo el mundo le decía siempre que era demasiado joven y que no debía pensar en esas cosas, y ahora el señor Zheng le sugería que, si encontraba un camarada joven y bueno, podía empezar a pensar en tener una relación. Era como si le dijera: se lo conté a tu madre no porque no debas tener novio, sino porque no debes tener
ese
novio. Jingqiu estaba demasiado asustada para decir nada, aparte de seguir proclamando su inocencia, y regresó a su habitación.

En parte lo encontraba bastante divertido. Antes, en los primeros años de la secundaria, había sentido algo por el señor Quan, sobre todo cuando llegó a la Escuela Secundaria n.º 8. Era un hombre joven e inexperto, y ninguno de sus alumnos le tenía miedo, y a menudo le causaban problemas a los que él era incapaz de hacer frente. Pero luego comenzó a hacer amistad con gente importante. Jingqiu no supo por qué, pero desde el momento en que el señor Quan comenzó a ascender de categoría dejó de interesarle, quizá porque le gustaban más los desvalidos. Ahora, al oír que el señor Zheng hablaba así de él, comenzó a detestarlo. Fue casi como si utilizara sus relaciones para quitar de en medio a Pequeño Zhou y presentarse como candidato.

Jingqiu había decidido seguir tratando con amabilidad a Pequeño Zhou, y a la vez distanciarse de él para evitar más habladurías, pero después de comprobar que el señor Zheng hablaba mal de él para promover a otro profesor, Pequeño Zhou comenzó a caerle mejor. No era más que un trabajador temporal, y a ella le recordaba su época de temporera. Además, prefería tener mala reputación a revelar qué había ocurrido exactamente el día en que volvieron tarde. Respetaba el código ético de su «honorable granuja».

Unos pocos días más tarde llovió copiosamente, y las chozas de la granja y la carretera de montaña sufrieron daños. El señor Zheng lo utilizó como excusa para pedirle al señor Quan que se presentara en Yichang para ayudar durante una semana en la granja. Jingqiu no sentía absolutamente nada por el señor Quan y ni siquiera se molestaba en hablarle, por lo que cuando se encontraban apenas lo saludaba y seguía caminando.

No fue hasta la última semana de noviembre cuando Jingqiu tuvo otra oportunidad de salir de la granja con Pequeño Zhou, y esta vez porque los estudiantes no habían tenido suficiente dinero para pagar el comedor y se les estaba acabando el arroz muy deprisa. No podían permitir que los estudiantes volvieran a casa a buscar más dinero, así que el señor Zheng no tuvo otra opción que enviar a un profesor para que fuera a recoger vales de racionamiento de puerta en puerta. La señorita Zhao sabía que era un trabajo terrible y que los padres se molestarían; en otras palabras, se trataba de un trabajo duro sin recompensa, así que puso una excusa y se lo endosó a Jingqiu.

El señor Zheng llamó a Jingqiu y se pasó un rato larguísimo advirtiéndole de los peligros antes de permitirle regresar a Yichang en compañía de Pequeño Zhou para «cobrar las deudas». En cuanto hubieran acabado de recoger el dinero, tenían que comprar arroz en la ciudad, y Pequeño Zhou lo llevaría de vuelta a la granja. Ella, mientras tanto, se podía tomar dos días de fiesta.

Pequeño Zhou también se daba cuenta de que el señor Zheng lo mantenía a propósito lejos de Jingqiu, y por el camino se quejó mucho. Mientras ella lo escuchaba comenzó a elaborar un plan. En cuanto llegaron a Río Yanjia le pidió a Pequeño Zhou que parara y le dijo que quería ver a una amiga, y que solo tardaría un par de minutos.

—Te digo lo mismo: si es un chico estoy dispuesto a pelear —dijo en broma—. La última vez no mejoró mi reputación y esta vez no pienso permitirlo.

En cuanto llegaron a Río Yanjia, Jingqiu preguntó dónde estaba la escuela secundaria. Por suerte no era una población grande, así que la escuela se emplazaba cerca de la carretera principal. Pequeño Zhou condujo el tractor hasta la escuela y apagó el motor.

—Esta vez no llevo nada en el tractor, así que no tengo que quedarme a vigilarlo. Iré contigo.

Jingqiu no pensaba permitírselo, pero eso solo le hizo sentir más curiosidad:

—¿No has dicho que era una chica? ¿Por qué no me dejas acompañarte? ¿Te da miedo que le guste a tu amiga?

No había quien pudiera con él. Cuanto más lo intentaba Jingqiu, más hablaba él, y, de todos modos, Jingqiu estaba a punto de pedirle que la llevara a la segunda unidad, de manera que tampoco podría ocultarle nada, así que cedió y le permitió entrar en la escuela con ella. Se quedaron de pie bajo uno de los árboles de la escuela, esperando a que sonara la campana. Jingqiu le preguntó a un alumno dónde estaba la clase de Fang y luego le pidió a otra persona que le dijera que saliera.

Fang se quedó mirando a Jingqiu y luego a Pequeño Zhou y dijo tristemente:

—Mi hermano está en el hospital del condado. ¿Podrías ir a visitarlo? Aunque ya no quieras saber nada de él… al menos podrías ser una amiga para él. Ve a verlo, es… algo terminal.

Jingqiu se quedó muy afectada al enterarse de que Lin padecía una enfermedad terminal. Quiso explicarle que no era que no quisiera saber nada de él, era que no lo amaba, pero la palabra «terminal» la dejó helada, y no le salía la voz.

—¿Sabes en qué sala está? —preguntó en voz baja.

Fang le escribió en un papel la dirección del hospital y el número de la sala y se lo entregó, y a continuación se quedó callada y los ojos se le llenaron de lágrimas. Jingqiu también permaneció en silencio y a continuación le preguntó:

—¿Sabéis qué tiene?

—Leucemia.

A Jingqiu le pareció que no era momento de preguntarle si sabía la nueva dirección de Mayor Tercero, y aunque se la hubiera preguntado no habría tenido tiempo de ir. Sería mejor solucionarlo después de haber visitado a Lin.

Volvió a sonar la campana de la escuela y Fang susurró:

—Tengo que volver a clase. Ve tú sola… no lleves a tu amigo. —Jingqiu se quedó helada.

—¿Quién está enfermo? —preguntó Pequeño Zhou—. Te has quedado pálida como un fantasma…

—Su hermano mayor. Yo vivía con ellos. Quiero ir a verlo, me ayudó mucho. ¿Sabes cómo se contrae la leucemia?

—Le oí decir a alguien que apareció después de la bomba atómica. En mi escuela alguien la tuvo y murió. Al parecer… es incurable.

—Entonces vamos deprisa.

Se dirigieron a la capital del condado y compraron algo de fruta antes de buscar la dirección del hospital que Fang les había dado. Jingqiu se acordó de que le había dicho que fuera sola, así que negoció con Pequeño Zhou.

—¿Podrías esperarme fuera?

—¿No me dejas entrar? Tiene una enfermedad terminal, ¿de qué tienes miedo?

Jingqiu tampoco entendía por qué Fang le había dicho eso.

—Yo tampoco entiendo por qué se preocupan, pero mi amiga dijo que no debíamos entrar juntos, así que es mejor que esperes fuera.

Pequeño Zhou no tuvo más opción que quedarse en la puerta, aunque le advirtió:

—No estés mucho rato, tenemos que regresar. Hoy tienes que recoger el dinero, y si llegamos tarde y no consigues el dinero, no podremos comprar arroz…

—Ya lo sé —dijo Jingqiu, y corrió hacia el hospital.

Capítulo 31

El hospital del condado era bastante pequeño y estaba compuesto de unos pocos edificios, así que Jingqiu encontró rápidamente la sala. Tenía cuatro camas. Le sorprendió ver a Mayor Tercero sentado en una, escribiendo en un cuaderno. ¿Qué hacía allí? ¿Estaba cuidando de Lin? ¿Por qué no estaba trabajando? A lo mejor la segunda unidad se hallaba cerca, y se hizo trasladar para poder cuidar de Lin.

Mayor Tercero levantó la vista y se le dibujó una expresión de perplejidad. Dejó el cuaderno y la pluma y se acercó a ella. No la invitó a entrar, sino que se quedó en el pasillo.

—¿De verdad… eres tú?

—¿Qué le pasa a Lin?

—¿A Lin? —preguntó, sorprendido—. ¿No está en Aldea Occidental?

—Fang me dijo que su hermano estaba en el hospital…

—Vaya —dijo sonriendo—. Yo también soy su hermano…

A Jingqiu le dio un vuelco el corazón.

—¿Cómo que eres su hermano? Me dijo que su hermano estaba enfermo, no que tú estuvieras enfermo. Estás cuidando a Lin, ¿no? No me vengas con bromas. ¿Dónde está Lin?

—¿Entonces… has venido a ver a Lin? ¿No habrías venido de no haber sido él?

—Ya sabes que no es eso lo que quiero decir. Fang me dijo que su hermano estaba enfermo y que yo no quería saber nada de él. Por eso pensé que se refería a Lin, porque sabe que no me gusta.

—Vaya. Te escribí algunas cartas a la granja, pero me las devolvieron todas. Utilicé la dirección de Fang, y se las devolvieron todas, así que me dije que ya no querías saber nada de mí.

—¿Me escribiste a la granja? ¿Y por qué no me llegó ninguna carta? ¿Qué dirección pusiste?

—Puse Granja de la Escuela Secundaria n.º 8 de Yichang, Equipo de Producción de Meseta de Fujia, Comuna de Río Yanjia, Yiling. También puse tu nombre en el sobre. Todas las cartas volvieron con las palabras: «Persona desconocida, devuélvase al remitente».

Jingqiu se dijo que aquello era cosa del señor Zheng, pues intentaba endosarle al señor Quan. ¡Qué método tan despreciable! Pero Mayor Tercero había escrito el nombre de Fang en el sobre, ¿por qué entonces el señor Zheng había sospechado que se las mandaba un chico? ¿Acaso era capaz de saber por la letra si el remitente era chico o chica? ¿O quizá abría las cartas y las leía?

—¿Qué ponía en las cartas? ¿No me escribirías algo por lo que tenga que preocuparme? Seguramente el señor Zheng las retuvo, y me preocupa que… las abriera y las leyera.

—No es posible. Si las hubiera abierto yo lo habría sabido.

Jingqiu comenzaba a estar muy enfadada con el señor Zheng.

—¿Leer en secreto las cartas de los demás no es algo que va contra la ley? Voy a tener unas palabras con él cuando vuelva, a ver si realmente tiene agallas.

—¿Por qué tu profesor iba a interesarse por tus cartas? ¿Es que… siente algo por ti?

—Ni hablar —lo tranquilizó—. Es viejo y está casado. Lo hace para ayudar a otro.

—¿El que conduce el tractor?

—¿Cómo sabes que hay alguien que conduce un tractor? —preguntó Jingqiu, mirándolo sorprendida.

—Os vi juntos —dijo él sonriendo— en Río Yanjia. Llovía y él te prestó su impermeable.

—No es él, el señor Zheng lo odia. Se trata de otro profesor, el que nos da clases de voleibol. Pero no te preocupes, no me gusta. ¿Qué estabas haciendo en Río Yanjia?

—La segunda unidad está cerca, a menudo voy allí durante la pausa para el almuerzo con la esperanza de tropezarme contigo.

—¿Has estado en nuestra granja?

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