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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Confirmación (3 page)

Sasha asintió. No conocía al tío, pero Tommy siempre se expresaba de él con afecto y era el único de su familia al que habría querido conocer.

—Confiemos en que mejore. La celebración seguramente lo animará.

—Eso es seguro. —Tommy sonrió—. El tío siempre ha sido el rey de las fiestas y seguramente armará algún escándalo que irrite a la familia. —Una breve risa escapó de sus labios.

Sasha sonrió y lo atrajo de la cintura para darle un prolongado beso.

—¿De modo que tu colección no se incrementó? —le susurró al oído.

—Para nada. Los únicos jóvenes que he tenido a mano eran mis primos. Y antes muerto que follar con cualquiera de ellos. —Hizo un gesto de asco.

Sasha sintió alivio y se recriminó al instante al recordar a los Stoker. Debía ser muy difícil para Tommy entenderse con unos padres que vivían de las apariencias y querían imponer sus decisiones ante los intereses de su hijo.

—Entonces hay que recuperar el tiempo perdido —susurró de nuevo, tumbándolo con suavidad sobre la cama—. Este año tiene que ser mejor.

7

Richie se sentó sobre la cama y encendió un cigarrillo. Junto a él, un todavía desnudo Sasha miraba al techo de la habitación en la que se habían amado minutos antes. El primer mes de clases había concluido y la presión de los estudios comenzaba a hacerse sentir.

—Estás callado —observó Richie.

Sasha sonrió a medias y se estiró, suspirando.

—Sólo pensaba…

Richie lo observó, sabiendo de la lucha interna que tenía que afrontar. Tommy pronto cumpliría dieciocho años
[2]
y eso le daría la libertad plena que tanto necesitaba. Sasha quizá tendría que resignarse a perderlo si no le confesaba sus sentimientos.

El humo salió de su boca y se perdió en la atmósfera de la habitación, en la que sólo se oían las respiraciones de ambos. Luego de un largo silencio, Richie volvió a hablar.

—Déjame adivinar. Pensabas en Tommy.

El silencio de Sasha fue su respuesta.

Lentamente, apagó el cigarrillo y se recostó junto a su amigo. Ese sábado, Tommy había salido con alguien en lo que podría llamarse una cita.

—Sabes que si no se lo dices, él jamás se dará por enterado. —Le acarició lentamente la mejilla. Sus niños habían cambiado, estaban creciendo y buscando más experiencias, y no quería ver roto el equilibrio que unía a los tres, aunque tuviera que sacrificar sus propios sentimientos hacia el más joven.

Sasha esbozó una sonrisa, haciéndose el desentendido.

—¿Decirle qué y a quién?

—Tonto… Te conozco más de lo que te imaginas. Hablo de Tommy y de lo que sientes por él.

—Siento cariño de amigo.

—Oh, sí —replicó Richie—. No tienes que fingir conmigo, Sasha.

El rubio se sentó en la cama y lo miró.

—Tommy necesita ser libre —empezó—. Siempre está buscando experiencias, aventuras, sensaciones nuevas. Es como tú dices, un dragón lleno de fuego, arrasando todo lo que toca. Él no se da cuenta, pero irradia ese fuego. Tommy nunca se ataría a nadie.

—Incluso los dragones necesitan un refugio seguro, donde se encuentren a salvo de todos y de todo.

—Eso siempre lo tendrá —replicó Sasha—. Tommy siempre me tendrá a su lado, para lo que él desee, como te tiene a ti. Siempre estaremos juntos los tres, somos amigos.

—Estaban tan felices el día de tu cumpleaños… —Sonrió al recordarlo. Habían ido a un pub de ambiente y bebido más de la cuenta. Tommy los había sorprendido cantando algunas canciones escocesas.

—Teníamos que estarlo. Estábamos borrachos.

—Hablo de lo bien que os veíais juntos.

—Oh, vamos. El camarero creyó que vosotros érais pareja.

Richie sonrió y lo atrajo nuevamente a sus brazos. Sasha no había confesado nada claramente, pero no era necesario que lo hiciera. Él lo sabía… Y sabía que quizá su presencia estaba contribuyendo a que los dos siguieran disfrazando de amistad el amor que era tan evidente que sentían. Hacía tres años que los conocía y dos desde que se acostaba con ellos, y aún el tiempo le parecía poco.

Suspiró. Sabía lo que tenía que hacerse, pero no se atrevía aún. Era demasiado pronto para dejar a sus niños.

Capítulo 2
1

La fiesta por el aniversario de Bram Stoker se realizó en noviembre y Tommy se ausentó algunos días, no demasiado entusiasmado.

No se había equivocado. Se trató de una gran reunión auspiciada por Saint George’s Dragon Press, la casa editorial de los Stoker. Hubo un ciclo de conferencias en un lujoso hotel, almuerzos y cenas interminables, discursos y un baile de gala para clausurar el evento.

Tommy estuvo en cada una de las actividades, ayudando a atender a los invitados y mostrándose lo más encantador que pudo para complacer a sus padres. En algún momento recordó que Sasha le había dicho que se dedicara a las relaciones públicas y tuvo que reconocer que eso le gustaba y se le daba muy bien.

La última noche, en el baile, Tommy hacía gala de sus dotes como bailarín con lady Margaret Flyte, cuando divisó a su tío Joseph siendo ayudado por uno de los camareros.

—Discúlpame, querida. Creo que mi tío no se siente bien. —Escoltó a la dama a su asiento y corrió en dirección a su tío, que acababa de sentarse trabajosamente.

—Tommy, muchacho, regresa a bailar —dijo apuntándolo con el dedo.

—Prefiero quedarme aquí. ¿Cómo te sientes?

—Estoy perfectamente —porfió tío Joseph y bebió un poco del agua que le había alcanzado el camarero.

Tommy le hizo una seña al hombre para que se retirase. Sabía que a su tío no le gustaba que lo considerasen un anciano desvalido.

—No estabas perfectamente hace un rato —dijo con dulzura—. ¿Te llevo a que te recuestes?

Era obvio que Joseph se iba a negar, pero entonces vio que Colin y Stephen se acercaban y se colgó del brazo de Tommy, sujetando su bastón.

—Sí. Llévame enseguida lejos de esa sanguijuela de Colin. ¡Deben estar contando los días que me quedan! Ah, pero les tengo reservado algo que nadie espera. Y cuando lo sepan… ¡Ah, lo que daría por verles las caras, cómo me reiría!

Tommy se apresuró a obedecer, no iba a perderse esa oportunidad de contrariar a Colin y a su padre.

Cuando dejó al tío Joseph bien instalado en su dormitorio, a salvo del resto de la familia, pensó en lo que había dicho.

«Habrá preparado alguna broma —se dijo. El tío Joseph era famoso por sus bromas pesadas—. Me gustaría saber qué es. Espero que haya creado Draculand, el parque de atracciones que siempre amenaza con hacer...»

2

Sasha estaba estudiando. Los exámenes se acercaban y había estudiado todo el fin de semana, aprovechando la ausencia de Tommy a quien no esperaba hasta el día siguiente.

Su análisis de la economía internacional hablaba del reciente Lunes Negro
[3]
e incluía un exhaustivo estudio de la política económica soviética adoptada por Gorbachov
[4]
, cuyo nuevo enfoque se centraba en implicar más al conjunto de ciudadanos en la tarea de reconstruir la economía.

Glasnost
[5]
y
Perestroika
[6]
eran las dos palabras de las que se hablaría mucho en los siguientes años. Sasha había reflexionado muchas veces su papel en ese cambiante escenario y no quería quedarse como un mero espectador, pero sabía que aún no estaba preparado para volver a su país. A pesar de la amnistía que se estaba aplicando y que seguramente lo alcanzaría, él tenía primero que forjarse un destino.

Se frotó los ojos, últimamente le ardían mucho al estudiar. También le dolía la cabeza y tenía que echarse gotas para poder seguir leyendo. Acababa de hacerlo cuando sintió unos familiares golpes en la puerta.

—¿Tommy? —exclamó sorprendido al verlo en el umbral y lo hizo entrar deprisa, para que nadie lo viera—. Creí que vendrías mañana. ¿Cómo salió todo?

—Logré escaparme de la última reunión familiar. No estuvo mal: la comida estaba deliciosa, mi familia insoportable y el tío Joseph demasiado achacoso. —Hizo un gesto al recordarlos, pero inmediatamente tomó el rostro de Sasha entre sus manos—. ¿Qué te pasa? Tienes los ojos terriblemente rojos e hinchados.

—Es por tanto estudiar… —Sasha señaló con la mano los textos de economía abiertos en su mesa de trabajo—. Quiero sacar la máxima calificación en el próximo examen.

—Aunque hayas estado estudiando no deberías tener así de irritados los ojos —observó Tommy.

—No sabes lo que es leer y analizar a Marx en una noche —repuso Sasha—. Si hasta me duele la cabeza, aquí. —Señaló un punto en medio de su frente.

Tommy lo miró, preocupado. Sasha estaba ojeroso, como siempre que se acercaban los exámenes. Con el trabajo y el estudio se le hacía difícil dormir a sus horas. Claro que no solía tener dolores de cabeza.

—¿Has consultado al médico?

—No he tenido tiempo. —Se sentó de nuevo ante su mesa de trabajo para aplicarse las gotas—. Lo siento, es que no me quiero retrasar —se disculpó. Era muy estricto consigo mismo cuando se trataba de estudiar. Normalmente dividía los temas y los repartía en las dos semanas que dedicaba a prepararse para los exámenes, sin permitirse el más leve retraso en su programa de estudios. Ni siquiera la presencia de su amigo lograba apartarlo de su determinación de estudiar.

Tommy lo observó atentamente. Sabía que a Sasha no le gustaba ser interrumpido cuando estudiaba, pero lo veía muy mal y no le gustaba ese modo de parpadear y entrecerrar los ojos que tenía. Miró disimuladamente su reloj: eran las 7:25 y con un poco de suerte, el médico del colegio estaría aún en la enfermería.

—Ven, vamos a ir ahora mismo al médico de Saint Michael. La vista es muy delicada, hay que cuidarla y saber qué le pasa en cada momento. Sé de lo que hablo.

Sasha protestó, pero sabía que si no hacía lo que le pedía, no se movería de allí y no lo dejaría estudiar, de modo que se dejó llevar, resignado. Además, se había empezado a preocupar por su vista borrosa y sus dolores de cabeza y si le daban algo que lo aliviase, estaría más que dispuesto a emplearlo.

Todo, excepto unas gafas.

El médico lo examinó a regañadientes porque estaba a punto de salir, pero Tommy rogó, suplicó y mencionó que Alex Andrew era muy amigo de Sasha, de modo que fue examinado. El veredicto fue simple: necesitaría gafas permanentes, y debería acudir al oculista a primera hora de la mañana.

—Es el fin —murmuró el ruso, alejándose de allí a toda prisa—. No quiero usar gafas. ¡No pienso hacerlo!

—¿Por qué no? —Tommy lo miró con curiosidad—. ¿Qué tiene de malo usar gafas? Yo las uso… Además, verás mejor y tu vista y tus ojos no se resentirán.

—No y no —dijo Sasha, viéndose a sí mismo como el
nerd
de la película, con gafas, camisa a cuadritos y tirantes—. No quiero ser un
nerd
ni quiero parecer demasiado intelectual. Eso echará a perder mi imagen.

—No pensaba que tú te preocuparas más de tu imagen que de tu salud —dijo Tommy, tocándose sus gafas, aunque tuvo que reconocer que de un tiempo a la fecha, había visto algunos sospechosos frascos de cremas en la habitación de Sasha—. Y tampoco pensaba que usar gafas echara a perder una imagen.

Sasha siguió caminando sin decir palabra, llegó a su habitación y entró enseguida, dejando la puerta abierta para Tommy. Se recostó en la cama, sin decir nada, y suspiró.

—Eso es completamente distinto —observó al cabo de un rato—. Las tuyas son gafas de sol y te quedan bien, te dan un aire muy sexy. A mí me darán aire de
nerd
. —Se cubrió el rostro con la almohada—. No quiero verme así… me sentiré raro. Los chicos del grupo dicen que les gusta cómo me veo, y con gafas todo cambiará.

—Yo creo que estarás muy guapo… —Tommy cerró la puerta y se acercó hasta sentarse en la cama—. Te daría cierto aire viril. Eres tan rubio, tu piel es tan blanca… Las gafas podrían hacerte parecer más varonil. —Se mordió el labio y añadió rápidamente—: No es que yo piense que no pareces varonil o viril, eh. Sólo que lo parecerías un poco más.

Sasha alzó las cejas. Siempre le gustaba verse bien. Su trabajo en el laboratorio le permitía una vida más holgada y tenía siempre dinero separado para el gimnasio, ropa, e incluso algunos productos de cosmética. Era especialmente susceptible en lo que se refería a su aspecto físico, se sabía atractivo y deseaba explotar al máximo esa cualidad.

—¿Necesito parecer más varonil? —preguntó, mirando hacia el cajón de su mesita de noche, donde había una crema para prevenir las arrugas.

—No. —Tommy puso los ojos en blanco sabiendo que no podía verlo a través de las gafas de sol—. Pero nunca sobra, ¿verdad? Además, con las gafas parecerías más serio, más profesional… Más interesante. Tú nunca parecerías un
nerd
, aunque quisieras parecerlo. —«Además, los nerds también tienen su puntillo sexy», pensó, pero se abstuvo de decirlo.

—¿De verdad? —Sasha lo miró intentando deducir si hablaba en broma o en serio. Le importaba tener una imagen formal en el trabajo, porque eso proyectaba seriedad y profesionalidad, pero no quería ser demasiado formal para no disminuir sus conquistas. Aunque en el fondo, lo que más le preocupaba era que Tommy lo siguiera encontrando atractivo.

—Claro que sí. —Tommy sonrió—. Compraremos unas gafas bonitas que te queden bien... Y además, al no ser como las mías no taparán esos preciosos ojos grises —añadió con coquetería—. Tal vez unas gafas de diseñador.

—¿De diseñador? —Sasha jamás se había comprado nada de diseñador, porque sus medios no se lo permitían, pero después de la muerte de su madre, la necesidad apremiante que tenía de enviar dinero a la URSS había desaparecido y sus ahorros eran exclusivamente para él. Lo pensó un momento y decidió que era el momento para un cambio de imagen: no sólo compraría las gafas, buscaría también otras prendas de diseñador para las reuniones del laboratorio—. ¿Será muy costoso?

—Pues depende, pero no mucho… Déjame pensar. —Tommy lo miró tímidamente—. Si quieres podría comprártelas yo como un adelanto del regalo de Navidad. Me encantaría.

—No es necesario —repuso Sasha—. He ahorrado un poco en este tiempo, puedo invertir algo de dinero en mí. Pensaba que me podrías acompañar a comprar algo de ropa también, para compensar lo de las gafas.

—Claro que te acompañaré. —Tommy esbozó una radiante sonrisa—. Pero insisto en regalarte las gafas —añadió serio—. Me gustaría mucho que… —Se sonrojó—. Que llevaras siempre contigo algo que te recordara a mí…

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