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Authors: Dalton Trumbo

Johnny cogió su fusil (7 page)

Cuando se acostó pensó oh ¿por qué hay que sufrir cosas como éstas? Pensó ¿por qué no le matan a uno mientras todavía le queda algo que valga la pena? Pensó ¿por qué será que todo el mundo tiene un amigo íntimo? Hasta los tíos que están en la cárcel seguramente tienen un amigo íntimo en alguna parte. Pero yo no lo tengo. Pensó hasta Howie tiene una muchacha. Hasta esos mexicanos que cantaban cuando regresaban del desierto tienen sus muchachas. Pero yo no. Pensó ¿por qué todo el mundo puede encontrar en su interior una pizca de respeto por sí mismo? Hasta un asesino o un ladrón o un perro o una hormiga tienen algo que los sostiene para seguir y mantener la cabeza erguida. Pero yo no.

Esa noche en la cama fue la primera vez que lloró por una muchacha. Se desgañitó llorando como un niño. Tenía las manos ensangrentadas las piernas llenas de espinas y los ojos inundados en lágrimas y se sentía enfermo del corazón. Tardó mucho en dormirse.

Todo había parecido tan real en esa época y ahora no era real en absoluto. Eso fue hace mucho tiempo. Eso fue en Shale City. Esto ocurrió cuando era muchacho en la escuela superior. Parecía tan distante en el tiempo. En alguna parte probablemente en Colorado Glen Hogan y Howie seguían haciendo sus cosas. Una vez recibió una carta que decía que a Bill le habían matado en Belleau Wood. Bill Harper había tenido suerte. Bill Harper había conseguido a Diane y luego había muerto.

Oh Cristo nuevamente todo se confundía. No sabía dónde estaba o qué estaba haciendo. Pero se estaba enfriando. Ya no ardía. Tenía la cabeza, liviana y confusa y no podía reconstruir las cosas. Todo era confusión pero al menos estaba sereno.

5

No podía habituarse a la forma en que las cosas se fundían unas con otras. A veces flotaba a la deriva sobre nubes blancas asustado por su pequeñez en medio de algo tan inmenso como el cielo. A veces se sentía sumido en almohadas blancas que tenían una manera de deslizar los pies por adelante sobre un terreno áspero y ondulante. Pero la mayoría de las veces flotaba en algún remanso del Río Colorado en su lento paso por Shale City. Yacía en el agua de un río que pasaba por su casa mucho antes de que viniera a Los Ángeles antes de conocer a Kareen mucho mucho antes de partir en un tren cubierto de banderas mientras el alcalde pronunciaba discursos.

Flotaba de espaldas. Cerca de la orilla había sauces y tréboles. El sol le daba en pleno rostro pero su estómago y su espalda estaban helados por el agua que no hacía mucho había sido hielo en las montañas. Flotaba y pensaba en Kareen.

Es agradable flotar aquí Kareen. Ponte de espaldas así. ¿Verdad que es delicioso Kareen? Me encanta te quiero. Flota Kareen. Debes mantener la cabeza fuera del agua para respirar. Quédate cerca de mí Kareen. ¿Verdad que es hermoso flotar sin ir a ninguna parte y sin preocuparse siquiera por ir? Sencillamente deja que el río se ocupe de ello. Nada que hacer y ningún lugar donde ir. Estar en la superficie del río fresco caliente y pensativo pero sin pensar en nada.

!Ponte más cerca Kareen. No te vayas. Más cerca, más cerca Kareen y ten cuidado de que el agua no te cubra el rostro. No puedo darme la vuelta para nadar Kareen sólo puedo flotar así que por favor no te alejes mucho. ¿Kareen dónde estás? no puedo encontrarte y el agua te cubre la cara. No te hundas Kareen no permitas que el agua te tape la cara. Vuelve Kareen te vas a ahogar te llenarás de agua como me estoy llenando yo. Te irás al fondo Kareen cuidado por favor cuidado. Vuelve Kareen. Te has ido. No estabas. Sólo yo en el río con la nariz y boca y los ojos llenos de agua.

El agua le cubría el rostro y él no podía evitarlo. Era como si su cabeza resultara demasiado pesada para su cuerpo y no pudiera echarla hacia atrás sin hundirse. O tal vez su cuerpo fuese demasiado liviano para su cabeza de modo que no tenía peso suficiente para equilibrarla y mantenerla en alto. El agua fluía sobre sus ojos nariz y boca obligándole a escupirla. Era como si flotase de espaldas contra la corriente con los pies delante pero en verdad iba como en un trineo con los pies y las piernas totalmente fuera del agua y la cabeza bajo la superficie. Cada vez más rápidamente y si no se detenía se ahogaría con toda esa agua que le cubría el rostro.

Ya comenzaba a ahogarse. Estiró los músculos de la nuca para sacar la nariz fuera del agua pero no pudo. Trató de nadar pero ¿cómo nadar un hombre sin brazos? Se hundió más y más y más y por fin se ahogó. Parecía como si se ahogase sin siquiera luchar allí en la oscuridad del fondo del río, mientras arriba tal vez a sólo seis u ocho pies estaba el sol y los sauces y los tréboles y el aire. Se ahogaba sin luchar porque no podía luchar. Al parecer no tenía con qué luchar. Era como una pesadilla en la que alguien te persigue y tienes un susto de muerte pero no puedes hacer nada porque no puedes correr. Tus piernas están clavadas al pavimento y no puedes mover un músculo. Por eso se ahogaba.

Tendido bajo el agua pensó qué vergüenza ahogarse cuando tal vez sólo estés a seis u ocho pies del aire y de la luz del sol. Qué maldita vergüenza ahogarse cuando sólo con poder erguirte y extender la mano por encima de tu cabeza podrías tocar una rama de sauce que se desliza en el agua como la cabellera de una muchacha como la cabellera de Kareen. Pero cuando te ahogas no puedes levantarte. Cuando estás muerto y ahogado no queda nada por hacer salvo el tiempo que transcurre y transcurre como el agua que rodea tu cuerpo.

Las cosas empezaron a estallar de un lado a otro ante sus ojos. Granadas y bombas y molinetes y curvas de fuego y grandes bengalas blancas a través de su cabeza revoloteando y penetrando en la parte blanda y húmeda de su cerebro con un silbido, podía oír claramente el silbido. Era como el vapor de una locomotora. Oía explosiones y aullidos y quejidos y palabras que nada significaban y silbidos tan agudos y estridentes que atravesaban sus oídos como cuchillos. Todo destinado a marear y ensordecer. Dolía tanto que pensó que todo el dolor del mundo estaba atrapado en algún lugar entre su frente y su nuca intentando abrirse camino a martillazos. El dolor era tan intenso que lo único que podía pensar era por favor por favor por favor quiero morir.

De pronto las cosas se quedaron en silencio. Todo se quedó quieto en su cabeza. Las luces ante sus ojos se extinguieron tan rápidamente como si alguien las hubiese apagado con un interruptor. También el dolor desapareció. Lo único que sentía era el palpitar de la sangre en su cerebro hinchándole y comprimiéndole la cabeza. Pero era una sensación apacible. Era indolora. Era tal el alivio que salió de su ahogo. Pudo pensar.

Pensó bien muchacho estás sordo como una tapia pero no tienes dolor. No tienes brazos pero estás herido. Nunca te quemarás la mano ni te cortarás un dedo ni te aplastarás una uña tú eres un cadáver con suerte. Estás vivo y sin dolor es mucho mejor que estar vivo y dolorido. Un sordo sin brazos puede hacer muchas cosas siempre que no sufra tanto que se vuelva loco de dolor. Puede usar ganchos o algo así en lugar de brazos y puede aprender a leer los labios y aunque eso no sea lo mejor del mundo no se ha ahogado en el fondo del río mientras el dolor le está desgarrando el cerebro. Aún tiene aire y no forcejea y tiene sauces y puede pensar y no duele.

No podía entender por qué las enfermeras o quienes cuidaran de él no le ponían horizontal. La parte inferior era ligera como una pluma mientras que la cabeza y el pecho eran como un peso muerto Por eso pensaba que se estaba ahogando. Su cabeza demasiado baja. Si pudiera mover aquello que tenia debajo de las piernas y poner su cuerpo en forma horizontal se sentiría mejor. No tendría nunca más esa pesadilla de ahogarse.

Empezó a patear con los pies para mover aquello que estaba debajo de sus piernas. Sólo comenzó porque no tenía piernas para patear. En algún punto debajo de la articulación de las caderas le habían cortado las dos piernas.

Sin piernas.

No más correr andar gatear si no tienes piernas. No más trabajar. Sin piernas ¿te enteras?

No mover más los dedos de los pies. Qué increíble qué maravilloso qué estupendo mover los dedos de los pies.

No no.

Si sólo pudiese pensar en cosas reales podría superar ese sueño de no tener piernas. Vapores panes muchachas Kareen armas libros chicles palos Kareen pero pensar en cosas reales no servía de nada porque aquello no era un sueño.

Era la realidad.

Por eso le parecía que tenía la cabeza más baja que las piernas. Naturalmente que parecían livianas. También el aire es liviano. Hasta la uña del dedo gordo es pesada si se compara con el aire.

No tenía brazos ni piernas.

Echó la cabeza hacia atrás y comenzó a gritar de terror. Pero sólo empezó porque no tenía boca para gritar. Se sorprendió tanto de no poder gritar que empezó a mover las mandíbulas como alguien que ha descubierto algo interesante y quiere comprobarlo. Estaba tan seguro de que la idea de no tener boca era un sueño que podía investigar con calma. Trató de mover las mandíbulas pero no tenía mandíbulas. Trató de pasar la lengua por el borde interno de los dientes como si estuviese buscando una semilla de fresa. Pero no tenía lengua y no tenía dientes. Tampoco tenía paladar. Trató de tragar pero no pudo porque no tenía garganta ni músculos para tragar.

Empezó a asfixiarse a jadear. Era como si alguien le hubiese puesto un colchón sobre el rostro y lo mantuviese allí. Respiraba honda y aceleradamente pero en realidad no respiraba porque el aire no pasaba por su nariz. No tenía nariz. Podía sentir que su pecho subía y bajaba y temblaba pero ni una gota de aire pasaba por el sitio donde solía estar su nariz.

Le asaltó un salvaje y aterrado impulso de morir. Matarse. Trató de atenuar su respiración para no respirar más y de ese modo asfixiarse. Pudo sentir cómo los músculos del fondo de la garganta se cerraban estrechamente para no dejar pasar el aire pero su pecho seguía respirando. No había aire que retener en su garganta. Sus pulmones se encargaban de absorberlo en algún punto debajo de su garganta.

Ahora supo que se estaba muriendo pero sentía curiosidad. No quería morir hasta que lo hubiera averiguado todo. Si a un hombre le falta la nariz la boca el paladar y la lengua era lógico suponer que debían faltarle otras cosas. Pero eso era absurdo porque un hombre en ese estado estaría muerto. No se podía perder tanto de uno mismo y seguir con vida. Sin embargo si uno se daba cuenta de que las había perdido y podía pensar en ello entones debía estar vivo porque los muertos no piensan. Los muertos no piensan y él estaba enfermo de curiosidad así que aún no debía estar muerto.

Empezó a buscar con los nervios del rostro. Empezó a hacer esfuerzos por sentir la nada que allí había. Donde habían estado su boca y su nariz ahora con seguridad no había más que un agujero cubierto de vendas. Trataba de averiguar hasta dónde llegaba ese agujero. Trataba de sentir los bordes de ese agujero. Se esforzaba por seguir los bordes de ese agujero y ver hasta dónde llegaban con los nervios y poros de su cara.

Era como mirar en la total oscuridad con ojos que se le salen a uno de las órbitas. Era una forma de sentir su piel investigando en algo que no podía moverse según le indicaba su mente. Los nervios
y
músculos de su rostro reptaban como víboras hacia su frente.

El agujero empezaba en la base de su garganta precisamente debajo de donde debía tener la mandíbula y ascendía en un círculo que se ensanchaba. Podía sentir cómo su piel trepaba más y más. Llegaba casi hasta la base de sus orejas si es que las tenía y luego volvía a estrecharse. Terminaba un poco más arriba de lo que solía ser su nariz.

El agujero ascendía demasiado como para que tuviese ojos.

Estaba ciego.

Sentía una extraña calma. Estaba tan tranquilo como un comerciante que hace el inventario de primavera y se dice de modo que no tengo ojos mejor será consignar eso en el libro de pedidos. No tenía piernas ni brazos ni ojos ni orejas ni nariz ni boca ni lengua. Qué sueño infernal. Debe de ser un sueño. Por supuesto, dios santo, tiene que ser un sueño.

Debía despertarse o se volvería loco. Una persona en ese estado estaría muerta y él no estaba muerto de modo que no estaba en ese estado. Era sólo un sueño.

Pero no era un sueño.

El podía desear que fuese un eterno sueño y eso no cambiaría las cosas. Porque estaba vivo vivo. No era más que un trozo de carne como los pedazos de cartílago que el viejo profesor Vogel usaba en sus clases de biología. Trozos de cartílago que no tenían nada a excepción de la vida que se mantenía gracias a la química. Pero él le llevaba un punto de ventaja a los cartílagos. Tenía una mente que pensaba. Y eso era algo que el profesor Vogel jamás hubiera podido afirmar de sus cartílagos. Pensaba y era sólo una cosa.

Oh no. No no no.

No podía vivir así porque se volvería loco. Pero no podía morir porque no podía matarse. Si sólo pudiese respirar podría morir. Eso era curioso pero era cierto. Podría contener la respiración y matarse. Y ése era el único camino que le quedaba. Pero respiraba. Sus pulmones se cargaban de aire y él no podía impedirlo. No podía vivir y no podía morir.

No no no no puede ser.

No no.

Madre.

Madre ¿dónde estás?

Apresúrate madre apresúrate apresúrate apresúrate y despiértame. Tengo una pesadilla madre ¿dónde estás? Apresúrate madre. Estoy aquí. Aquí madre en la oscuridad. Cógeme en tus brazos. Arrorró mi niño. Ahora me acuesto a dormir. Oh madre apresúrate porque no puedo despertar. Aquí madre. Cuando sople el viento se mecerá la cuna. Álzame en tus brazos alto alto muy alto.

Te has ido madre y me has olvidado. Aquí estoy. No puedo despertar. Despiértame. No puedo moverme. Cógeme en tus brazos. Tengo miedo. Oh madre madre cántame frótame báñame péiname y límpiame las orejas y juega con los dedos de mis pies y hazme golpear las manos y sonarme la nariz y bésame los ojos y la boca como te he visto hacer con Elizabeth como seguramente has hecho conmigo. Entonces me despertaré y me quedaré contigo y no me volveré a ir ni a tener miedo ni a soñar.

Oh no.

No puedo. No puedo aguantarlo. Grita. Muévete. Sacude algo. Haz algún ruido cualquier ruido. No puedo soportarlo. Oh no no no.

Por favor no puedo. Por favor no. Que alguien venga. Ayúdame. No puedo quedarme así para siempre tal vez durante años antes de morir. No puedo. Nadie puede. No es posible.

No puedo respirar pero respiro. Tengo tanto miedo y sin embargo pienso. Oh por favor por favor no. No no. No soy yo. Ayudadme. No puedo ser yo. Yo no. No no no.

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